La novela histórica en cuarentena: ¿cómo afecta a los escritores el confinamiento por el coronavirus?

Un hombre leyendo en su balcón de Sevilla (Agencias)

El sector del libro está viviendo unos difíciles momentos, críticos, por el coronavirus. Apenas se pueden comprar ejemplares, salvo en ebook o por comercio electrónico; las novedades han sido pospuestas sin fecha. Las escasas promociones que se pueden hacer de obras se trasladan a las redes. Las editoriales hacen encaje de bolillos reprogramando sus calendarios sin tener aún muy claro cuándo volverán. Y parece que las ayudas institucionales no llegarán o si lo hacen, tardarán y serán escasas. No todo ha parado, claro, hace unos días, el Certamen Internacional de Úbeda afirmaba que mantenía sus fechas para su premio y que la comisión lectora avanzaba a toda máquina en la valoración de manuscritos presentados.

¿Y los autores? Hoy en XXSiglos he querido hablar con 14 autores de novela histórica para saber cómo están pasando estos momentos, cómo les está afectando el confinamiento y cómo ven la situación del sector del libro. Desde Malta y Hungría hasta todos los puntos de la Península Ibérica, me contestan…

La pandemia y los confinamientos derivados les ha golpeado a todos, pero especialmente a los que esperaban lanzar su última novela en estas fechas. Es el caso, por ejemplo, de Luis Zueco que acababa de lanzar El mercader de libros (Ediciones B) pocos días antes de iniciarse el estado de alarma. «Ha sido un momento complicado», dice el escritor que intenta promocionar su novela en sus redes sociales. «Nada va a ser igual después de esta pandemia, pero tengo la esperanza de que esta situación nos ayude a construir una sociedad mejor y más solidaria».

«Un pequeño desastre», me confirma la ganadora del último premio de Narrativas Históricas Edhasa, Herminia Luque, que ha visto como un día después de anunciarse que había ganado el galardón con su novela La reina del exilio se declaraba el estado de alarma. Toda la promoción detenida, salvo la virtual, y afectará al lanzamiento de otros dos libros suyos.

También ha generado incertidumbre en autores que iban a publicar  a finales de marzo, abril y mayo (como la pospuesta Óleum (en Harper Collins Ibérica), de Jesús Maeso de la Torre, o las nuevas obras de Toti Martíenez de Lezea u Olalla García que tendrán que esperar hasta después del verano). Novelas previstas para junio, como lo nuevo de Álber Vázquez o Pedro Santamaría también están a la espera de ver qué pasa. A otros, como Francisco Narla le ha hecho retrasar una nueva edición de su novela más famosa, Assur, para celebrar los más de 300.000 lectores.

«Si quieres arrancarle a Dios una carcajada, cuéntale tus planes», me cuenta Pedro Santamaría.  «Es curioso comprobar cómo, hasta ahora, todos parecíamos vivir en un futuro frenético, haciendo planes y más planes. Ahora la incertidumbre nos obliga a refugiarnos en el pasado, en lo que de verdad importa, en lo que somos y en lo que podemos ser. Se nos ha impuesto la calma de forma violenta y por la fuerza», me explica sus sensaciones este autor.

Al escritor León Arsenal, por ejemplo, toda esta situación le ha cogido negociando una novela «con una gran editorial» -«se trata del arranque de una serie» ambientada en la Edad Media-, así que ha decidido crear un microtaller de narrativa, vía zoom, gratuitos y de media hora, con la única finalidad de «experimentar nuevas fórmulas» y «ayudar a la gente a sobrellevar el confinamiento».

A otros, todo esto le ha pillado trabajando… pero no de escritor. «Soy policía nacional», me explica Sebastián Roa tras contarme que su próxima novela, con nueva editorial, se pospondrá casi seguro hasta 2021,  «así que a diario recorro calles casi vacías para ir llegar a mi puesto de trabajo; y allí, entre desinfección y desinfección, contemplo cómo los soldados que luchan contra el bicho, lanzados a pecho descubierto, van cayendo poco a poco, sin derecho a un mísero test o racaneando mascarillas. Y luego vuelvo al hogar, siempre temeroso de traer al demonio conmigo. Fíjate: con todas las batallas que he descrito en mis novelas, lo que menos imaginaba es que un día vería lanzándose a la carga no a caballeros medievales o a hoplitas tebanos, sino a enfermeras, médicos, cajeras de supermercado, limpiadores, farmacéuticas o camioneros«.

Por su labor, Roa comenta que «lo de escribir ha quedado pospuesto para tiempos mejores, es posible cuando todo esto acabe y la gente se lance eufórica a recuperar la calle, sea yo quien me encierre y me ponga a escribir como loco».

