Sergio Vega: «Comprender el Japón tradicional es un reto que nos obliga a desarrollar la sensibilidad y la intuición»

El escritor Sergio Vega, en Japón (cedida por el autor)

Sergio Vega ha regresado a las librerías con una nueva novela El fantasma de los Nanjō (Chidori Books, 2019), con la que nos traslada de nuevo al Japón de los samuráis, esta vez al inicio de su decadencia, en el siglo XVII. El autor de la reconocida trilogía Las piedras de Chihaya cambia de época pero se mantiene en la ambientación que le ha hecho reconocido entre el público apasionado por Japón. Junto a autores como David B. Gil o Carlos Bassas, Vega está demostrando que se puede escribir histórico y de aventuras japonesas, desde España y a un nivel de calidad muy alto.

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¿Cómo nació la idea de El fantasma de los Nanjō?

Para mí, la idea de una nueva novela surge con una escena, una imagen, una situación que aparece en mi mente como reflejo de algo que me rodea en ese momento y que capta obsesivamente mi atención. Es como ver una breve porción de una película. La inspiración, por tanto, es muy visual, siempre inesperada, como el cartero llamando a la puerta con un paquete. Para El Fantasma de los Nanjō sucedió entre las tumbas de un cementerio alejado de las rutas turísticas de Kioto, en el barrio de Chion In. De pronto subió el telón, se hizo de noche y salté a la época feudal japonesa. Así surgió una de las escenas narradas en la novela. Pero claro, tocaba darle sentido, trabajar para encontrar el resto de las piezas que completaban el puzle.

La novela arranca con la batalla de Sekigahara, en 1600, que dice en la sinopsis que es la batalla “más importante de la historia samurái”…

Fue decisiva para el rumbo de la historia de Japón, puesto que dio fin al largo periodo de guerras intestinas que llevaba asolándolo durante cientos de años. También fue la más multitudinaria de toda su historia y el inicio del declive de la figura del samurái. Ya no habría otro episodio bélico que los necesitara. Lógicamente, su desaparición no fue inmediata, sobre todo porque ocupaban el estamento más alto del orden social y no estaban dispuestos a cederlo, pero su falta de propósito real provocó enormes cambios en los samuráis. Su forma de adiestrarse, las armas, la ética o su ocupación cambiaron significativamente. Para muchos de ellos trajo un nueva y contradictoria posición social: el samurái arruinado, sin señor, sin propósito. Surgieron los rōnin, lo que en breve sería la yakuza o los guardaespaldas, los instructores en escuelas abiertas y también los que abandonaron sus sables para “denigrarse” buscando otros oficios. Quería enmarcar mi relato en el inicio de esa época.

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El protagonista de esta novela es un samurái rural, ¿por qué?

Porque fueron los primeros en sufrir ese declive que te he comentado, esa pérdida de posición, de identidad. Me apetecía meterme en la piel del que se había adiestrado física y mentalmente toda la vida, entregando su voluntad y su vida a un propósito ensalzado socialmente, y que lo perdía todo precisamente por ello.

¿El fantástico, lo mitológico, es ineludible cuando hablamos del Japón de aquella época?

Así es. Toda la sociedad, sin importar la posición o la educación, convivía con toda una serie de supersticiones, dioses, espíritus y poderosas fuerzas naturales que condicionaba su realidad. Cuatro fueron los factores principales: el sintoísmo (la religión autóctona de Japón), el budismo, el enorme respeto a la tradición y la increíble e inspiradora naturaleza de sus islas.

Cementerio en Chion In (FOTO: SERGIO VEGA)

Para los profanos, ¿qué papel tienen los fantasmas en la tradición japonesa?

Como todas las supersticiones, trataban de dar sentido a hechos y situaciones que la lógica no podía explicar. Los fantasmas, como el resto del elenco de seres del folclore japonés, convivían de una forma muy estrecha con el día a día de las personas. No existía una barrera entre lo espectral y lo tangible, ambas dimensiones se fundían. El concepto de fantasma o espíritu para aquella época era más amplio que el nuestro, existiendo de muy diversos tipos. Por ejemplo, existía un fantasma que me llama mucho la atención, encargado de amargarnos la vida, y que era el resultado del desdoblamiento de una persona que nos odiaba profundamente, aún viva. Pero no todos los fantasmas eran perversos, los había de familiares o seres queridos que preferían quedarse en este mundo para ayudarnos, o los que podíamos ganar de nuestro lado con ofrendas o favores.

