Isabel Abenia: «La mujer ha tenido un papel mucho más relevante en la historia de lo que parece»

¿Cómo debía ser la vida de un sibila del mítico Oráculo de Delfos? Isabel Abenia se debió preguntar lo mismo antes de afrontar la historia de su última novela La última sibila (Ediciones B, 2018). La escritora aragonesa se adentra no en los momentos más brillantes del mítico centro espiritual griego, si no en sus últimos momentos, en el siglo II, dominado por el Imperio Romano y con el cristianismo en ascenso. Charlo con Abenia sobre esta novela y acabamos hablando de religión, mujeres y novela histórica.

¿De dónde nace la inspiración para escribir esta novela?

Podría decirse que nació hace muchos años, o que estaba latente desde hace tiempo. La primera vez que fui a Roma, cuando era muy joven, quedé prendada con la figura de la sibila de Delfos de Miguel Ángel en la Capilla Sixtina, así que me compré un póster de la imagen en la librería de los Museos Vaticanos, lo enmarqué y lo colgué en mi habitación. Llevo viendo a la pitia de Buonarroti más de media vida, es lógico que terminase escribiendo sobre el tema.

Describe un momento de la historia por el que se suele pasar de puntillas, el momento en el que el paganismo clásico y el cristianismo comienzan a chocar. Un momento de tensión entre, probablemente, las dos fuerzas culturales que han moldeado la civilización occidental…

Destacaría concretamente el año 112, y no porque sea el inicio del choque entre ambas religiones, que ya llevaba años siendo una realidad palpable, sino por existir un importante documento datado en esa fecha, una carta en la que el gobernador de Bitinia, Plinio el Joven, pide asesoría al emperador Trajano de cómo actuar en las revueltas de los cristianos y ante la gran cantidad de denuncias que hay contra ellos. El remitente dice, abrumado por los miles de «contagiados de esta superstición», que a los denunciados les preguntaba si lo eran por tres veces y les amenazaba con el suplicio, ejecutando a los que perseveraban y no llevaban a cabo las pruebas a las que les sometía, consistentes en rituales y sacrificios al emperador y a los dioses paganos y en la obligación de blasfemar contra Cristo. Creo que es a comienzos del siglo II cuando algunos políticos romanos empiezan a ser conscientes del peligro que suponía el cristianismo para el Imperio, aunque la respuesta de Trajano a esta misiva todavía podría calificarse de demasiado liberal y algo despreocupada.

Este año hemos leído a Catherine Nixey y su visión de que el cristianismo, en tiempos del imperio romano, fue más perseguidora que perseguida. ¿Está de acuerdo?

Hay que distinguir tres momentos muy diferentes y no generalizar. Obviamente al principio no fue así, los cristianos ejecutaban sus rituales a escondidas porque no adoraban a los dioses del Imperio ni a los emperadores, por lo que estaban cometiendo un delito político de lesa majestad. Poco a poco, cuando fueron creciendo en número, se envalentonaron e hicieron más radicales, transformándose en revolucionarios y creando revueltas y desórdenes de todo tipo en nombre de Cristo, actitud que imagino comenzaría resultando absurda para unos romanos acostumbrados a la permisividad religiosa, pero posteriormente digna de una persecución por parte del Imperio por considerarse peligrosa y delictiva; de ahí que en el cristianismo tengamos las figuras de los mártires, hombres y mujeres torturados y asesinados por su defensa de la nueva doctrina. Y, finalmente, cuando ya los poderosos se habían ido convirtiendo a un cristianismo cada vez más consolidado, se dio la reacción inversa, de repudio del paganismo, que conllevó la destrucción de templos y esculturas de los dioses antiguos como algo nocivo para la nueva creencia. Pero el ser humano siempre funciona así, destruyendo la ideología anterior para imponer la posterior, tanto en religión como en política, si actuásemos de otra forma tendríamos mucha más riqueza artística e ideológica.

[FIRMA INVITADA: El paso del paganismo al cristianismo]

Da el protagonismo a una mujer, ¿cuando el papel femenino en la historia ha sido tan habitualmente borrado o despreciado, es más difícil documentarse para este tipo de protagonistas?

Mucho más difícil, y sobre todo en el ámbito de mi última novela, en la que describo una práctica no exenta de toques esotéricos, por lo que era casi secreta. He tenido que ir recopilando retazos de distintas obras de autores clásicos en las que se hablaba de las sibilas de Delfos, párrafos aislados como piezas de un puzzle para llegar a tener una idea de lo que suponía esta importante figura. Afortunadamente conté con la impagable información de los libros de Plutarco, escritor, filósofo y sacerdote de Apolo en Delfos, un hombre admirable y muy adelantado para su época en muchos aspectos.

Cristianismo, mujer… ¿Es La última sibila una novela reivindicativa?

Podría decirse que sí. Escribir sobre la participación de la mujer en la historia es fundamental, y creo que hemos tenido un papel mucho más relevante de lo que parece a primera vista, así que en ese sentido es reivindicativa. En cuanto al cristianismo, me interesan todo tipo de religiones, son apasionantes e importantísimas para retratar a los personajes de un periodo histórico concreto.

¿Sorprende que en un mundo editorial como el español, lleno de editoras, y donde los estudios indican que las lectoras leen y compran más que los hombres, el género histórico esté bastante copado por autores?

