Javier Santamarta, contra las ‘fake news’ del imperio español: «El desprecio hacia el siglo XVIII me parece frustrante»

Los libros sobre Historia de España, su conceptualización, su historia y su leyenda negra se han convertido en un tema recurrente entre los libros de historia más vendidos en España, sobre todo tras el éxito de Imperiofobia y Leyenda Negra. Y en medio de los calores estivales, aparece el politólogo y periodista Javier Santamarta para hablar sobre este tema, con humor y sarcasmo a raudales, amor por la historia y honestidad. En Fake News del imperio español. Embustes y patrañas negrolegendarias (Esfera de los Libros, 2021), Santamarta repasa la historia de España, principalmente desde los Reyes Católicos hasta el Desastre del 98 para reírse mucho, poner en evidencia ciertos discursos y destapar mitos y falsedades.

Entre sus páginas, encontramos anécdotas e historias interesantes y también un hallazgo conceptual: «la España de Schrödinger”, que como el gato aquel existe o no, según en qué época, depende de qué queramos expresar. O como ejemplifica el propio autor, España no existe, para algunos, hasta el siglo XVIII salvo para tildarla de genocida por la conquista de América o hablar de la «españolísima» Inquisición.

Madrileño de pura cepa y residente en San Lorenzo de El Escorial (¿dónde si no, podía ser mejor escrito un libro así?), Santamarta se presta a responder las preguntas de XX Siglos.

Javier Santamarta, en San Lorenzo de El Escorial (cedida, FOTO: Fernando Díaz Villanueva)

¿Por qué, en el años 2021, era necesario hacer un libro para desmentir bulos y noticias falsas sobre el imperio español?

Porque, por ejemplo, en medio de la aparición de este libro, los movimientos revisionistas de la Historia, muy especialmente en América, han hecho aparición de nuevo de manera más violenta, derribando estatuas, y queriendo buscar culpables de su situación en hechos ocurridos hace quinientos años, tras doscientos independientes. Porque siguen saliendo libros revindicando la no existencia incluso, de España. No ya como Imperio. Como nación. O relegándola a algo residual, intrascendente, irrelevante… En el año 2021 intelectuales españoles publican y defienden estas posturas, y desde el Gobierno de España se minimizan gestas como la de la Primera Circunnavegación del globo en su quinto centenario, o apoyan las reivindicaciones indigenistas sumándose a eslóganes como el «Nada que celebrar» en la Fiesta Nacional del 12 de octubre. Sí. ¡Era y es necesario!

¿Cuándo se le ocurrió la idea de este libro?

La verdad es que el tema de la reivindicación de la Historia de España es algo que llevo tratando desde hace años, aunque de manera diferente. Recuperando personajes o hechos no tan conocidos, pero brillantes y que en cualquier país estarían dentro de los planes de estudio. Desde la Escuela de Traductores de Toledo, o la de Salamanca, a las vidas de personajes como la reina Urraca de León, Fidel Pagés, Sofía Casanova o Mercedes Formica. Sin embargo creí que tal vez fuera bueno una visión global, centrándome especialmente en los siglos que van desde el descubrimiento de América, al Desastre del 98, pero sin dejar de lado reflexiones sobre tiempos anteriores y posteriores a los del Imperio.

Quizá uno de sus ideas más brillantes sea esa de “la España de Schrödinger”, que España existe o no en el pasado según interese…

Es que me hizo mucha gracia (si es que la tiene), que según y para qué, España aparecía como un colectivo de lo más formado cuando en general, la puesta en entredicho de la realidad del concepto español era algo tan habitual y presente. España la quieren hacer aparecer tal vez desde los Decretos de Nueva Planta y la implantación borbónica a partir de 1700; o indicando que el primer rey de España que tuvo ese título fue José Bonaparte; incluso señalando que como Estado tal y como lo conocemos, sólo desde 1978. Pero estas confusiones sobre nación, Estado – nación, o lo que se quiera señalar, desaparecen para tildar a España de genocida en América, con toda la responsabilidad negativa y ninguna positiva; o cuando se menciona a la Inquisición, que entonces se adjetiva con todas las letras como española. Españolísima. ¡Más española que la tortilla y la paella, vamos! Con lo que vemos una curiosa similitud cuántica en cuanto su existencia y lo contrario, como el famoso gato de Schrödinger en su caja, muerto y vivo a la vez.