Pero no es el único al que este tiempo le está pasando factura a la hora de escribir, aunque sea por otros motivos. «La tensión nos está afectando a todos, nadie puede rendir al 100% en estas circunstancias. Yo estoy intentando escribir, pero me cuesta más que nunca», me dice Zueco. Por su parte, otros como Olalla García o Blas Malo me hablan de otras dificultades relacionadas: «No hay tensión por tensión ni por bloque, sino por circunstancias personales», comenta García y explica que «cuando vives con personas dependientes que ahora están las 24 horas en casa, el tiempo que dispones para trabajar se reduce mucho». Malo, que lanzó su novela El guardián de las palabras (Edhasa) en febrero, coincide: «Me cuesta escribir, mi hijo me reclama en todo momento para jugar y no sé decirle no. Los padres en teletrabajo seguimos madrugando y echando horas, mientras los hijos pequeños están más descansados y tienen una energía que agota».

En esa dirección (tensión, familia) se expresa también Herminia Luque, que concluye que «todo esto es un tsunami emocional que no potencia la creatividad precisamente».

Foto de bongkarn thanyakij en Pexels

«La verdad es que pensaba hacer muchísimas cosas: empezar una nueva novela, poner orden en mi biblioteca, retirar los libros que ya no me interesan… y lo único que hago es leer y leer, y curiosear por las bibliotecas digitales abiertas ahora para todo el mundo. No estoy bloqueada, ¡estoy vaga!», me explica Toti Martínez de Lezea en otro sentido.

Pero también hay otros autores que están aprovechando el tiempo en casa. «He anticipado el inicio de una nueva novela que tenía programada para verano», afirma Jesús Maeso. «Aprovecho todas las horas posibles para vivir mentalmente en mi novela y, luego, para escribirla. No paro de viajar en el tiempo con billete de vuelta La pandemia no me ha afectado psicológicamente en ningún momento. Escribo más porque dispongo de más tiempo», explica Emilio Lara.

David B. Gil, autor de Ocho millones de dioses, asegura que «no han cambiado sus hábitos» laborales, después de años «trabajando desde casa», lo que cambian son «esas otras rutinas que los escritores necesitamos para mantenernos equilibrados física y mentalmente: gimansio, salir a correr, relaciones sociales…»  Cosas que afirman no «son ninguna tontería cuando pasas muchas horas al día delante de un monitor». Aunque matiza que el tiempo de escritura es algo menor por los contenidos que medios y editoriales demanda en estos momentos de confinamiento: entrevistas, vídeos, redes sociales, directos… «Invaden nuestra rutina y los escritores somos animales de hábitos», explica aunque confiesa que «se hacen con gusto».

Coincide con él Álber Vázquez que dice que «estoy escribiendo igual que antes. Los novelistas históricos somos muy disciplinados, pues no existe otro modo de sacar adelante novelas de las características de las nuestras», pero sí ha visto «perturbadas», algunas rutinas que asocia «al acto de escribir»: «Paso mucho tiempo paseando por el bosque. Allí, pienso en las historias que estoy desarrollando, las maduro, les doy forma. Lo que se me ocurre en el bosque no se me ocurre en ningún otro lugar. Y ahora no puedo ir, de modo que he tenido que variar esa rutina. Sigo pensando y reflexionando, pero entre cuatro paredes no es lo mismo».

Hay también quienes creen que todo esto no ha cambiado mucho su forma de trabajar -«soy un tipo hogareño que disfruta con su familia» me dice Francisco Narla, que está preparando la documentación de su próxima novela y que asegura que no ha sentido que la situación «me ayude o me bloqueé como escritor»- y a quienes le está dando oportunidades de avanzar. Es el caso de Vic Echegoyen, autora de la reciente La voz y la espada, que explica que al «ser escritora y pintora la situación me ayuda». Y se nota, en estas semanas le ha dado tiempo a revisar una novela que ha escrito en inglés y que autopublicó en Semana Santa y que en los próximos días terminará una nueva novela histórica que enviará a su agente.

Y más allá de situaciones personales e individuales, les pregunto cómo creen que va a afectar todo esto al sector. Más o menos coincidentes, todos apuntan a un golpe muy duro al sector. «Mazazo», «guerra sin bombas», «destructiva», «crisis sobre crisis», «desastre» son algunas de las palabras utilizadas por los autores. También hay coincidencia en que  la situación se cebará con las librerías y las editoriales más pequeñas. Y también hay que vaticina «cambios radicales» en el sector del libro, a los que habrá que estar atentos como Arsenal.

Pero también hay esperanza. «Los libros son muy resistentes, llevan siglos venciendo a muchos enemigos«, afirma Luis Zueco. Algunos apuestan porque esta pandemia será fructífera para los libros: «habrá mucha gente enganchándose a la lectura», asegura Roa.

«Auguro una buena época para los ensayos, los libros de historia y la novela histórica, pues la gente necesitará estructurar su pensamiento sobre el porvenir, aprender del pasado y viajar a él a través de la ficción», explica Lara. Y Santamaría remata «en los años siguientes van a surgir novelas fabulosas nacidas de la brutal sacudida que están sufriendo nuestra sociedad y nuestras conciencias. El grafito y el diamante son idénticos a nivel químico. La diferencia está en la presión a la que son sometidos. Es la presión la que crea diamantes«.

