Las claves de ‘El dios que habita la espada’, la novela con la que José Soto Chica ha ganado el premio Narrativas Históricas de Edhasa

Lo hemos conocido hoy mismo: el historiador José Soto Chica (Granada,1971) ha ganado el premio Edhasa de Narrativas históricas 2021 con la novela El dios que habita la espada, que llega a  las librerías en horas. Autor bien conocido por los amantes de la Historia, pero no tanto por los de la ficción histórica (a pesar de que ya había publicado dos obras de ámbito bizantino) ahora tiene la oportunidad de llegar al gran público con este premio y esta novela. Después de la presentación del premio de este jueves, ¿cuáles son las claves principales de este galardón?

Un tema en auge en la novela histórica: los visigodos

No era ni de lejos un tema habitual en nuestra ficción histórica, pero en los últimos años se han disparado las novelas ambientadas en ese tiempo. José Zoilo con su trilogía Las cenizas de Hispania o su última novela El nombre de Dios; Santiago Castellanos con Gothia. Muerte en Barcinona, Yeyo Balbás con El reino imposible, o Pedro Santamaría con Peña Amaya son algunos ejemplos recientes de una ambientación que está creciendo y se está poniendo de moda como ya avisaban los historiadores y divulgadores del periodo como el propio Soto Chica, Castellanos o Daniel Gómez Aragonés.

«Se están poniendo de moda porque la gente tiene necesidad de conocer su historia; no conocer la Historia es como un adulto que ha perdido su infancia», explica Soto Chica a XX Siglos. «Todo nos lleva a la Hispania visigoda que tiene mucho que enseñarnos y además es una época de suma aventura, batallas, intrigas dignas de Juego de Tronos está ahí y es una pena que hasta ahora haya sido desconocida. Seguro que Inglaterra habrían sacado películas y series si tuvieran una historia así de fascinante», asegura este historiador que describe su relación con los visigodos de «intensa, tras veinte años de investigación y lecturas». El escritor cree que, además, funcionan en ficción por su «ambivalencia entre algo lejano pero comprensible»: «Históricamente están en la lejanía, en nuestras raíces, pero su historia es muy moderna y nos suena: hay ambición, construcción de un estado, etc.»

Personaje histórico capital: Leovigildo

Muchos recuerdan aún (con pavor) aquella lista de reyes visigodos plagada de nombres extraños. Sin embargo, entre los que hay que destacar por su importancia histórica siempre está Leovigildo. El propio Soto Chica en una entrevista hace unos meses en este mismo blog, quizá ya avanzando crípticamente esta novela, hablaba de aquel monarca y decía que «Leovigildo no tienen nada que envidiar al mítico Arturo. Una cita de Gregorio de Tours dice de él que no dejó con vida a ningún enemigo capaz de orinar contra la pared. Era un rey poderoso, belicoso, fundador de ciudades, imitador de Constantinopla». Además, ha sido poco tratado en la literatura: que recuerde, a bote pronto, solo Sombras de mariposa, de Guillermo Galván.

Especialista en crecimiento

Soto Chica es un ensayista que con sus dos últimos ensayos Imperios y bárbaros y Los visigodos. Hijos de un dios furioso ha obtenido éxito de crítica y público, alcanzando varias ediciones con cada uno y convirtiéndose en un referente en estos temas y en esta época. Así que, ya que a su novela suma el prestigio como historiador, es fácil presuponer que la novela despertará el interés de los muchos aficionados a la Historia. Este historiador, que sabe lo que es trabajar el ensayo, apuesta por la ficción porque «permite romper las barreras» de la no ficción y «hacer partícipe, hacer vivir» al lector el pasado.