¿El éxito de Imperiofobia y Leyenda Negra de Roca Barea no era suficiente?

Fue un hito, no cabe duda. Un aldabonazo en la visión de la Historia de España. Pero creo que Imperiofobia tiene unas hechuras como ensayo (de hecho ganó un reconocido premio como tal), que casan mal con la divulgación para el gran público. Es algo denso, y hay que tener una disposición importante. Esto no hace al suyo menos accesible o un libro como el mío, menos riguroso. Son planteamientos diferentes que están más relacionados con la forma que con el fondo.

¿Qué es peor, la leyenda negra, la rosa, la dorada…?

Todas son malas. Porque quieren distorsionar lo que pudo ser. Lo único que lo primero es la más habitual y, sorprendentemente, vigente. Porque aunque desde la Academia se diga que es un tema zanjado o superado, no se nota en el día a día como hemos comentado antes. Hacer de péndulo y hablar de que los conquistadores eran poco menos que miembros de unas ONG, o los soldados de los Tercios, cascos azules de la ONU, sería también absurdo. Hay quienes niegan ambas. La negra, como algo del pasado que tuvo un momento muy concreto. La rosa o dorada, como parte del discurso negrolegendario, pues aportar datos favorables a la acción conquistadora e imperial no tiene nada de blanqueo de lo que fue. Creo que cualquier episodio de la Historia, como cualquier personaje, está lleno de matices… y de colorido.

¿Hay imperio bueno? ¿O quizá lo que hay que contar es que todos tienen sus cosas, como también sus luces?

¡Justo lo que habíamos dicho! Luces, sombras… No es cuestión de emular la famosa escena de los Monty Python sobre ¿qué ha hecho el Imperio romano por nosotros?, pero algo de esto hay. Intereses comerciales y de expansión han sido algo inherente en cualquier conquista, pero no era lo habitual el que tras la conquista vinieran procesos de integración en la metrópoli. ¿Han sido los imperios romano y español mejores que el mongol o que el británico? ¿Pesaba más el componente económico en el holandés o el portugués, que el que tuvo el hispano? Ahí es donde hay que ver cómo se desarrollaron cada uno, cómo derivaron, y que junto con cualquier expolio habido, se haya intentado reparar mediante legislaciones e infraestructuras para toda la población. Y entonces acabaremos respondiendo, como hicieron aquellos miembros del Frente Judaico Popular (¿o era el Frente Popular de Judea?).

¿Cuál es su fake news sobre la historia de España que más gracia le hace? ¿Y la que más rabia le da?

No sé si gracia es la palabra pero, aparte del hecho sobre la inexistencia de España, me sorprende mucho que se estén usando (presuntas) banderas o símbolos del indigenismo precolombino, como la wiphala de los Aymara, que lucharon contra los incas, para hablar de resistencia indígena contra la Conquista. Especialmente en países como Bolivia, con un 60% de población indígena, y un 20% mestiza; o en Argentina, ya que cuando sufrieron realmente un exterminio las poblaciones autóctonas fue tras la independencia de España. En cuanto a rabia, el desprecio hacia el siglo XVIII me parece frustrante. Parece que no hubiera existido cuando fue el gran siglo de nuestra Armada. Con una Marina Ilustrada, como se les ha dado en llamar, todavía señora de los mares, haciendo expediciones científicas y humanitarias a lo largo del globo. Es inexplicable que en el propio Museo Naval de Madrid no haya nada sobre la Expedición Balmis, y muy poco sobre la de Malaspina – Bustamante, por ejemplo. Muy triste.