Eso sí, todos coinciden en que quién sacará las castañas del fuego no será el ministerio de Cultura sino los lectores. «Seremos nosotros mismos los que tendremos que sacarnos las castañas del horno. Así que, desde ya, hago un llamamiento: Comprad libros porque un país que no lee es un país muerto», clama Álber Vázquez. E incide David B. Gil: «Solo espero que los lectores habituales, los que alimentan a las librerías y, por ende, a nosotros los escritores, hagan el esfuerzo de salir a comprar cuando termine el confinamiento», algo de lo que está segura Vic Echegoyen, quien cree que este confinamiento creará nuevos lectores y creará necesidades en los ya habituales.

Aunque también opina, como Toti Martínez de Lezea, que «después de este empacho literario, no creo que tengamos muchas ganas de leer, incluso los lectores de vocación, cuando volvamos a ser dueños de nuestro tiempo».

Está claro que solo el tiempo dará y quitará la razón.

A continuación os dejo todas las respuestas de los escritores.

Luis Zueco

¿Cómo te ha afectado esta pandemia?

Mi nueva novela se publicó unos días antes de que empezara el confinamiento por lo que, a nivel profesional, ha sido un momento complicado. Anulé las primeras presentaciones antes de que se declarara el estado de alarma por responsabilidad, ya que me parecía peligroso juntar en un espacio cerrado a un grupo numeroso de gente y fue lo más acertado. Ahora está todo parado y no hemos podido realizar ningún acto de promoción aunque intento estar activo en mis redes sociales.

En el lado personal, conozco casos cercanos y está siendo duro. Aterroriza ver lo que está sucediendo, nada va a ser igual después de esta pandemia, pero tengo la esperanza de que esta situación nos ayude a construir una sociedad mejor y más solidaria como se está demostrando.

¿Estás escribiendo más en este confinamiento?

Creo que la tensión nos está afectando a todos, nadie puede rendir al 100% en estas circunstancias. Yo estoy intentando escribir, pero me cuesta más que nunca.

¿Cómo crees que va a afectar esta situación al sector del libro?

Va a ser un mazazo, sobre todo para las librerías y editoriales pequeñas. Además, primavera es una época clave por el Día del Libro y todas las ferias, pero los libros son muy resistentes, llevan siglos venciendo a muchos enemigos.

Sebastián Roa

¿Cómo te ha afectado esta pandemia?

Profesionalmente mucho, ya que presto un servicio esencial para la comunidad. Personalmente también, claro. ¿Y a quién no? Hemos tenido que cambiar hábitos y acostumbrarnos a toda velocidad a las nuevas reglas de esta extraña guerra contra el bicho. Además, queda la incertidumbre: ¿cómo será nuestro mundo después del coronavirus?

¿Estás escribiendo más en este confinamiento?

Bueno, como yo no me quedo en casa, te daré un punto de vista asimétrico sobre el confinamiento: soy policía nacional, así que a diario recorro calles casi vacías para ir llegar a mi puesto de trabajo; y allí, entre desinfección y desinfección, contemplo cómo los soldados que luchan contra el bicho, lanzados a pecho descubierto, van cayendo poco a poco, sin derecho a un mísero test o racaneando mascarillas. Y luego vuelvo al hogar, siempre temeroso de traer al demonio conmigo. Fíjate: con todas las batallas que he descrito en mis novelas, lo que menos imaginaba es que un día vería lanzándose a la carga no a caballeros medievales o a hoplitas tebanos, sino a enfermeras, médicos, cajeras de supermercado, limpiadores, farmacéuticas o camioneros. Así las cosas, y a pesar de que lo mío contiene más material literario que pasar los días en casa, lo de escribir ha quedado pospuesto para tiempos mejores. Es posible que, cuando todo esto acabe y la gente se lance eufórica a recuperar la calle, sea yo quien me encierre y me ponga a escribir como loco.

¿Cómo crees que va a afectar esta situación al sector del libro?

El parón ha sido casi total, eso no puede ser bueno. Las publicaciones se han suspendido sine die, las novedades se acumulan en la zona de salida. Mientras tanto, el sector pierde dinero y, en el caso de las editoriales pequeñas y de los libreros, se acerca al punto de ruptura. Supongo que los dos grandes grupos editoriales y las cadenas tienen más posibilidades de salir adelante, aun con pérdidas. A lo mejor hay algo positivo, y es que estos días habrá mucha gente enganchándose a la lectura.

Herminia Luque

¿Cómo te ha afectado esta pandemia?

Profesionalmente me ha supuesto la paralización, por los cauces habituales (presentaciones, firmas de libros), de la promoción de mi novela recién premiada, La reina del exilio, Premio Narrativas Históricas Edhasa 2020. También la cancelación de otros eventos, como conferencias y charlas. Y el retraso en la aparición de dos libros más. Un pequeño desastre.

¿Te está dando tiempo este confinamiento para escribir?

