Un viaje literario a la desaparecida Ciudad Real del siglo XV: judíos, inquisidores y calatravos

Marcelino Santiago (Corral de Almaguer, Toledo, 1963) debuta en la ficción con su primera novela publicada, galardonada con el premio de novela histórica Ciudad de Úbeda: La ciudad del Rey (Ediciones Pàmies, 2019). La cosa va de ciudades: de la maravilla renacentista de la provincia de Jaén que premia su obra, a la Ciudad Real tardomedieval del siglo XV que se eleva como protagonista absoluta de la novela.

Este licenciado en Geografía e Historia, en la especialidad de Historia Medieval, arranca esta poderosa ficción con un progromo contra los judíos conversos de la ciudad que provoca el envío a la misma del inquisidor Tomás de Cuenca, el último inquisidor medieval, según el autor. Durante sus pesquisas, el investigador conocerá al futuro conquistador de Granada, Hernán Pérez del Pulgar, y se enfrentará a una conjura que afecta al futuro político de Castilla.

Pura novela histórica, pero también mezclada con elementos de intriga y amor, que reconstruye unas coordenadas espacios temporales poco tratadas por la ficción histórica. Una nueva prueba de que en todos los lugares de la geografía se esconden potentes historias del pasado,. Esta arranca en los propios archivos reales de la Santa Inquisición.

[ADELANTO EDITORIAL: un capítulo en exclusiva de la novela histórica ganadora del premio Ciudad de Úbeda]

¿Quién le iba a decir que la Inquisición (y sus registros) iba a ser una aliada tan útil para un novelista del siglo XXI?

La documentación inquisitorial del tribunal que se instaló en Ciudad Real entre 1483 y 1485, como la de otros lugares, ha dado mucho juego a los historiadores y por ende es capaz de proporcionarlo también al escritor curioso. Por esos documentos tenemos conocimiento de la inspección de herejía que realizó Tomás de Cuenca, el protagonista de la novela,  unos años antes de la implantación de ese tribunal. De la actuación de Tomás de Cuenca se conservan noticias indirectas en estos procesos, porque la mayor parte de los conversos a los que investigó fueron después procesados por  el Tribunal del Santo oficio que crearon los Reyes Católicos.

Ciudad Real no había sido hasta hora un marco muy tratado por la novela histórica, ¿era un marco virgen para un escritor?

No del todo: ya existían algunas novelas ambientadas en la Edad Media, que sobre todo se habían centrado en la batalla de Alarcos, fortaleza que se encuentra a pocas leguas, y también en los primeros momentos de la fundación de Ciudad Real a mediados del siglo XIII.

Si algún lector tras leer la novela desea visitar sus escenarios… ¿encontrará mucho de la ciudad de entonces?

Por desgracia, muchos de los escenarios que aparecen en La ciudad del Rey se encuentran completamente desaparecidos. Desde la muralla que rodeaba la ciudad y sus puertas de acceso, a excepción de la puerta de Toledo, hasta el propio alcázar y los conventos de san Francisco y Santo Domingo, y otros escenarios como la casa de la Inquisición o la Casa de la Moneda. Pero todavía quedan en pie edificios civiles y religiosos dignos de visitar como la casa de Hernán Pérez del Pulgar, o las iglesias de Santiago, San Pedro, y la actual Catedral, que tiene su origen en la primitiva iglesia de Santa María. Por eso, creo que la novela es interesante porque permite una  visita virtual a la Ciudad Real del siglo XV, una especie de viaje en el tiempo literario.

La orden de Calatrava tiene un papel fundamental en la novela. Seguramente muchos lectores no tengan esa imagen de la orden…

Las rivalidades con la orden de Calatrava fueron constantes desde el mismo momento de la fundación de la ciudad de realengo, al principio, motivadas por la asignación de un alfoz o territorio escaso, que provocaba fricciones frecuentes con las encomiendas vecinas de la orden. Los privilegios fiscales que se habían concedido a los pobladores de la entonces Villarreal despertaron los recelos de los calatravos y la incipiente villa pasó a convertirse en objeto de deseo para la Orden. Antes de la conquista de Ciudad Real por la Orden de Calatrava en 1475, que se ambienta en la novela, habían surgido otros enfrentamientos armados como el de la batalla de Malas Tardes en 1328.

