Reyes Monforte: «El odio que dio lugar a Auschwitz sigue presente en nuestro tejido social como un virus»

Vista del acceso al campo de concentración y exterminio nazi KL Auschwitz-Birkenau (Polonia). (FOTO: EFE)

Ella, una joven prisionera que llega al campo de concentración de mujeres de Auschwitz desde Francia, conoce a Maria Mandel, miembro de las SS, jefa del centro y apodada la Bestia por su brutalidad. Durante su paso por ese pozo de muerte y sufrimiento, las vivencias de Ella se irán cruzando con un buen puñado de personajes como el doctor Mengele, Himmler, Ana Frank, Gisella Pearl o Alma Rosé. En el bloque Kanada, Ella descubrirá numerosas postales y fotografías de los deportados y, desafiando el orden nazi, decidirá contar sus historias en ellas para que no se olviden. Y de ahí viene el título de la última novela de la periodista y escritora Reyes Monforte, Postales del Este (Plaza & Janés, 2020)

Una anécdota, por cierto, real. La autora de Un burka por amor o Una pasión rusa relata que, en una de sus últimas visitas al tristemente célebre campo -reconoce haber estado diez o doce veces-, un visitante que «que parecía tener más relación con lo que allí pasó que la mayoría», le contó que «muchos prisioneros, ante el temor de ser asesinados y que los nazis no dejarían huella de ellos, se dedicaron a escribir mensajes y enterrarlos y esconderlos». «Años después de la liberación», explica la autora, «removieron la tierra y encontraron algunos de esos mensajes y cartas».

«No estamos acostumbrados a que sea una mujer la que ejerza la maldad del Holocausto»

Hay en esta novela un intento de buscar el rostro femenino de las dos caras de Auschwitz: la de las víctimas y de los verdugos. Ella, un personaje ficticio, pero compuesto a base de historias de reales -«un homenaje a todas las mujeres que pasaron por el campo», en palabras de la autora-, y la histórica Maria Mandel forman el eje de esa dicotomía que se ve complementada en esta novela coral por una gran galería de secundarios. Monforte asegura que lleva «toda la vida acercándose a Auschwitz y el Holocausto» y que en en otra de sus visitas se topó frente a frente con la foto de Mandel y decidió «tirar del hilo».

Reyes Monforte FOTO (c) PACO NAVARRO

«No estamos acostumbrados a que sea una mujer la que ejerza la maldad del Holocausto«, explica la escritora que tilda de «auténtica barbaridad» la historia de la guardiana de las SS. «Siendo juzgada, tras escucharse en el tribunal de Cracovia donde fue juzgada (y sentenciada a muerte) cómo mataba a niños estrellándolos contra las paredes, ahogaba a recién nacidos, o maltrataba hasta la muerte a mujeres…» relata Monforte, «aseguró que no entendía nada, que solo era mujer normal que cumplía órdenes«. «De primeras, todos pensamos que los nazis estaban locos, pero un psicólogo testificó que no estaban enfermos, era que no tenían conciencia del mal. Mengele pensaba que era solo un científico».

Postales del Este no es una novela de blancos y negros. También aparecen ejemplos más matizados, como el del «hombre bueno de Auschwitz, el doctor Hans Munch», que se negó a participar en los experimentos con presos y algunos de ellos declararon a su favor en los juicios porque intentó salvar vidas de internos. O los cólicos de las SS, que muchos sufrían tras cumplir las órdenes bárbaras de Berlín, de matar y torturar y que provocaban trastornos mentales, digestivos, del sueño… «El Tercer Reich tuvo que abrir un hospital para esto», explica Monforte, «porque cualquier persona normal sufriría tras enfrentarse a todo aquello. Y de eso se sabe poco, porque los que gobernaban se avergonzaban«.

Todo ello va inscrito en una búsqueda de verdad y autenticidad de esta ficción. «No me invento nada», afirma Monforte, «algunas víctimas aparecen solo con su nombre, y no con su apellido, porque así lo pedían en los juicios. Suelo decir que soy una periodista que escribo; he novelado un relato de lo que pasó en Auschwitz, no he ficcionado».  «Si hay algún lugar donde esa máxima de que la realidad supera a la ficción es cierta, ese es Auschwitz, lo que pasó allí tiene tanta verdad y es tan dramático, que, por pudor, no inventaría nada. Además, aquello es inagotable, no conocemos ni el 20% de lo que pasó allí», concluye.

«Aunque pueda parecer mentira, mucha gente descubrió el Holocausto por La lista de Schlinder o El niño del pijama a rayas«

La propia autora recuerda las últimas polémicas sobre la cuenta del Museo de Auschwitz en redes sociales criticando a ficciones sobre el Holocausto por inventarse cosas. ¿Cómo lo valora esas críticas, Monforte tras haberse enfrentado a esta novela? «Entiendo al Museo y su exceso de celo, tienen que ser rigurosos y que la historia se conozca bien, es normal», asegura. «Aunque critiquen a series como Hunters -que reconoce que le gustó- o novelas como El niño del pijama de rayas, son necesarias. En EE UU el 40% no tienen ni idea del Holocausto y el 66% de los millennials no saben lo que fue, según una encuesta reciente. Es acertado seguir haciendo ficciones sobre aquello, porque la ficción, aunque invente, no miente. Y es necesario que, como pedían los supervivientes, se siga contando esta historia y que no se olvide, porque los jóvenes son dados a olvidar. Aunque pueda parecer mentira, mucha gente descubrió el Holocausto por La lista de Schlinder o El niño del pijama a rayas«.

«Es muy peligroso no conocer la historia, porque nos manda constantemente postales y cartas»

Termina la autora recomendando ir, «al menos una vez en la vida», a Auschwitz: «No tienes miedo, pero cuando entras, lo haces con pudor y respeto. No ves a prisioneros ni verdugos, pero están en el ambiente, flotando, y los sientes».

Pregunto por las últimas polémicas sobre las estatuas y las campañas contra películas y ficciones. «Las estatuas, lo de Lo que el viento se llevó o Matar a un ruiseñor… me parece una majadería, la mayoría de los que tiran esas estatuas no saben quienes fueron esos personajes», responde Monforte. «No se pueden juzgar hechos que pasaron hace siglos u ochenta años, con nuestros ojos de hoy, porque nos vamos a equivocar. No hay que reescribir la historia, hay que conocerla. No soy partidaria de derribar estatuas o prohibir libros o películas. Han pintado estatuas de Churchill tildándolo de nazi; bueno, podría ser muchas cosas, pero nazi seguro que no. Es muy peligroso no conocer la historia, porque nos manda constantemente postales y cartas», explica esta periodista. «Auschwitz se liberó en 1945, pero lo que dio pie, lo que provocó, el odio,… sigue en nuestro tejido social, esperando a cualquier iluminado que venga a salvar al mundo y lo haga saltar por los aires. Está en nuestra condición humana, lo llevamos todos los humanos como un virus».

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