Te da tiempo y te quita capacidad. El sentimiento de incredulidad (el no, no puede estar pasando esto) da paso a modulaciones del horror (sí, la muerte está al final del pasillo), la preocupación (oh, la familia), la empatía (con quienes están en primera línea de este fuego invisible) y la esperanza (en esta sociedad, en lo venidero); todo esto es un tsunami emocional que no potencia la creatividad precisamente.

¿Cómo crees que va a afectar esta situación al sector del libro?

Le afectará como le está afectando ya a toda la economía. Pero, librescamente, también será fructífera. Luego tendremos que explicarnos y contarnos qué pasó y el formato libro (novela, ensayo) será imprescindible; una cancioncilla no nos bastará.

Olalla García

¿Cómo te ha afectado esta pandemia?

Para mí el perjuicio profesional está siendo mayor que el personal. Las conferencias y encuentros literarios previstos para estos meses se han suspendido, y yo tenía una agenda muy apretada. Además, el lanzamiento de mi nueva novela, prevista para junio, se ha retrasado a septiembre… de momento. Pero no me quejo. Las circunstancias son las que son, y nos afectan a todos.

¿Estás escribiendo más en este confinamiento?

No, la situación no me está ayudando, todo lo contrario. No por tensión (que la hay) ni por bloqueo, sino por circunstancias personales. Cuando vives con personas dependientes que ahora están en casa las 24 horas el tiempo de que dispones para trabajar se reduce mucho. Es inevitable. Pero en esta tesitura, hay que esforzarse más que nunca para que el tiempo pasado en familia sea enriquecedor y agradable. Hay que compartir lo mejor que tenemos con las personas de nuestro entorno.

¿Cómo crees que va a afectar esta situación al sector del libro?

Aún es pronto para saberlo. No creo que haya cambios estructurales a gran escala, pero sí que el mayor daño lo sufrirán las pequeñas librerías y editoriales. Ellas serán las más afectadas. Y es una lástima, porque, en mi experiencia, suelen ser las más dinámicas, creativas y las que ofrecen propuestas más innovadoras.

Blas Malo

¿Cómo te ha afectado esta pandemia?

Mi actividad profesional principal es la ingeniería, y desde hace un año la realizo en teletrabajo, así que no ha cambiado en nada mi entorno de trabajo, excepto que ahora tengo a mi hijo en casa y el tiempo no me rinde igual.  Este año Edhasa ha publicado mi nueva novela (El guardián de las palabras) y por causa de la pandemia he tenido que anular actos de presentación en librerías y algunas charlas previstas. Esperemos que en verano se acabe esta crisis sanitaria directa, aunque temo que empezará otra, una crisis económica severa de al menos un año. Y cuando hay crisis, lo primero que cae es la cultura, no se tiene por imprescindible para sobrevivir. Creo que muchos descubrirán su error: es necesaria para no volvernos locos. Tengo la fortuna que nadie de mi entorno cercano ha sucumbido aún a la pandemia.

¿Te está dando este confinamiento más tiempo para escribir?

Como escritor, saco tiempo cuando puedo por la noche. Es cuando suelo escribir, si mi hijo ya duerme y hay silencio. Es un hábito que tengo desde hace años, por motivo de mi profesión. Escribir de noche y leer y pensar a ratos de día. Ahora me cuesta escribir, mi hijo me reclama en todo momento para jugar y no sé decirle no. Los padres en teletrabajo seguimos madrugando y echando horas, mientras los hijos pequeños están más descansados y tienen una energía que agota. Así que si escribo media hoja al día ya es un logro. No todos los días lo consigo. Antes daba paseos para oxigenarme y coger ideas. Ahora eso no puedo hacerlo. Como escritor, he tenido que desligarme bastante de las redes este último mes, porque todo está saturado de malas noticias, miedo y/o pánico, y coronavirus, y eso perjudica a la creatividad. Prefiero zambullirme en mi nueva novela en proceso y olvidarme de todo lo demás, si la realidad me deja.

¿Cómo crees que va a afectar esta situación al sector del libro?

Es un sector que depende mucho de fechas concretas en primavera y todo eso se ha parado. Sé que se han parado las novedades de compañeros, al menos varios meses. Las librerías no venden libro físico porque están cerradas, y eso es el grueso de la facturación en España. Todo es una cadena que se ha roto. Y quien no tenga pulmón financiero, quebrará. Librerías, distribuidores, imprentas, editoriales. Sobre todo las más pequeñas e independientes, que viven al día. Esto es como una guerra pero sin bombas ni destrucción de infraestructuras. Espero que eso signifique que como país, como mundo, nos recuperaremos antes.

Toti Martínez de Lezea

¿Cómo te ha afectado esta pandemia?

Profesionalmente, en mayo iba a presentar mi nueva novela, pero, como está todo parado (días del libro, ferias, librerías, etc.), habrá que dejarlo para después del verano. Personalmente, la verdad es que lo llevo muy bien; mi marido y yo somos muy caseros y salimos poco, es la ventaja de vivir en el campo, en una casa vieja con huerta y repleta de libros…

¿Este confinamiento te está dando más tiempo para escribir?