En la novela entremezcla muchos personajes reales, históricos, en la trama. ¿cómo ha sido el trabajo de ponerse en sus calzas, de darles vida, siendo respetuoso con lo que sabemos de ellos?

He procurado documentarme sobre los personajes históricos que he introducido en la novela, aunque, en ocasiones, la información sobre algunos de ellos no es todo lo abundante que desearíamos. Los datos biográficos de los personajes son fundamentales para captar la esencia de su personalidad, aun cuando la información no se corresponda con el instante histórico en el que lo retratamos. El escritor debe tener especial moderación narrativa para no convertir gratuitamente en héroes o villanos a personajes históricos que no lo fueron, solamente porque ese rol se adapte mejor al argumento de la novela.

Es una novela histórica sin duda, pero tiene muchos ingredientes de intriga y thriller, ¿cómo los conjugó?

La novela histórica lo es por el hecho de transcurrir en un periodo pretérito de la historia, pero este género siempre queda matizado por la trama de fondo. Es cierto que en La ciudad del Rey hay dosis de intriga y thriller que arrancan de una conspiración para cambiar los designios de Castilla.

Persecución a los judíos, luchas por el poder,… esta novela tiene ingredientes que pueden conectar con la actualidad de los lectores…

Al margen de las tramas que se desarrollan en la novela, el tema de fondo es el de la identidad y el de la intolerancia. La identidad, como elemento disgregador de la sociedad, como  fuente de conflictos y como frontera para las relaciones interpersonales, especialmente reflejada en sus protagonistas principales. Una identidad no solamente polarizada entre cristianos viejos y judíos conversos, sino que también se refiere a la identidad política en un periodo convulso donde existen dos bandos enfrentados en una guerra.

Le he leído decir que es un fiel lector de novela histórica, ¿cómo recuerda sus primeros contactos con el género?

Sí, me declaro consumidor habitual de este género desde edad muy temprana. Las primeras lecturas juveniles de novelas de aventuras dieron paso rápidamente a novelas de tipo histórico. Me inicié con autores como Lewis Wallace (Ben-Hur), Frank Baer (El puente de Alcántara), Robert Graves (Yo, Claudio) y, sobre todo, Mika Waltari. Para mí, Sinuhé, el egipcio, que la leí muy joven, fue una novela casi iniciática. Descubrir que un personaje anónimo, como  era un médico de la época, arrebataba el protagonismo narrativo nada menos que al faraón Akenaton o al general Horemheb, fue todo un hallazgo.

¿Qué es lo que más disfruta del género como lector? ¿Y como escritor?

Como escritor, me gustaría provocar esa sensación que las buenas novelas históricas siempre han dejado en mí al acabar de leerlas: esa impresión de haber estado allí, de haber paseado por las calles y los espacios que se describen en sus páginas, y de haber interactuado con los personajes; con esa impresión de regresar de un viaje al pasado, de haber sido testigo directo de lo que aconteció.

Seguramente muchos lectores descubran hechos de la historia de Castilla desconocidos, ¿cree que la novela histórica tiene valor educativo?

No cabe duda de que la novela histórica influye en la percepción que los lectores tienen de la propia Historia y, como historiador, creo que los escritores tienen la responsabilidad de ser fieles a ella. En otro caso, no estaríamos hablando de novela histórica sino de historia ficción. Tampoco hay que confundir el género de la novela histórica con la historia novelada, excesivamente encorsetada en los acontecimientos históricos. La literatura llega a rincones donde la Historia, por la propia naturaleza de las fuentes, no puede hacerlo, como al mundo de las emociones, de los sentimientos y de las motivaciones personales de los personajes.

Primera novela con premio bajo el brazo… ¿Va a seguir escribiendo novela histórica?

Obtener premio en la primera incursión me ha causado gran alegría y no cabe duda de que supone un fuerte estímulo para continuar escribiendo. Es casi un compromiso adquirido. Seguro que continuaré con la novela histórica, aunque espero que la siguiente se haga esperar menos tiempo.

¿Conocéis esta novela? ¿Qué os ha parecido?

¡Buenas lecturas!

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