En este 500 aniversario de la revuelta comunera, de Villalar al menos, pinta con sarcasmo su utilización como imagen de tinte republicana, cuando usted los ve como férreos monárquicos. En su última novela, Lorenzo Silva compone, a su alrededor, una mirada de la identidad castellana más progresista y menos vinculada al imperio español, ¿esa memoria comunera y castellana es posible?

No queda otra que citar a don Claudio Sánchez Albornoz, y su «Castilla hizo a España y España deshizo a Castilla». Un reino menor que acaba asumiendo al de León, que había hecho lo propio con el de Galicia y el de Asturias, y que se convierte en motor para la Conquista de América. Y en el apoyo económico principal del nuevo rey, Carlos de Habsburgo, que como sabemos no se apoya en la vieja nobleza castellana. En general es curioso que Carlos acabe teniendo mejor fama que su hijo Felipe, pues es en su mandato cuando se realizan mucho de los aspectos negrolegendarios, como los sacos de los Tercios, o la Conquista de México y del Perú. Pero Castilla ya estaba ligada a esa empresa desde los tiempos de Isabel I.

A los que dice que esta mirada contra la leyenda negra entronca con la historiografía del franquismo, ¿qué les responde?

Que es cierto que el Franquismo exalta los aspectos más gloriosos de la Historia de España para afianzar un régimen donde los valores épicos y nacionales le son necesarios tras una guerra cruel. Que muchos símbolos tradicionales fueron convertidos en imagen del Estado. Pero que es absolutamente injusto el que por tal razón, hagamos que el águila de Padmos, la cruz de Borgoña, el yugo y las flechas, ¡incluso la misma bandera tricolor!, sean consideradas y tenidas por «franquistas». Cientos de años de Historia de esos símbolos no pueden reducirse a los 38 del Franquismo. ¿Alguien se imagina diciendo a la República Francesa que cambie su escudo por fascista? ¡Es que son unas fasces de hecho! Igual símbolo que el que usó Mussolini y da nombre a ese movimiento político, hoy usado como palabra comodín y arma arrojadiza contra el adversario ideológico.

Si algo me ha llamado la atención de su libro, y parece que se echaba en falta en otras obras sobre el asunto, es el uso del humor…

Creo que era necesario dar otro enfoque, y no quería hacer otro maldito libro sobre la Leyenda Negra. Siempre he adorado el enfoque humorístico que les daban genios como Wenceslao Fernández Flórez a sus artículos, o Bernard Shaw a sus ensayos. Los británicos nos llevan décadas en no tener complejos a la hora de poner humor en sus estudios. Y nuestra otra Generación del 27, la de los Jardiel, Tono, Mihura, Llopis, etc., de siempre nos enseñaron a poner humor en cualquier tema por arduo que fuera, y me lancé a hacer algo muy serio, por supuesto. Pero serio no significa aburrido, y puede uno ser riguroso y a la vez, divertido. Al fin y al cabo, el humor es la mejor catarsis posible para cualquier tema. Cuanto más importante, mejor aún.

Hace un ejercicio de honestidad llamando a poner en tela de juicio y con mirada crítica todo lo que se lea en los libros, incluido el suyo, ¿no estará insinuando que en las hipercríticas y hiperagresiva sociedad de las redes sociales, que le montan a uno un cadalso virtual por menos de nada, falta sentido crítico?

Volvemos a la pregunta anterior. ¡Nos falta sentido del humor! Hemos convertido las Redes Sociales en una especie de arena de gladiadores en estado de cabreo permanente, con toda una serie de mirones ávidos de sangre, y que no dudan en convertirse en una turba enloquecida pidiendo la cabeza de quien sea. Da igual que sea uno un reputado especialista, un profesional con décadas de experiencia, o quien uno pueda imaginar. En las RRSS no hay piedad para nadie. Pero, sinceramente, lo escribí pensando en el lector. Y por eso quise prepararle una variada bibliografía extra, aparte de las notas al pie, para cada capítulo. Promoverle a la curiosidad. Y advertirle que lo mejor es que ponga en entredicho todo, incluso mi propio libro y criterio (¡faltara o faltase!), pero que al mismo tiempo, disfrute con lo que pudiera encontrarse. En las RRSS ya sabemos qué nos podemos encontrar.