Pues la verdad es que pensaba hacer muchísimas cosas: empezar una nueva novela, poner orden en mi biblioteca, retirar los libros que ya no me interesan… y lo único que hago es leer y leer, y curiosear por las bibliotecas digitales abiertas ahora para todo el mundo. No estoy bloqueada, ¡estoy vaga! Me digo algo así como: “Hay tiempo de sobra… Mañana… No hace falta que te des prisa…”, y sigo leyendo.

¿Cómo crees que va a afectar al sector de libro?

Esta situación va a afectar duramente al sector del libro, ya bastante tocado. Por otra parte, después de este empacho literario, no creo que tengamos muchas ganas de leer, incluso los lectores de vocación, cuando volvamos a ser dueños de nuestro tiempo. De lo que nadie nos va a librar es de la cantidad de novelas y ensayos sobre el tema, en clave real, histórica o de ficción, que aparecerán en los próximos meses.

Francisco Narla

¿Cómo te ha afectado esta pandemia?

Como a casi todos. Ha sido un mazazo. Se estaba preparando una reedición de Assur para celebrar los 300.000 lectores (con un mapa, una guía de viaje y un montón de cosas más) y se ha retrasado el lanzamiento hasta el otoño. También me han afectado las cancelaciones o cambios de multitud de eventos, como la feria de El Escorial, la de Madrid o el Santo Jordi. Por otro lado, también en el aspecto profesional me preocupa la situación de los libreros, no va a ser fácil para ellos. Además, me ha resultado un tanto desesperanzador ver la falta de menciones al libro y la lectura; ha habido algunas sí, pero me ha parecido que la cultura cobraba poca importancia en un momento en el que podría convertirse en un magnífico refugio. Personalmente la perspectiva es distinta. Yo vivo en el campo, en una propiedad con jardín y espacio; gracias a ello el confinamiento se lleva bien, aunque lamento la suspensión del inicio de la temporada de pesca. Ahora bien, eso son menudencias, personalmente, lo que más me ha afectado es el conocer a afectados, incluso algunos que, por desgracia, han fallecido… Eso ha sido muy duro. Espero que encuentren pronto un tratamiento, ya sea preventivo o curativo… Creo recordar que la mal llamada gripe española dio tres veces la vuelta al mundo… Espero que no suceda ahora…

¿Este confinamiento te está dando más tiempo para escribir?

Estoy leyendo mucho y aprovechando para documentar mi próxima novela. En ese sentido mi vida no ha cambiado mucho. Soy un tipo hogareño que disfruta con su familia, en ese sentido no se puede decir que mi vida haya cambiado mucho. Únicamente en ese otro aspecto profesional de mi vida, el de la aviación, en el que se están viviendo tiempos duros e inciertos. De todos modos, no he sentido que me ayude o me bloqueé como escritor.

¿Cómo crees que va a afectar esta situación al sector del libro?

No tengo la menor idea, no soy economista y no tengo alma de adivinador de feria. No lo sé, pero me temo, como decía, que muchos libreros están recibiendo la puntilla que rematará sus maltrechos negocios. Espero equivocarme…

Jesús Maeso

¿Cómo te está afectando esta pandemia?

En lo profesional, ha alterado la publicación de mi nueva novela Oleum, con Harper Collins, que se posterga para más adelante, así como las presentaciones y firmas. En lo personal, no me ha afectado grandemente. Tan solo he dejado mis pasesos y mi tertulia diaria delante de un buen café.

¿Te está dando más tiempo para escribir en este confinamiento?

Sí, he descubierto la bondad de la quietud y del tiempo necesario para crear y escribir. Hasta tal punto que he anticipado el inicio de una nueva novela que tenía programada para verano. Pero todo esto es baladí. Lo importante es dejar atrás esta impensada pandemia y que la ciudadanía recupere sus pulsos. Y es hasta posible que cambien nuestros comportamientos y la forma de ver la vida.

León Arsenal

¿Cómo te ha afectado esta pandemia?

Profesionalmente me ha pillado terminando una novela y ofreciéndola a editoriales. La novela que justo acabo de rematar hace unos días es parte de un proyecto que venía acariciando desde hace años. Hay historias que se pueden (y deben) desarrollar a lo largo de variso libros como demostró la serie de Roma de McCullough, aunque el planteamiento de mis novelas es más autoconclusivo. Adelanto que está ambientada en el medievo y que ha sido un esfuerzo muy gratificante por mover personajes que ganarán protagonismo en libros posteriores y tramas menores que llegarán a ser principales, meterse en ambientes, mentalidades y tratar de trasladarlas al lector.

