Carolina Molina: «Los ciudadanos deberíamos ser los primeros en presionar para que se cuide el patrimonio histórico»

La escritora Carolina Molina (CEDIDA)

El siglo XIX siempre ha sido una época complicada para los autores de narrativa histórica española. Ya fuera por complejo o difícil, como indicaba hace unas semanas el hispanista Adrian Shubert, o por la temible competencia de los colosos de nuestra narrativa como Baroja o Galdós. Afortunadamente, en los últimos años, un buen puñado de autores y autoras se están arremangando, con tino en muchos casos, para adentrarse en el XIX español.

Una de esas autoras es Carolina Molina (Madrid, 1963), que este otoño culmina una nueva entrega de su saga centrada en el personaje de Max Cid, que ya protagonizara Guardianes de la Alhambra y Noches en Bib-Rambla. Una serie de ficciones que comparten protagonista, pero que se pueden leer de manera independiente y que centran su atención en la defensa del patrimonio histórico y en la ciudad de Granada durante aquel siglo.

En esta tercera entrega que presenta ahora Molina, El último romántico (Ediciones Miguel Sánchez, 2018), Granada comparte protagonismo con Madrid.

Esta tercera novela sobre Max Cid, ¿supone un punto final o un punto y aparte?

Las tres obras  comparten personajes puesto que cuento la historia de una familia que abarca casi todo el s. XIX en Granada y en menor medida en Madrid y aparecen en las distintas novelas en diferentes momentos de su vida. Las tres tienen un punto de unión, Max Cid, protagonista y narrador, que en las tres simboliza a los muchos defensores de monumentos que hubo en aquella época y lucharon contra la ola de demoliciones y transformaciones de las ciudades. Pero no va a ser un punto y final. Al menos para la familia, porque muy pronto habrá otra novela en donde aparezca otro de los personajes de la saga, esta vez una mujer que vendrá a Madrid a abrirse camino en la literatura. Una vez, hace muchos años, me dijeron que mis personajes eran galdosianos y que debería hacer como el maestro Galdós, usarlos en diferentes novelas. No lo vi claro en aquel momento pero ahora le he tomado el gusto, la verdad.

La novela arranca con un hecho tremendo y quizá poco conocido, el incendio de la Alhambra.

Sí, así es. La Alhambra sufrió, al menos, tres incendios importantes. El último en 1890, que es cuando comienza la novela. Max Cid es acusado por los caciques de la ciudad de haberlo provocado y esto impone que sus amigos tengan que movilizarse a través de la prensa y de los poderosos de Madrid para demostrar su inocencia. Quería comenzar con un hecho tan significativo en la lucha contra el patrimonio histórico, porque a veces los políticos desvían la mirada o solo ofrecen restaurar monumentos sin apreciar lo efímeros que son. Los incendios, los terremotos y la mala práctica por parte de los ciudadanos, pueden dejarnos sin legado artístico. ¿Alguien se imagina cómo sería nuestro mundo sin la Alhambra, el monumento más visitado de nuestra nación?

La lucha entre el patrimonio y las ciudades con carácter histórico y la pujante (y a veces, destructiva) modernidad urbana es uno de los grandes temas de la novela…

En efecto, es un tema que me preocupa, como ciudadana y persona sensible a la herencia cultural. Cada vez veo menos sensibilidad hacia nuestra historia y esto es un problema que parte de la falta de educación histórica y artística. Los jóvenes deberían saber que un museo, una puerta árabe, un acueducto…son suyos, son parte de su herencia. ¿Quién es capaz de destruir la mesa, el aparador de su casa o pintarlos con grafitis? Nadie, porque lo consideran suyo. Pero una puerta árabe, una muralla, un anfiteatro romano…¿para qué sirven? ¡Solo son piedras! Los ciudadanos deberíamos ser los primeros en cuidarlos y presionar a los gestores culturales para que los protejan con leyes y les dediquen un presupuesto aceptable. Creo que una ciudad puede ser moderna y proyectar vías amplias, edificios altísimos y al mismo tiempo conservar sus monumentos y su pasado histórico.

[FIRMA INVITADA: La novela y la defensa del patrimonio histórico]

Los enemigos de Cid son políticos, empresarios, especuladores… ¿no han cambiado tanto las cosas en más de un siglo?

No han cambiado en absoluto. Comencé a escribir la novela en 2012 y la crisis se nos venía encima. Mientras me documentaba sobre la última etapa el s. XIX veía lo mismo que nos estaba sucediendo ahora. La Historia es cíclica, ya lo sabemos, pero en este caso, también se debe al imperturbable carácter del español. Sigue habiendo desidia administrativa, políticos corruptos, indiferencia ciudadana, desgana, mucha desigualdad social y mucha envidia, que ya lo decía Galdós, es una de nuestras peores lacras y que nos ha impedido avanzar históricamente. Por lo general, preferimos enfrentarnos antes entre nosotros que unir fuerzas para beneficio de todos. ¿No lo estamos viendo en nuestro panorama político actual?

