Carlos Bassas del Rey es un escritor que navega entre varias aguas, principalmente entre los de la novela negra y la histórica con ambientación oriental. De ambos géneros, y de algunos más, beben la estupenda serie de Aki Monogatari, el joven ayudante del Investigador de Asuntos Especiales del clan Date allá por el siglo el Japón del siglo XVII.
En este 2018, Bassas ha publicado la tercera entrega de este personaje, El samurái errante (Quaterni), donde pone al límite, y en solitario, al personaje.
Cuando un personaje alcanza su tercera novela, como el caso de Aki, ¿se vuelve más fácil escribir sobre él o comienza a arrastrar cierta presión?
Por un lado tiene la ventaja de que le conoces mejor, a él, su mundo, al resto de personajes que le acompañan, pero, por otro, debes recordar que tiene que avanzar y crecer y transformarse, lo cual siempre te obliga a trabajar más. En la tercera aventura de Aki, por ejemplo, quería ver si era capaz de seguir adelante solo, sin la ayuda de su maestro y de su mejor amigo, por primera vez. La soledad cambia mucho a la gente, también a los personajes, y les hace aprender cosas de sí mismos, a veces buenas, otras malas.
Le he leído clasificar estas novelas como novelas de aventuras juveniles, ¿no hacen falta más novelas como estas para enganchar a ese público a lo histórico?
Las etiquetas siempre vienen dadas en gran medida por el mundo editorial. Aki podría inscribirse dentro de varias; por un lado, es juvenil porque su protagonista encaja en esa franja de edad y se enfrenta a problemas que entroncan con los jóvenes, su paso de la infancia a la juventud y a la madurez después, aunque sea desde la perspectiva de un samurái de 14 años del siglo XVII. Por otro lado, son de aventuras porque tienen buena parte de ese componente, combates, aprendizaje, viaje exterior, vieja interior, afán de superación en ambientes diferentes al habitual del personaje. Y también son novelas de misterio en un sentido clásico, además de históricas, porque están ambientadas en un periodo pasado concreto bien documentado. En la actualidad, el público juvenil occidental parece más acostumbrado a las distopías y al fantástico que al histórico. Se escriben buenas novelas históricas en España, pero creo que más pensadas para un público adulto.
[A FONDO: Los imprescindibles de la novela histórica japonesa]
En sus novelas, lo mítico y lo histórico, se mezclan. Al hablar de la historia de Japón, de aquella época de samuráis, ¿es inevitable?
Creo que todo amante de la ficción sobre el mundo samurái tiene una idea muy clara de cómo cree que era esa época. Diría que desde Inazio Nitobe, la imagen que tenemos del feudalismo y los samuráis en Japón a lo largo de los años está bastante mitificada, lo que no significa que todo lo que se ha contado sea absolutamente falso o inventado. Pero no es un fenómeno puramente oriental, también los cantares de gesta y otra literatura posterior más o menos romántica hizo lo propio con la figura del caballero medieval en occidente. Mis novelas no pretenden ser un ensayo sobre la realidad social y política del Japón de los Tokugawa, para eso están los historiadores y otro tipo de textos, pero sí que procuro siempre manejar una buena documentación y ser fiel a hechos históricos contrastados, así como a usos, costumbres y sistemas legales —los finales del XVI y el arranque del XVII hasta el tercer shogun Tokugawa generaron una cantidad de papeleo y cambios legales a todos los niveles que a veces asusta— del periodo sobre el que escribo. En cuanto a tratar de respetar la mentalidad de la época —la mentalidad real de un samurái, por ejemplo—, pues uno trata de consultar otro tipo de textos contemporáneos que nos han llegado, pero no dejan de ser la visión de personas determinadas. Otra fuente en la que inspirarse es la propia literatura.
En El samurái errante, la trama gira en torno a la construcción de una nao al estilo occidental, estamos en el siglo XVII, época en la que Japón y Occidente comienzan a conectar y chocar, ¿por qué eligió incluir este tema?
Siempre me ha parecido muy interesante ese momento concreto de finales del XVI y principios de la era Tokugawa y las dos embajadas que se enviaron a occidente en aquellos años. Es un momento de cambio en el que se demuestra en cierto modo cómo era la mentalidad política y comercial de los japoneses con respecto a los occidentales antes de decidir el cierre total. El choque cultural y religioso debió de ser fuerte, para unos y para otros, sin olvidar que siempre hablamos de los occidentales como un todo unificado, y nada más lejos de la realidad: los intereses de las diferentes naciones europeas, enfrentadas entre sí, y de las distintas órdenes religiosas, con opiniones diversas sobre cómo llevar a cabo la cristianización, debieron de sorprender también a los propios japoneses.