Has aprovechado este confinamiento para poner en marcha un taller online…

El taller nació a raíz de que todo la actividad paró de repente. Estaba preparando un par de talleres presenciales y, con el paró, se me ocurrió que podía intentar el experimento de desarrollar unos microtalleres (media hora) online de narrativa, gratuitos, para ayudar a la gente a sobrellevar el confiamiento. El reto estaba en no hacer un volcado de los talleres presenciales a online, sino desarrollar una nueva fórmula. De momento, va en marcha, con una treintena de asistentes (prefiero ir subiendo poco a poco para ir corrigiendo errores sobre la marcha) y supongo que en algún momento llegaremos a cien asistentes, La gente está contenta, aprende en esta situación tan anómala que vivimos, y a mí me sirve para experimentar fórmulas nuevas.

¿Cómo crees que afectará todo esto al sector de libro?

Lo veo con preocupación. me pregunto cuántas librerías de las que ya estaba en estrecheces no levantarán el cierre si esto dura tres meses. Lo siento por esos libreros que lo han peleado durante años y esto puede suponerles el tiro de gracia. Como también siento por los compañeros que han publicado libros en este trimestre y cuyos libros van a pasar como espectros, habida cuenta de que han ido a librerías cerradas, con presentaciones y actos suspendidos de repente.

¿Qué va a ser del sector? Solo podemos tener una certeza bastante grande de que va a cambiar de manera radical como muchos de los sectores sociales, culturales y productivos del país. ¿A qué? Es pronto para decirlo. Solo podemos empezar a buscar nuevas vías y estar atentos, porque según como evolucione la vida con la plaga y después de ella, así será el nuevo panorama. Ahora es pronto para especular.

David B. Gil

¿Cómo te ha afectado esta pandemia?

A nivel laboral no han cambiado mis hábitos. Llevo años trabajando desde casa, en mi despacho, así que mi jornada laboral se mantiene intacta. Lo que ha cambiado son todas esas otras rutinas que los escritores necesitamos para mantenernos equilibrados física y mentalmente. Ya no puedes ir al gimnasio, ni salir a correr, y las relaciones sociales se han reducido drásticamente; algo que no es ninguna tontería cuando te pasas muchas horas al día delante de un monitor.

Este confinamiento, ¿te está dando más tiempo para escribir?

El tiempo para escribir es prácticamente el mismo, quizás algo menos, ya que ahora se nos demanda una serie de contenidos (por parte de los medios y de la propia editorial) que en circunstancias normales no tendríamos que atender: vídeos para las redes sociales, entrevistas, directos con los lectores para sobrellevar el confinamiento… Es un goteo de actividades que invade nuestra rutina, y los escritores somos animales de hábitos. Aun así se hacen con gusto, porque lo cierto es que el confinamiento hace mella y es difícil concentrarse en la escritura. Digamos que para escribir necesitas que la incertidumbre esté dentro de tu historia, no en el mundo que te rodea.

¿Cómo crees que va a afectar esta situación al sector del libro?

No puede ser bueno. La crisis de 2008 fue un duro mazazo para el sector editorial; en los últimos años hemos visto una leve recuperación, pero lejos de la situación previa a la crisis. Así que esto va a ser crisis sobre crisis. Solo espero que los lectores habituales, los que alimentan a las librerías y, por ende, a nosotros los escritores, hagan el esfuerzo de salir a comprar cuando termine el confinamiento.

Emilio Lara

¿Cómo te ha afectado esta pandemia?

Ha multiplicado la posibilidad de dedicar más tiempo al trabajo intelectual. Doy clases por internet a mis alumnos de bachillerato, leo mucho, escribo muchísimo (a un ritmo de locomotora), oigo la radio, escucho música clásica y de cine y, por las noches, veo películas o series. He escrito dos artículos para periódico y estoy enfrascado con una nueva novela. Como soy un escritor que da clases estoy habituado al mundo interior y a estructurar mi tiempo, por lo que llevo bien la bunquerización casera. Hablo mucho por teléfono con los amigos en este Mapa de los Afectos que cada uno hemos dibujado. Estoy admirado por el esfuerzo de nuestros sanitarios, orgulloso en general con el comportamiento de los españoles, esperanzado en ver la luz al final de este túnel e indignado por cómo se nos ha conducido a una crisis sanitaria y económica sin precedentes en la historia contemporánea de nuestra nación.

¿Te está dando más tiempo este confinamiento para escribir?

Por supuesto. Siempre he cumplido a rajatabla la frase de Marañón: «ser un trapero del tiempo». Aprovecho todas las horas posibles para vivir mentalmente en mi novela y, luego, para escribirla. No paro de viajar en el tiempo con billete de vuelta. La pandemia no me ha afectado psicológicamente en ningún momento. Escribo más porque dispongo de más tiempo.

¿Cómo crees que afectará esta situación al sector del libro?

Será destructiva y se tardará en remontar. Dudo que reciba ayudas o estímulos económicos de calado. La recesión (o depresión) será honda. Millones de personas  recortarán en gastos culturales, porque en España la cultura no es vista socialmente como un bien de primera necesidad (una inversión vital). Los escritores noveles tendrán muy difícil acceder a la publicación, porque editoriales y libreros confiarán más en los autores consagrados para una rápida obtención de ingresos. Ahora bien, auguro una buena época para los ensayos, los libros de historia y la novela histórica, pues la gente necesitará estructurar su pensamiento sobre el porvenir, aprender del pasado y viajar a él a través de la ficción.

