En estos días de confinamiento por la pandemia del coronavirus muchos estamos redescubriendo lo placentero y necesario de actividades como escuchar música, leer, reflexionar tranquilamente, ver ficción audiovisual sin prisas… Con mi hijo, bailamos, cantamos y jugamos como hasta hace poco parecía imposible hacerlo. De hecho, después de muchos años sin pintar, volví a coger con él un pincel, y experimenté el anhelo de crear, se abrió mi mente a un horizonte que creía olvidado. Frente al horror sanitario y social, quizá lo único bueno que podamos sacar es el valor y solidaridad que estamos viendo en muchísimas personas y el redescubrir que algunos actos, algunas materias que se suelen considerar inútiles y a las que habitualmente se maltrata, son realmente esenciales.
He leído en los últimos días en las redes sociales distintas reflexiones (y algunas de personas del mundo de la cultura a las que admiro) sobre si los libros son un bien de primera necesidad y, por tanto las librerías, deberían permanecer abiertas. Entiendo los temores y las urgencias, los argumentos también, pero no los comparto. Sé que históricamente el sector editorial y librero ha sido una actividad a la que las crisis de todo tipo golpea con dureza y que no suele recibir grandes ayudas y rescates. Yo mismo, como lector, periodista y escritor, valoro los libros como algo vital. Pero considerar que son un bien de primer necesidad, que merecen la atención prioritaria de las autoridades, en estos momentos donde la necesidad sanitaria es total y hay que garantizar la atención económica y social para millones de personas, me resulta increíble. Lee el resto de la entrada »