Me decía el año pasado David B. Gil, que el no se consideraba un autor de novela histórica sino de tema japonés… De Carlos Bassas sabemos que es un autor de novela negra, pero cuando se enfunda a Aki, ¿autor de novela histórica, de misterio, de aventuras o de tema japonés?
Yo diría que de novelas de misterio y aventuras ambientadas en un periodo muy concreto de la historia de Japón, escritas por un occidental que trata de mirar lo japonés desde dentro, no desde fuera.
¿Se lanzaría a escribir una novela de este corte en otra ambientación que no fuera japonesa?
Ahora estoy escribiendo una ambientada en la Barcelona de 1843, otro momento fascinante dentro de la historia de mi ciudad de nacimiento, lleno de cambios, algunos más convulsos, otros menos, que acabaron definiendo la Barcelona que conocemos hoy. También será una novela de misterio.
Volviendo al Japón de la serie de Aki. Para un autor español, escribir de ambientaciones tan alejadas en lo temporal y espacial, ¿es un desafío?
Diría que sí, porque es difícil meterse dentro de la mente de un japonés de aquella época. Para mí, lo más complejo de escribir novela histórica no es ambientar ni saber qué leyes regían en determinado momento, ni cuál era el papel de los nobles, sino tratar de entender cómo pensaba alguien de esa época —no digamos ya un campesino, un vasallo, alguien del vulgo— en lo social, en lo religioso, en lo político, incluso en el amor… Muchas de las novelas históricas que he leído están escritas con la mentalidad de un escritor occidental del siglo XX o XXI y simplemente ambientadas en un pasado determinado.
¿Cómo comenzó su fascinación por Japón y su historia?
A través del cine y la literatura, por un lado, y de la práctica de determinadas artes marciales tradicionales japonesas por otro. Como practicante de jiujitsu, de bujutsu, de aikido o de judo, por citar algunas, puedes dedicarte simplemente a aprender una serie de técnicas o tratar de profundizar en el conocimiento de la cultura en la que nacieron y se desarrollaron. Yo elegí la segunda opción. A partir de ese momento, te dedicas a leer, a formarte, a hablar con expertos, a aprender.
¿Cómo le sirve practicar artes marciales para preparar este tipo de historias?
Me ha servido fundamentalmente en la parte más marcial, a la hora de tratar de escribir combates que sean lo más reales posibles, no luchas de media hora a katana más propias de un tipo de cine de evasión —que también disfruto—. Cuando has combatido, tanto a manos vacías como con armas, eres consciente de lo complicado que es, desde el control de la respiración o del dolor a otros mil detalles. Pelearse cansa y es doloroso —uno golpea pero recibe, y bloquea—, y aunque nunca me he enfrentado a nadie en un combate por mi vida, a veces eres capaz de imaginar, de vislumbrar lo que se debe de sentir en un momento así. El cansancio. El miedo. La angustia. La soledad. El dolor. Ese punto en el que sabes que vas a ser derrotado, en el que te abandonas y aceptas lo inevitable porque has cometido un error o, simplemente, porque el otro es mejor que tú.
A muchos lectores, el Japón del siglo XVII les puede parece lejano y extraño… Deles argumentos para hacerles atractivo aquel tiempo y lugar…
Creo que el argumento principal pasa por que tengan ganas de saber, de conocer aquello que les es desconocido y aparentemente lejano, pero que, en el fondo, no lo es tanto.
¿Cuándo se le ocurrió comenzar a escribir sobre este personaje?
Pues la saga de Aki nació en realidad como un encargo. A partir de ahí, me pareció que merecía la pena seguir y desde la editorial Quaterni me animaron y confiaron en mis textos. El día que Aki deje de tener lectores, desaparecerá.
Y mientras los tenga, ¿cómo es el futuro de Aki Monogatari?
Pues crecerá y deberá enfrentarse a nuevos retos y aventuras, en lo personal y como ayudante del Investigador de Asuntos Especiales del clan Date.
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Ese es el gran problema actual: juzgar hechos de hace décadas o incluso siglos con la mentalidad actual.
Así se juzga hoy con la mentalidad de hoy a la España de los años 70, la de los años 30 del siglo pasado y, según los intereses partidistas de cierto partido político, se puede juzgar con la mentalidad de hoy el proceso del descubrimiento de América.
Afortunadamente no han sido tan valientes como para retroceder al imperio romano o a los tiempos de los faraones. Menos mal.
28 agosto 2018 | 11:53