Esta novela bascula entre tus dos ciudades, Madrid y Granada, ¿si solo pudiera decidirse por una (literariamente)?

Esa sí que es una pregunta difícil de contestar, porque soy madrileña, pero Granada tira de mí como lo hace el enamorado que paraliza tu vida, te obsesiona y te aporta la vitalidad necesaria para subsistir. Me van a perdonar los madrileños, pero creo que Granada tiene unas posibilidades narrativas que quizás Madrid no tiene. Es una ciudad, como decía el editor Miguel Sánchez (de Ediciones Miguel Sánchez en la presentación de mi novela) de contrastes, de sentidos, con una herencia andalusí que atrapa. Además, Madrid ha tenido un gran narrador, que es Benito Pérez Galdós y lo ha acaparado todo o casi todo, por lo que, literaria y narrativamente hablando, creo que Granada da mucho más de sí.

Por la novela desfilan una maravillosa galería de personajes de la intelectualidad de finales del siglo XIX, Galdós, Valera, Zorrilla, Valle-Inclán, Pardo Bazán… ¿resulta difícil convertir a esos colosos de la literatura en personajes?

Cuando escribes narrativa histórica siempre hay un momento en que tienes que enfrentarte a los personajes reales. El primero que recreé y que me impuso mucho fue Washington Irving pero una vez que le pierdes el miedo llegas a comprenderlos y conocerlos como si fueran amigos tuyos. Les tomas mucho cariño y no quieras dejarlos nunca. En este caso me ha pasado con Galdós, con Pardo Bazán y con Valle-Inclán, personalidades muy diferentes pero que embelesan.

Lo cercano, lo local, lo tangible, ¿debería ser un valor para la novela histórica como tu has logrado con esta trilogía?

Es fundamental que en la novela histórica haya una intrahistoria de personajes. Porque hay muchas novelas de ficción histórica que solo se sustentan en hechos históricos. Si estos desaparecen la novela cae como un castillo de naipes. La novela histórica es eso, novela, por lo tanto el que la escribe tiene que ser, por encima de todo, novelista. Eso implica cuidar los personajes, sus relaciones y su forma de hablar. No todo sirve en la ficción histórica. Además que lo cotidiano gusta, son cosas menudas que memorizarás para siempre, como saber que en los puestos callejeros se vendían pajaritos fritos o que una tarde a la semana se “recibía” a las visitas, pongamos por caso. Y todo esto, además es parte de nuestra historia. Las costumbres se modifican o se pierden pero eso no es razón para que no sepamos que las tuvimos porque nos dan la clave para saber cómo éramos.

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Hace poco celebró las Jornadas Madrileñas de novela histórica de la que es directora, ¿cómo han ido?

Salieron realmente bien, no solo por asistencia de público sino porque ese público llegó con ganas de saber y de participar. Tuvimos a Carmen Posadas, Nerea Riesco, Víctor Fernández Correas y a Olalla García que nos aportaron sus experiencias con las novelas recién publicadas y recorrimos el Madrid de varios siglos: XVI, XVIII, XIX, XX…Todo ello recreado con dos conferencias magníficas de Eduardo Valero, nuestro cronista, sobre Galdós y la historia de la Navidad madrileña. Por tener tuvimos hasta villancicos con el Grupo Alanui. En este éxito también colaboró la Biblioteca Regional de Madrid, que nos dio todas las facilidades para realizar nuestras jornadas y además se involucraron de forma personal.

¿El 2019 vendrá con novedades de Carolina Molina?

Sí, afortunadamente. He tenido años de sequía pero ahora, de pronto, han llegado sus frutos. Lo primero que saldrá es un libro ilustrado para niños (o quizás no tan niños) escrito junto a la escritora Ana Morilla e ilustraciones de Sabina Morante. Es una novedad y me hace mucha ilusión, por cambiar de público y adentrarme en algo que me está empezando a interesar mucho, que es la novela gráfica y el libro ilustrado. Y también habrá nueva novela para otoño con la Editorial Edhasa. El tema está muy acorde con el de El último romántico, de hecho en este libro se encuentra la clave del siguiente. Y como es natural la preparación de las cuartas Jornadas Madrileñas que quizás vengan con sorpresa este año.

Os recuerdo que sigue activa la votación para elegir las mejores novelas históricas del año 2018. Si queréis votar, podéis.

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1 comentario

  1. Dice ser Helena Campos

    No puedo esperar los nuevos trabajos de Carolina Molina!

    11 diciembre 2018 | 18:22

Los comentarios están cerrados.