Pedro Santamaría

¿Cómo te ha afectado esta pandemia?

Supongo que la palabra sería incertidumbre. Incertidumbre a corto, medio y largo plazo. Bien es cierto que esto de la escritura no ofrece grandes garantías de estabilidad, es más bien una especie de montaña rusa, por lo que, en cierto sentido, los que juntamos letras quizá podamos soportarlo algo mejor que quienes ya tenían planificada su vida hasta la jubilación y más allá. Por de pronto se han pospuesto diversos eventos anuales, en particular las ferias del libro, cancelación de charlas y presentaciones, cancelaciones de eventos literarios… Ya sabes: «si quieres arrancarle a Dios una carcajada, cuéntale tus planes». Creo que, al igual que todo el mundo, las sensaciones inquietud y preocupación a todos los niveles, desde el familiar hasta el mundial, desde lo más mundano a lo más etéreo, conviven con otras de cierta paz esperanzada y con una extraña promesa interior de volver a valorar las pequeñas cosas. Algo que seguramente quedará en nada cuando todo vuelva a la normalidad… si es que lo que vivíamos era normalidad, claro.

Es curioso comprobar cómo, hasta ahora, todos parecíamos vivir en un futuro frenético, haciendo planes y más planes. Ahora la incertidumbre nos obliga a refugiarnos en el pasado, en lo que de verdad importa, en lo que somos y en lo que podemos ser. Se nos ha impuesto la calma de forma violenta y por la fuerza.

¿Te está dando más tiempo para escribir en este confinamiento?

Sí, me está dando más tiempo para escribir, otra cosa es que sea tiempo de provecho. Ya juzgarás .

¿Cómo crees que va a afectar esta situación al sector del libro?

Como en todos los sectores, el golpe va a ser duro. Eso sí, estoy convencido de que en los años siguientes van a surgir novelas fabulosas nacidas de la brutal sacudida que están sufriendo nuestra sociedad y nuestras conciencias. El grafito y el diamante son idénticos a nivel químico. La diferencia está en la presión a la que son sometidos. Es la presión la que crea diamantes.

Alber Vázquez

Como escritor, ¿cómo te ha afectado esta pandemia?

Pues ha añadido incertidumbre. La publicación de mi próxima novela está prevista para junio, y la fecha se mantiene pero sin saber del todo si el mundo va a regresar a la normalidad. Para publicar libros, es necesario que los lectores puedan ir a las librerías. Ya está, no hay más trucos. Estamos, lo que se dice, a la espera. Aguardando a que, mágicamente, todo vuelva a ser como antes. Algo que, sinceramente, no sé cómo va a suceder. Si la gente no trabaja, no tiene dinero en el bolsillo. Si no tiene dinero, no compra libros. La cultura es el eslabón perdido de los apoyos institucionales. Estamos abandonados a nuestra suerte.

Este confinamiento, ¿te está dando más tiempo para escribir?

Estoy escribiendo igual que antes. Los novelistas históricos somos muy disciplinados, pues no existe otro modo de sacar adelante novelas de las características de las nuestras. Por ello, la parte de la escritura no se ve afectada. En mi caso, sí me siento perturbado porque he tenido que dejar de lado muchas rutinas cotidianas que yo asocio al acto de escribir. Por ejemplo, paso mucho tiempo paseando en el bosque. Allí, pienso en las historias que estoy desarrollando, las maduro, les doy forma. Lo que se me ocurre en el bosque no se me ocurre en ningún otro lugar. Y ahora no puedo ir, de modo que he tenido que variar esa rutina. Sigo pensando y reflexionando, pero entre cuatro paredes no es lo mismo.

¿Cómo crees que va a afectar esta situación al sector del libro?

Va a ser devastador. Si se impide la circulación de las personas, se ahoga al mundo del libro. ¿Ha mencionado el gobierno alguna medida tendente a paliar la situación? En absoluto. El gobierno ha llegado a recomendar que los ciudadanos consumamos cordero porque el sector que los produce está pasándolo mal. Sin embargo, los libros ni los menciona. El ministro de Cultura está desaparecido, como si no existiese. La cultura, en tiempos de penuria, no importa a los gobernantes. Como ha sucedido siempre, seremos nosotros mismos los que tendremos que sacarnos las castañas del horno. Así que, desde ya, hago un llamamiento: Comprad libros porque un país que no lee es un país muerto.

Vic Echegoyen

¿Cómo te ha afectado esta pandemia?