Tras las buenas críticas recibidas por tu trilogía Las piedras de Chihaya, ¿qué esperas de esta novela? ¿qué diferencias y similitudes encontrarán en esta nueva novela los lectores de la trilogía?

Espero que El fantasma de los Nanjō sea capaz de entretener y ser la excusa para pasar buenos ratos. Me sentiría muy dichoso si hubiera pasajes que sorprendieran, otros que despertaran la curiosidad y alguno más que enganchara lo suficiente para no poder cerrar el libro. Entre las coincidencias y diferencias con Las piedras de Chihaya me quedo con las segundas. Esta vez los principales personajes no existieron y, aunque firmemente apoyada en los acontecimientos históricos del periodo donde se enmarca, la historia es ficticia. También se reduce la extensión considerablemente y se da más importancia a una narración amena que a presentar un ensayo histórico disimulado entre las líneas.

Samuráis, creencias, mitología, ¿qué tiene Japón y su historia que tanto fascina a los españoles?

Occidente ha crecido dando a la dimensión mental del ser humano un peso muy importante. Oriente, sin embargo, ha desarrollado ampliamente su entidad emocional. Japón, ha sido receptora de toda la cultura y saber de aquella parte del mundo, adaptándola a su visión particular. Por lo tanto, y como casi siempre, nos llama lo diferente, lo extraño, lo curioso. El arte, la moral, la costumbre nos parece marciana, sugieren misterios que nos apetece desentrañar. Si profundizamos un poco más, nos descoloca lo que para nosotros son poderosas contradicciones. Despierta nuestra curiosidad y nos atrapa la emoción que aflora bajo la norma y la costumbre. Comprender el Japón tradicional es un reto que nos obliga a desarrollar la sensibilidad y la intuición, a ver con otros ojos, a cambiar el punto de vista con el que comprendemos el mundo y a nosotros mismos. Creo que ahí está su encanto.

Las novelas japonesas de Sergio Vega, cuya trilogía Las piedras de Chihaya ha sido expuesta en el museo de la Universidad de Toyo en Tokio y ha sido elogiada por historiadores de aquel país, ¿beben de alguna tradición literaria española o sus fuentes son 100% niponas?

Las fuentes son 100% niponas, pero las novelas están escritas para ser leídas aquí. Por lo tanto, trato de ser respetuoso con el Japón que plasmo, pero adaptándolo a nuestra forma de abordar una historia. Ser demasiado purista haría muy farragosa la lectura.

¿Qué es lo más difícil para un escritor como tú, no japonés, a la hora de escribir una novela ambientada en esa cultura?

En el momento en el que me encuentro, lo más complicado es encontrar fuentes documentales fiables. La mayoría son insuficientes o poco rigurosas. No es lo mismo leer un artículo como lector interesado que como narrador en busca de fieles escenarios. En cuanto a las fuentes japonesas de aquellos periodos, están recargadas de componentes mitológicos o religiosos, por lo que en muchas ocasiones te llevan a un callejón sin salida. Los propios historiadores japoneses llevan años esforzándose en reescribir su historia basándola en criterios objetivos. Hay enormes lagunas que solo se pueden rellenar con la hipótesis o la intuición…

Todos sus relatos están ambientados en distintas épocas de la historia del Japón, ¿es la marca de tu obra o en el futuro esperas escribir algo fuera de ese contexto?

He tratado de publicar algo diferente, pero de momento no he tenido suerte. En cualquier caso, me siento cómodo en Japón. En realidad, las buenas historias puedes encuadrarlas en cualquier época y lugar. Nuestras pasiones y anhelos son universales y atemporales.

Y vosotros, ¿conocíais a Sergio Vega y su obra?

¡Buenas lecturas!

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