¿Está preparado para la batalla en redes sobre el españolismo, el franquismo, la leyenda negra y la divulgación que provocará el éxito de sus libros?

Me ha impactado mucho saber que en sólo dos semanas toda la primera edición se colocó, y estar entre los más vendidos en pleno verano. La gente en esta época suele preferir novelas y no meterse con un ensayo en sus vacaciones. Pero se ve que hay ganas por pasar un buen rato incluso con un ensayo histórico. Pero el éxito es relativo. En efecto, en esas redes ya me han tildado de todo, lo que no hace más que confirmar el éxito de mi libro. No sé si mío. Pero está claro que se ataca lo que se hace conocido. Por la razón que sea, algunos callos de cierta historiografía presuntamente oficial, o que por tal se tiene, he pisado.

Termina su repaso de noticias falsas en 1898, con el desastre colonial del imperio. Si tuviera que hacer una segunda parte, dado el éxito del arranque del libro, que llegara hasta hoy, ¿qué fake news sobre España glosaría?

Hacer un Fake News del Siglo XX español sería muy interesante, por todo lo que supone revisar el reinado Alfonsino, la Segunda República, el Franquismo y la Transición. ¡Nada menos! Quede constancia de que lo he publicado en tu blog como primicia si me diera por ello ja, ja, ja, ja. Pero en cualquiera de esos cuatro periodos podemos encontrar un buen puñado de embustes de parte. ¿Fue Alfonso XIII tan mal monarca como se recuerda, al llamado «el Africano»? ¿Qué momentos de la Segunda República resultan especialmente controvertidos? ¿Era Franco un fascista, un nazi… o el primer franquista? ¿Fue la Transición el inicio del Régimen del 78, la continuidad franquista, o un comienzo democrático real? ¡Hay temas, hay!

A la historia de España parece que le hacen falta series y películas de éxito, pero cuando se hacen, las ponemos a caer de un burro por hacer lo que en muchas ocasiones hacen los anglosajones, obviar la historia y tratar de contar historias… ¿No hay algo de contradicción?

Es que ahí está el quid. Es muy difícil hace un biopic de cualquier personaje (no es habitual que sean taquillazos), o sobre algún aspecto histórico concreto que sea una película de masas. El ejemplo de Master & Commander es magnífico. No sale Nelson, pero se habla de él. No se habla de Darwin, pero hay un alter ego haciendo un papel que lo recuerda. Se ve a la Armada británica como un personaje más, casi como el protagonista. Series como la de El Cid, pienso que el mayor problema no fueron sus errores históricos, sino su guión. Braveheart o Gladiator son películas infumables desde el punto de vista histórico. Pero visualmente son perfectas, y su guión, las historias que cuenta, son atractivas. Si hacemos una sobre Blas de Lezo que la gente tanto pide, yo animaría a que el almirante no fuera el protagonista, sino la historia que se cuente. ¡Y ojo! Que los hermanos Olivares demostraron que se pueden hacer series históricas o con la Historia como telón de fondo, y ser atractivas y de éxito. Como fueron Isabel, o El Ministerio del Tiempo.

En España vivimos un buen momento de novela histórica, ¿cómo valora su papel en la lucha o la pervivencia de esa Leyenda Negra?

El gran problema de la novela es no entender que, como muchas películas, son entretenimiento. Pueden ayudar muchísimo para que el lector no acostumbrado o desconocedor de ciertas épocas, se zambulla en ellas. Y le entre el gusanillo por conocer más. Mi primer acercamiento a la Conquista de México fue El dios de la lluvia llora sobre México, de László Passuth, y a partir de ahí acabé leyendo casi todas las bios de Cortés, y visitado México varias veces, con auténtico disfrute. ¡Tengo incluso un facsímil del Códice Trocortesiano como una de las pequeñas joyas de mi biblioteca! Y todo comenzó por una novela. Creo que es una gran forma de acercarse a otras épocas, aunque como en todo, habrá novelas mejores o peores. Y lo que a cada uno le parezca bueno o no.