Así es, resulta sorprendente que las autoras de género histórico seamos minoría. Al parecer, algunos opinan que las escritoras solamente podemos hablar «de asuntos de mujeres»: amor, romance, maternidad y cuestiones relacionadas con la sensibilidad. Esta idea es muy desatinada y en cierta forma rebaja nuestra capacidad, como si no supiéramos entender todo tipo de hechos o no pudiéramos meternos dentro de la mente de un protagonista masculino. Las ideas misóginas siguen presentes en ciertas profesiones y vamos avanzando muy lentamente.

¿Todavía se corre el riesgo de que una novela histórica escrita por una mujer y con protagonistas y conflictos propios femeninos sea calificada inmediatamente de romántica?

Ciertamente, y esta cuestión que me planteas confirma mi respuesta anterior. No en todos los casos es así, por supuesto, pero parte de los lectores seguro que piensan de esa forma. Por eso creo que es importante sacar al personaje femenino de ese mundo tan limitado que se le presupone, el de madre, esposa, amante, sierva… de mero apéndice del hombre. La vida de las mujeres no tiene que girar forzosamente en torno a la de sus compañeros. Históricamente, ellas han estado muy solas y a veces el romance ni ha aparecido por sus vidas, y no hablo solamente de monjas encerradas en conventos, sino de mujeres casadas en contra de su voluntad, viudas o con un marido constantemente ausente. Muchas de ellas ejercían profesiones de todo tipo desde épocas remotas y algunas son sorprendentes, recientemente he tenido noticia de una tablilla babilónica en la que una mujer recrimina a su esposo que le deje todo el peso de la empresa de comercio que dirigen entre los dos por estar de viaje constantemente. Y cuando me documentaba para escribir La última sibila, descubrí deportistas de élite cuyos logros merecieron esculturas y placas en templos y vías sacras, famosas músicas que viajaban de una polis a otra dando conciertos tanto privados como públicos, y muchas poetisas que vencían a sus rivales masculinos en concursos literarios; pero de ellas muy pocos hablan.

La novela histórica nace en pleno romanticismo y trae en sus referentes un fuerte componente masculino y machista y nacionalista… ¿cómo elude esos pecados originales del género un autora del siglo XXI?

Borrando de la mente ciertas ideas y buscando la verdad entre las líneas de las obras con las que me documento. Cuando escribo sobre un periodo histórico busco información en textos de divulgación histórica, ensayos, y literatura clásica, en libros que reflejen la sociedad del momento que quieres describir. Una vez asimilados, es cuestión de aplicar la lógica y no dejarte influir por lo que siempre se ha dicho o escrito en otras novelas precedentes. Por poner un ejemplo, si el riguroso Pausanias dice que la poetisa Corina de Beocia vencía en los certámenes literarios al poeta Pindaro, imagino que, de ser cierto, ella tendría mayor talento que su rival, aunque no haya quedado ninguna poesía entera de Corina y sí de Pindaro, que es mencionado en diversos tratados como uno de los más célebres poetas de Grecia. Presupongo que esta realidad puede ser consecuencia del machismo imperante en los dos últimos milenios, tendente a considerar relevante la conservación de copias de los poemas de él, pero no los de ella. Hay que despojarse de influencias y analizar los sucesos como si fuese la primera vez que los lees.

¿Interesa el pasado a los lectores?

Creo que interesa a los que nos preguntamos el porqué de la realidad actual. Es nuestra propia historia, el origen de nuestra ideología y forma de actuar. Además, el pasado te lleva a prever el futuro porque la historia se repite constantemente, y no ceso de ver paralelismos entre las noticias de hoy en día y los hechos ya acaecidos en el tiempo, cosa que a veces horroriza si sabes las consecuencias que trajeron. Sería importante que todos las conocieran.

A la hora de escribir, ¿le pesa más la historia o la literatura?

Ambas son muy importantes para mí y hay que manejar las dos. Una documentación rigurosa y un estilo literario cuidado son las claves para lograr una buena novela histórica, además de saber crear unos personajes fuertes y atrayentes. No hay que olvidar que es un género de ficción, en realidad lo considero mixto, por lo tanto hay que desarrollar argumentos entretenidos para que el lector aprenda disfrutando. Son muchos ingredientes y todos pesan por igual.

¿Tiene un papel la novela histórica en la formación del lector? ¿Supone una responsabilidad extra?

Por supuesto. En el colegio enseñaban Historia de una forma insufrible, al menos antes, y convertían una asignatura apasionante en un suplicio consistente en memorizar fechas y listas de reyes, logrando de esa forma incluso crear aversión por ella. Muchos comenzamos a amarla a través de las novelas históricas, porque lo cierto es que si no disfrutas no aprendes nada. Por lo tanto el autor es responsable de que esto mismo les suceda a otros, hay que enamorar al lector, lograr que se sienta transportado a una época lejana, que viva el pasado recreándose en él. Se puede escribir sobre cualquier tema dentro de un contexto histórico determinado, en la novela histórica cabe el argumento de la novela negra, de la romántica, de la erótica, del thriller psicológico, de la de terror… el desarrollar uno u otro en un periodo de la historia determinado supone un plus de conocimientos para los lectores.

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3 comentarios

  1. Dice ser manolin

    lo de siempre, y esta tonta viene a confirmarlo: hemos tenido un papel mucho más relevante de lo que parece a primera vista, o sea, detrás de cada gran hombre hay una mujer.

    O es de Box, PPePPé, ciutadan´s o volsonariana.

    06 noviembre 2018 | 08:33

  2. Dice ser Nolomar

    A lo largo de la historia, lo que han tenido que tragar las mujeres….

    06 noviembre 2018 | 16:14

  3. Dice ser Pedro

    Muy buena entrevista

    07 noviembre 2018 | 11:21

Los comentarios están cerrados.