La esgrima de los conquistadores: sobre duelos y roperas en Indias en el siglo XVI

Fotograma de la serie Conquistadores Adventum (2017, Movistar)

Alan Pitronello ha irrumpido en el género histórico con su primera novela La segunda expedición (Ediciones Pàmies), que se ha alzado con el premio Ciudad de Úbeda. En ella, relata las aventuras y desventuras de un joven hidalgo durante los primeros años de la conquista de América. Entre sus múltiples virtudes, en esta novela Pitronello demuestra pericia narrativa y documental a la hora de narrar el uso de las espadas y los combates. En el siguiente artículo, Pitronello desarrolla sus ideas y conocimientos sobre la esgrima de los conquistadores.

En la novela La segunda expedición (Ediciones Pàmies) se narran las vicisitudes de un joven hidalgo, Martín del Castillo, que busca hacerse respetar en la villa de Santiago de Cuba en 1518, en un mundo plagado de egos y soberbia. Hablamos de principios del siglo xvi, un período fascinante para investigadores y novelistas por muchas razones. Una de ellas tiene que ver con la defensa de la honra o del nombre. Y es que, en el xvi, si el asunto iba de honor, no hacía falta tanta discusión, se desenvainaba la espada y a matarse. Así de simple.

Trasladar a la literatura el arte de la ropera y el escenario de un duelo a muerte durante el período de la conquista de América ha supuesto un verdadero desafío por diversos motivos. El primero, el más importante, por los prejuicios generados a raíz de la leyenda negra y de la historia reciente, hechos que han obstaculizado nuestro derecho a disfrutar de la épica y no nos han permitido mirar con otros ojos una historia que nos pertenece. La segunda razón, más técnica, se debe a la simultaneidad de movimientos y de giros de los adversarios en un combate. Un duelo es una cosa fugaz, de menos de un minuto de duración. ¿Cómo lograrlo?

En la mayor parte de las ocasiones se requiere de una descripción íntegra del combate, es decir, algo que vaya más allá de la habilidad, maestría y rapidez de los contendientes. Resulta imprescindible, pues, referirse a las emociones y a los sentimientos de un hombre que se está jugando la vida en defensa de su honor. No basta con dividir la acción de cada personaje por turnos, que resulta útil, aunque no siempre efectiva. Pero, ¿cómo peleaba un conquistador? Y, sobre todo, ¿cuáles eran sus motivaciones?

La honra y el nombre. Antes de hablar de duelos y roperas, hay que tener en cuenta la naturaleza de los hombres y mujeres de la época, ampliamente recogida en crónicas y relaciones de sus contemporáneos. Muchas de las personas que fueron a Indias eran de cierto renombre —muchos segundones, de familias importantes— y contaban con el estímulo de tener frente a ellos una tierra y una sociedad aún por conquistar. Este hecho forzaba a una manera de comportarse, de remarcar el origen geográfico, familiar o nobiliario si se daba el caso, y de dejar patente cuál era la posición social de cada individuo. Además de las riquezas materiales que portaban en sus viajes, estos aventureros no poseían mucho más que el nombre y el orgullo de su familia y la procedencia. La defensa de lo propio se transformó así en la defensa de la identidad.

La destreza verdadera. Así pues, en un mundo donde la violencia estaba en auge —guerras de bandos, de familias, ajustes de cuentas y arrebatos sin justificación—, el uso de la espada y del duelo se popularizó. Las técnicas y los usos de la ropera fueron distintos en cada país y permitieron conocer el origen de un individuo únicamente por su manera de blandir una hoja. Los primeros tratados de espada surgieron en Italia y Alemania, y posteriormente en España, llamada aquí destreza verdadera para diferenciarla de la destreza vulgar, aquella esgrima de tretas sucias y poco honorables, de tirar del ala del sombrero, escupir y utilizar la capa como arma. Eran compendios derivados de los movimientos y técnicas de la espada de mano y media de la Baja Edad Media. Así, vamos a distinguir dos tipos de esgrima antigua, la española y la italiana, pues podría decirse que ambas fueron llevadas a América.

La destreza verdadera se basa en tres elementos. Distancia, círculo y ángulo. La primera trata de mantener siempre la distancia del adversario, pues hablamos de un sistema principalmente defensivo. El círculo de esgrima es la geometría imaginaria que surge desde los pies del duelista y determina los desplazamientos que hará en busca de la treta más favorable. Y, por último, el ángulo de la espada, siempre recto, con la hoja de acero en paralelo al suelo. La extensión del brazo mantiene la defensa y el uso de un atajo constante —el mantener la hoja sobre la del oponente— sirve para contenerlo. Esta destreza es más dinámica y versátil que la de otras escuelas, pues se basa más en el movimiento de pies (el círculo) que en los brazos. Los adversarios se estudian mucho, pero suelen acabar el asalto de un plumazo. O sea, es más difícil a la hora de narrar en la literatura.

En Italia, la scherma tradizionale (inspirada en los tratados de Agrippa y en el famoso manual de lucha Fior di Battaglia de Fiore dei Liberi) es una esgrima más estática, que reduce el movimiento de pies con posturas y guardias inmóviles. Si bien es de mayor dificultad física, pues no rehúye del cuerpo a cuerpo, la scherma permite el desarme del oponente y disminuye la improvisación. Al producirse el contacto a menor distancia, el asalto se vuelve más sencillo de describir. Es ligeramente más lento.

Así, pues, principios del xvi, se produjo una fusión de estilos. Con el devenir de las guerras de Italia, la hueste que regresó a España trajo algunas de las posturas y estilos del extranjero. En aquellos primeros años, cuando aún no se definían por completo las escuelas como sucederá a finales de siglo, algunas ideas se fusionaron. Los primeros conquistadores llevaron a Indias diferentes métodos para la ropera y el manejo del acero. Tal y como se aprecia en la novela acerca del aprendizaje del joven Martín del Castillo, se adoptaron elementos de esgrima de Italia y España, entremezclando las técnicas de espadas más pesadas y ropera. El círculo y las guardias. Y sobre esta premisa ha sido posible elaborar una literatura de duelos rápidos y versátiles y, a la vez, disfrutar de la belleza de una guardia medieval, último puente entre una Edad Media tardía y un mundo moderno en constante evolución.

1 comentario

  1. Buenos días.
    mi nombre es Oscar Torres y soy uno de los Maestros de la Asociación Española de Esgrima Antigua (A.E.E.A). Leyendo éste artículo no puedo dejar de notar que varios de los comentarios sobre los diferentes estilos de esgrima están puestos al revés, o son contrarios a la realidad (como que la esgrima italiana era más estática).
    Sin duda libros y artículos como éstos que nos ocupan son de gran ayuda en la difusión del conocimiento de nuestro particular arte marcial, la Verdadera Destreza, y de la esgrima antigua en general, por lo que deberían ser lo más exactos posibles y ayudarnos en la eliminación de los numerosos falsos mitos que rodean siempre al mundo de la espada.
    Un saludo.

    06 noviembre 2019 | 15:06

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