Quizá no debería ser. su lucha… A me chirrían los choques entre Roca Barea y Pérez-Reverte por la imagen del Imperio español que dan Alatriste. ¿O no debemos juzgarlas como tal? Porque, que en el siglo XXI, los Tercios sean tan populares, algo le deben deber al de Cartagena y a su espadachín…

Es una lucha algo absurda, pues creo que Pérez-Reverte crea Alatriste como un remedo del capitán Alonso de Contreras al estilo del folletón francés, que es tan del agrado del académico. Como con Dumas, si alguien quisiera conocer sobre Richelieu y Luis XIII de Francia, tendrá una visión «negrolegendaria» leyendo Los tres mosqueteros. ¡Pero es que Dumas hacía ficción para entretenimiento de sus lectores! Alatriste dará una imagen distorsionada de la época de Felipe IV y tendrá a la Inquisición como enemiga y mala malísima, pero es innegable que puso de moda a los Tercios y las ganas de conocerlos. De este modo, libros como los de Fernando Martínez Laínez o Julio Albi, se han convertido en auténticos best-sellers, entre muchos otros títulos. ¡Hasta hay miniaturas de los Tercios para los amantes de los wargames y de los dioramas! Y todo, querámoslo o no, comenzó con Alatriste. Es como hablar de Puy de Fou. ¿Es histórico? No. Es diversión, pero que puede lograr más por el interés por nuestra Historia, que cualquier plan educativo.

Parece que hay un boom sobre la historia de España. En las listas de los más vendidos siempre hay algunos libros sobre el tema, ¿a qué cree que se debe?

Seguramente porque la Historia había sido abandonada en los mencionados planes. Y cuando la gente comienza a ver en los lineales de las librerías una serie muy variada de novelas y ensayos sobre la Historia de España, las emisoras le dan cancha a temas históricos, y los blogs comienzan a proliferar en las Redes Sociales, aparece una causa efecto por la que las ganas por conocer más se hacen más patentes. En la Primera Jornada sobre la Leyenda Negra realizada en San Lorenzo de El Escorial, recuerdo cuando Jorge Bustos, director de opinión de El Mundo, comentó que notaban cuando publicaban una noticia sobre Historia, que se disparaban las visitas por encima de otras noticias, fueran de política o sobre deportes. La sección del ABC es una de las más vistas. Y en El País, los artículos de Vicente García Olaya se convierten en los más leídos. Es evidente que hay un interés por la Historia como nunca antes, que yo recuerde.

Hace casi dos años ya, en la inauguración de sus II Jornadas contra la Leyenda Negra, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, dijo que “el mayor consumidor de esa leyenda negra es el electorado de izquierdas”. En su libro, enmienda a la plana a diversos artículos, de medios de derechas y de izquierdas, desde OkDiario hasta LaMarea, ¿al final esto es todo cuestión de derechas e izquierdas?

No debería de ser. La Historia de España debería de ser (¡y odio la palabra!), transversal. Pues, ¿por qué tenemos que verlo con una perspectiva ideológica de derechas o de izquierdas? ¿Es que sólo puede estar orgulloso de los hechos históricos españoles, la gente de derechas? ¿Acaso la gente de izquierdas no puede estar enamorada de personajes y acontecimientos pasados que nos atañen y ligan a un pasado común? Pero unos y otros parece ser que caen en una especie de lucha en donde cada cuál quiere apropiarse de una visión acorde a sus ideas. No de los hechos. Tal vez con este libro ayude en algo a romper mitos, o a reflexionar sobre lo absurdo que resulta tener una visión sesgada de lo que debería de ser, patrimonio de todos. Como lo es la Historia de España. Tan tan plagada de embustes, bulos y paparruchas. O sea, de Fake News.

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