Javier Ramos: «Las reliquias siguen cubriendo muchos de los vacíos de la existencia humana que con la simple fe no se logran superar»

 

Al periodista Javier Ramos le habíamos leído  en los últimos años sobre la historia de Roma o del circo, hoy se acerca a XX Siglos a tratar un tema muy propio de estas fechas: las reliquias. Este autor publicó hace unos meses La España Sagrada. Historia y viajes por las reliquias cristianas (Arcopress, 2020), un libro que no solo nos adentra en la historia y curiosidades de estos objetos de fe en España, sino que funciona como una guía de viajes para visitarlas. Un turismo que atrae a creyentes y no creyentes.

¿Por qué escribir sobre las reliquias en la España del siglo XXI?

Porque después de dos mil años después de la instauración del cristianismo (la religión que les otorgó su estatus en Occidente, aunque no es la única), siguen hoy en día cubriendo a la perfección muchos de los vacíos de la existencia humana que con la simple fe no se logran superar. Los creyentes más fervorosos continúan convencidos de que las reliquias son capaces de realizar milagros y sanar enfermedades… Y por fortuna, las recopiladas en el libro se muestran como una guía de viajes para poder visitarlas in situ.

¿La devoción e influencia de estos objetos sigue vigente hoy en día?

Su auge tuvo eclosión en la Edad Media, que hizo acrecentar su demanda en detrimento de su supuesta veracidad. En el siglo VI no existía iglesia por humilde que fuera que no contara con sus propias reliquias, aunque fueran falsas. La Iglesia vio el filón y acrecentó el culto por los ‘supuestos’ restos de santos. En la actualidad, y pese a que el catolicismo no tiene el poder de convocatoria de siglos atrás, muchos fieles consideran que algunas reliquias tienen algo de divino. No nos diferenciamos mucho del hombre medieval, que necesitaba de la materialidad de las reliquias para afianzar y consolidar su fe, aunque cada vez menos.

¿Qué ocurre con las reliquias que cuyo culto decaen y quedan olvidadas?

Considero que la capacidad de la atracción de las reliquias sigue vigente, aunque está claro que unas prevalecen por encima de otras, sobre todo si las primeras están vinculadas con la vida de Jesucristo. Seas o no creyente, si tuvieras la oportunidad de ver en directo la Sábana Santa de Turín con ese magnífico negativo del cuerpo de Jesús cuya veracidad es discutible o ver cómo se licúa la sangre de san Pantaleón cada 27 de julio en el madrileño monasterio de la Encarnación (sea milagro o no), ¿te lo perderías? Yo creo que no. Son momentos únicos e inolvidables.

Pañolón de Oviedo cedida por el autor)

¿Cómo están reguladas hoy en día su culto en España?

Como objetos de culto que son y por la historia que conservan a su alrededor, hoy en día varias de ellas se exponen abiertamente para que puedan ser contempladas por el público. Con otras hay que hablar con el capellán o sacerdote de turno para poder visitarlas, ya que solo se muestran en actos solemnes o fiestas conmemorativas. Su custodia y conservación depende de los Arzobispados, por eso varias de ellas solo pueden verse en fechas muy concretas.

En el libro también habla de Felipe II y Franco y la pasión de ambos por las reliquias…

Felipe II fue uno de los monarcas españoles con más formación humanística, pero también fue un apasionado de la alquimia y el ocultismo. Mientras su imperio se desangraba a costa de guerras, él atesoraba la mayor colección de reliquias de la historia en el monasterio de El Escorial: ascendía a más de 7.400 artículos (entre cuerpos enteros, cabezas, extremidades, cabellos y huesos de santos). Por su parte, Francisco Franco justificó su ‘cruzada’ en la Guerra Civil y posterior nacionalcatolicismo que impuso en el poder con la utilización de aparatos devocionales y sacrales que le ‘otorgaban’ una función legítima del poder. Como ocurrió con la mano incorrupta de Santa Teresa y la espada de San Pablo.

¿Cuál es la reliquia más extraña que se ha encontrado en España?

Existen unas cuántas, como la hidria, que se conserva en la catedral de Oviedo. Se dice que es una de las tinajas de piedra que se utilizaron en las bodas de Caná, donde Jesucristo transformó el agua en vino. O las partes del pesebre del nacimiento de Jesús, en concreto unas piedras, en Fuentelaencina (Guadalajara); los pañales del Niño en Coria (Cácres) o Escalona del Prado (Segovia); la pluma de del arcángel san Miguel en Lliria (Valencia); gotas de la leche materna de la Virgen María en las seos de Oviedo, Mallorca y Murcia… Hablaríamos y no acabaríamos el listado…

Y ¿su reliquia favorita?

Todas tienen su encanto por la historia que desprenden y la fe que, según sus conversos, irradian. Si me tuviera que decantar por alguna lo haría por quizá la más significativa, que es el Santo Grial que se conserva en la catedral de Valencia. Este cáliz es el que los cristianos consideran que fue el que utilizó Jesucristo en la Última Cena y del que bebieron él y sus discípulos. Pero en su propio nombre está el misterio. En la búsqueda está el enigma. No sabemos lo que es el Grial realmente, y su aura resulta fascinante. Pudo ser también una piedra preciosa, una esmeralda de Lucifer, un plato de orfebrería, una cabeza disecada de un santo, una escudilla, un autómata, un vaso, una mesa, un arca o todo un linaje de sangre real… ¿Por qué no?

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