Escritor invidente: «Vivo imaginando»

La biografía de este historiador y novelista es toda una historia de superación. Su vida académica y literaria arrancó con un accidente con explosivos durante unas maniobras, cuando era militar profesional, con 25 años y tras haber participado en la misión de paz de la ONU en Bosnia. Perdió la vista y una pierna y fue justamente ese hecho el que le hizo, un año más tarde, matricularse en Historia un año después. Además, Soto Chica reconoce que su situación le aporta mucho a la hora de escribir ficción: «La necesidad de ver se percibe en mis novelas. Esa nostalgia por la visión hace que mis novelas sean muy visuales, cinematográficas. Tengo la necesidad de que el lector vea por mí y yo ver a través de él. Es una novela muy visual y rápida, con imágenes poderosas. El cerebro juega contigo y tú con él. Vi hasta los 25 años y tuve una vida rica. Sé como es una ciudad destruida porque la vi en Bosnia, o sé a qué huele una zona de combate. Tengo muchos recuerdos visuales, si pienso en joyas visigodas recuerdo el tesoro de Guarrazar. Pero hay cosas que no he visto y que necesito recrear. Pero aun así, los ojos son muy engañabobos, cuando viajo con mi familia muchas veces me dicen que ven cosas que si no tuvieran que ver por mí, y describirme, no verían. Mi vida continuamente es imaginar, no paro de imaginar y eso ayuda para escribir».

Mujeres de la Historia

El dios que habita la espada también sigue otra tendencia en la ficción histórica actual: la de rescatar y destacar el papel de mujeres de la historia, que habitualmente se han olvidado, pasado por alto o, directamente, discriminado. En este caso, tienen peso la reina  Gosvinta -«dos veces reina, de una gran inteligencia política y capaz de enfrentarse a los hombres y superarlos»-, Baddo -«una mujer de origen servil que llegó a reina y que fue la primera hispana que nos dejó su firma en documento político como un concilio»- o Lucila -«una mujer hispano romana, que introduce un matiz que a veces se olvida: la magia»-.

Brujería y realismo histórico

Y precisamente ese último engranaje -la magia- es la última clave de esta novela en una época en la que la hibridación de géneros es constante. Soto Chica ha incluido magia porque es un «matiz que suele olvidar, y para aquellas gentes la magia no era algo increíble, tenía acción y efecto». «He recreado la magia basándome en textos, fórmulas y hechizos de la época para que tuviera un pequeño papel en ese mundo crepuscular», asegura. Eso sí, los lectores pueden tener claro que esos elementos no restarán verosimilitud y realismo histórico, según las palabras del autor:  «El protagonista, Valtario, está basado en uno de los pocos poemas épicos que nos ha llegado; incluso en los personajes ficticios he intentado que estén en consonancia con la época; si algo me desagrada como historiador, novelista y lector son los ‘disfraces’ en la ficción histórica, que un personaje del siglo XIII se comporte como alguien del XXI pero disfrazado». El autor reconoce que ha tenido que inventar poco, «apenas tres o cuatro licencias».

Devoción por el género

Historiador y novelista, pero lector devoto de la ficción histórica. Soto Chica se muestra complacido de publicar en un sello clásico del género y que ha traído a España grandes autores. «Me admiran los grandes maestros, Robert Graves, los relatos de ambientación histórica de Borges, El Aníbal, de Gisbert Haefs, la trilogía de Escipión de Santiago Posteguillo o la novela Águilas y cuervos de Pauline Gedge, una de las mejores que se han escrito. Y un escritor olvidado, Alejandro Núñez Alonso, autor del ciclo de Benasur, un autor nacional olvidado y que es un maestro universal».

Habrá que esperar para valorar la novela y ver si estos elementos atraen la atención de los lectores. De momento, Soto Chica coge el relevo a los anteriores ganadores Francisco NarlaEmilio LaraHermina Luque y José Manuel Aparicio.

En el último podcast del Certamen de Novela Histórica, que acaba de emitirse, Pablo Lozano, Javier Velasco y yo le hemos entrevistado poco después de la presentación. Si queréis escuchar la entrevista, aquí la tenéis, junto a los habituales contenidos del programa (novedades, reseñas y debate).

¡Buenas lecturas!

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