Como soy intérprete de conferencias y traductora-revisora, y trabajo exclusivamente para organizaciones internacionales como la UE o la OSCE, que desde mediados de marzo se han visto obligadas, por motivos de seguridad sanitaria de fuerza mayor, a cancelar todas o prácticamente todas sus reuniones, llevo semanas sin trabajar ni tener ingresos, pero como autónoma que trabaja «sin red» de ayudas ni subvenciones de ningún tipo, ni antes ni ahora, estoy acostumbrada y preparada para pasar épocas de «vacas flacas» viviendo durante muchos meses de mis ahorros, si hace falta. A cambio, como tengo casi todo el tiempo libre, por fin puedo dedicarme exclusivamente a pintar, escribir, ilustrar y aprender obras musicales.

Personalmente, he tenido la gran suerte de poder cumplir todos mis contratos profesionales antes de que la cuarentena generalizada suspendiera durante semanas, quizá meses, mi trabajo, pero pude regresar a tiempo a mi hogar y reunirme con mi familia en Hungría (aquí la situación es mucho menos dramática y tensa que en otros países, puesto que, al reaccionar de inmediato y con medidas contundentes, de momento solo tenemos que lamentar unos 60 muertos y 650 contagiados debido al coronavirus; además, los húngaros están acostumbrados a soportar privaciones y situaciones mucho más duras, y se toman la cuarentena con calma, disciplina y bastante humor). Vivo aquí desde hace casi 30 años, en una casita con jardín en el bosque, y tengo las condiciones ideales de tranquilidad, seguridad, comodidad e inspiración para dedicarme a actividades creativas hasta que pueda reincorporarme a mis trabajos. Pero sigo con angustia la situación en España, donde sigue viviendo la otra mitad de mi familia y muchos buenos amigos.

Este confinamiento, ¿te está dando más tiempo para escribir?

De momento, en menos de dos semanas me ha dado tiempo a revisar entera una novela que he escrito en inglés y autopubliqué esta Semana Santa, y en los diez próximos días terminaré de escribir una nueva novela histórica y se la enviaré a mi agente. Además, como gracias a la primavera hay más horas de luz al día, por fin puedo volver a pintar al óleo y hacer algunas ilustraciones. También aprovecho para ocuparme del jardín y de un huertito, porque es el momento de empezar a plantar (por si alguien que lea esto tiene un jardín, un balcón o una ventana que da al sur: ¡aprovechadlos, y disfrutad todo el verano de hierbas aromáticas, tomatitos caseros, o flores!) Al ser escritora y pintora la situación me ayuda, porque, al tratarse de actividades tan creativas y placenteras que exigen una gran concentración y disciplina, también me distraen durante muchas horas cada día. La tensión aparece con los telediarios, pero después siempre llamo a algún pariente o amigo, para cerciorarme de que estén bien, e intercambiamos fotos privadas, dibujos, anécdotas o trucos que nos recuerdan que merece la pena estrechar lazos entre nosotros, disfrutar de todos los seres queridos y de las cosas positivas que aún tenemos, y dar gracias cada día por ello. En ese sentido, la actitud valiente, solidaria, ingeniosa y tan generosa de los españoles, que comparten lo bueno que tienen y las cosas que saben hacer para que mucha otra gente se beneficie también, me parece todo un ejemplo.

¿Cómo crees que va a afectar esta situación al sector del libro?

A corto plazo será un desastre para editores, agentes, distribuidores y libreros (salvo aquellos que dispongan también de una tienda en línea con entrega a domicilio, donde sigo encargando libros y juegos para familiares y amigos a fin de que las librerías tengan algunas ventas y los destinatarios tengan una sorpresita que les alegre el día), pues todo está parado: ya no se publica, ni se contrata, ni se distribuye, ni se vende. A medio plazo, de tres a seis meses a partir de ahora, habrá un cuello de botella cuando las editoriales traten de volver al publicar tantas novedades al mes como antes de la crisis, pero ni los libreros puedan aceptar nuevas obras hasta haber tratado de dar salida primero a las novedades que habían encargado justo antes de la cuarentena, y que han pasado ésta confinadas a cal y canto, igual que sus autores, ni los distribuidores las repartan si los libreros les piden muchas menos novedades post-crisis.

Tengo mis esperanzas puestas a largo plazo, de aquí a medio año o un año, cuando se vuelva a publicar, contratar y vender, porque quien ya era lector habrá devorado todas las obras que tenía en su casa y estará hambriento de novedades, y muchos que antes no leían habrán adquirido en estas semanas la afición tan enriquecedora y maravillosa de la lectura, habrán descubierto algunos autores o géneros que les gustan especialmente, y también se lanzarán a buscar más obras de esos autores o géneros: se volverán a comprar, prestar y regalar libros, y ese impulso de lectores clamando por nuevas obras coincidirá con la celebración de un San Jordi postergado, la Feria del Libro de Madrid, y un sinfín de presentaciones, concursos, premios y lanzamientos aplazados hasta entonces, y eso hará posible una constelación que puede ser espectacular para todo el sector del libro, y ayudará a resarcir a todos, editores, autores, distribuidores, libreros, reseñadores y lectores, de las «vacas flacas» que todos estamos viviendo ahora mismo.

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