Falanges contra legiones: el sueño húmedo de la novela histórica bélica

Falangistas macedonios en la película Alejandro Magno (Oliver Stone, 2004)

Las falanges macedónicas, con sus largas sarisas y sus cerradas formaciones, contra el orden y el ímpetu de las legiones romanas. Es un sueño húmedo de cualquier lector y escritor de novela histórica centrada en los avatares bélicos del pasado. Es cierto que resulta históricamente complicado pensar en un enfrentamiento de esas unidades en sus momentos más esplendorosos: las falanges de Alejandro Magno (o su padre Filipo) contra, por ejemplo, las legiones de Escipión, Julio César o los primeros emperadores. Javier Negrete ya trató hace unos años, en una interesante ucronía, enfrentar a legiones y falanges en Alejandro Magno y las águilas de Roma (Minotauro, 2007) donde el célebre conquistador macedónico no moría asesinado y acababa volviendo su mirada hacia la incipiente República Romana.

El keniano Ben Kane no ha necesitado tirar de fantasía para relatar esos míticos enfrentamientos en su última novela, Guerra de imperios (Ediciones B, 2019), que apunta a trilogía (en inglés ya está disponible la segunda parte): ha recurrido a la Segunda Guerra Macedónica, donde ya una decaída Macedonia, pero regida por un ambicioso Filipo V, se enfrentó al ataque de las tropas de la República Romana, eufóricas tras derrotar a Cartago. Kane, en su mejor tradición -es casi un artesano de este subgénero-, coloca el foco tanto en los dirigentes de ambos bandos como en las tropas de a pie de los dos ejércitos. Lo demás, ya lo saben: épica, luchas políticas, mucho detalle histórico, algo de realismo sucio y batallas a mansalva. Es recomendable leer la nota final donde el autor explica algo de su labor documental y del batiburrillo de referencias que incluye y que sonarán a muchos aficionados.

Kane es un autor bastante efectivo en lo que escribe. No ofrece nada nuevo, pero lo que hace, funciona. Con esta Guerra de Imperios, con esa portada que recuerda tanto al videojuego Age of Empires, vuelve a lograr un conjunto sólido y efectivo, aunque no resulte demasiado original. Se lee bien, engancha e interesa, y tiene arte a la hora de narrar batallas. No es la mejor novela suya que he leído -guardo un estupendo recuerdo de la recreación literaria que hizo de la batalla de Teutoburgo en Águilas en guerra-, pero cumple.

Y, qué demonios, también hace realidad ese viejo sueño húmedo y morboso de asistir a las batallas entre falanges y legiones.

Vosotros, ¿conocéis las novelas de Ben Kane?

¡Buenas lecturas!

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