Pilar Eyre: «Los Borbones tienen un fondo melancólico que les hace tener un carácter bienintencionado, pero frívolo»

Pilar Eyre (FOTO CEDIDA POR PLANETA)

La periodista Pilar Eyre regresa a las librerías, y lo hace con un tema que ha tratado con asiduidad -a pesar de los campos de minas que plantea en ocasiones- y en el que se mueve como pez en el agua: la historia reciente de la Familia Real. En Carmen, la rebelde (Planeta, 2018), la finalista del premio Planeta 2014 relata la apasionada historia de amor entre la actriz Carmen Ruiz Moragas y el fogoso Alfonso XIII: escándalos, pasión, sexo, pero también amistad, amor e historia.

Son dos personajes sobradamente conocidos los protagonistas de esta novela, pero adentrarse en la intimidad y sexualidad de dos personajes de hace un siglo tiene que suponer un reto…

Es una novela, pero es cierto que la sexualidad de todos los Borbones, incluido Alfonso XIII, está bastante documentada. En este caso, hay unas cartas bastante íntimas de Victoria Eugenia a su prima donde habla de los apetitos sexuales de su marido. Después tenemos biografías colaterales de personajes de la época que hablan de su disipación y las ganas que tenía tener al mayor número de señoras disponibles. A eso le añades las memorias de algunos donjuanes de la época con detalles más escabrosos y con todo ello he construido un relato que no sé si es verídico, pero al menos es verosímil.


Los Borbones tienen un fondo melancólico que les lleva a tener tendencia depresiva; y ese gran fondo de inseguridad les lleva a tener un carácter algo superficial, bienintencionado, pero también frívolo e inconsciente de los problemas de su época


A pesar de todo, logra que, en algunos pasajes Alfonso XIII caiga bien…

Era mi objetivo. Había escrito Ena (2009), centrada en su mujer, Victoria Eugenia de Battenberg,  y en aquella novela, verlo a través de sus ojos, me hizo dar un relato demoledor de Alfonso XIII: acosador, abusador, maltratador… Ahora quería ver a un Alfonso XIII nuevo a través de los ojos de una amante, que estaba locamente enamorada de él. Creo que los Borbones tienen un fondo melancólico que les provoca una tendencia depresiva; y ese gran fondo de inseguridad les lleva a tener un carácter algo superficial, bienintencionado, pero también frívolo e inconsciente de los problemas de su época. Sumado todo eso, en el caso de Alfonso, a su infancia solitaria, sin niños, y rodeado de aduladores… Bueno, ya lo decía él: «Bastante bien he salido, con lo que he tenido».

Menciona la palabra maltratador en la visión que dabas de él en Ena, pero en esta obra le vemos abofetear a Carmen Moragas cuando ésta critica a su Victoria Eugenia…

Tenía la mentalidad del hombre español de la época, que buscaba sus cosas con otras mujeres porque no quería que su esposa hiciera de puta. Decían: mi mujer es una santa, la madre de mis hijos y la tengo en un pedestal, aunque le ponga unos cuernos impresionantes.

Al ver el recorrido que haces de su relación con Carmen Ruiz Moragas parece que acabó existiendo el amor…

Creo que al principio comenzó como algo puramente sexual: ella era guapa, inteligente,… cuando lees la novela te das cuenta de que era sencillísimo enamorarse de ella. Él iba con otras mujeres, pero con ella estuvo ocho años, lo que para él era muchísimo tiempo. A mí eso me llamó la atención: había estado con muchas, algunas muy famosas, pero con ella intentó crear un conato de familia e incluso llegó a intentar divorciarse, ¿qué tenía aquella mujer para atrapar de ese modo a Alfonso XIII?

¿Cuándo descubrió a esta actriz?

Es un personaje muy conocido y muy desconocido a la vez. He escrito veinte libros y de ellos quizá la mitad han estado dedicados a la Familia Real y ella ha sido un personaje recurrente: en Ena, era la mujer que la hacía desgraciada; estaba presente en María, la Brava; luego con la explosión popular de Leandro de Borbón y empezó a salir en las revistas… Siempre era una sombra, pero comencé a investigar y descubrí a una actriz famosísima, de formación clásica, alegre, con una vida interesantísima: se casó con un torero, aunque ella era antitaurina como yo, algo que me gustó mucho; ayudó a la fundación del primer refugio para animales de Madrid; fue la primera mujer que llevó coche por Madrid; dictaba la moda; era amiga de los Machado… Eso había que escribirlo como fuera.

Con el debate y la fuerza de las actuales reivindicaciones feministas, has creado un personaje femenino con muchos de esos valores, aunque también renuncia a su carrera por amor…

No llega a renunciar del todo porque, cuando se va Alfonso XIII, vuelve a trabajar. El mundo de las actrices siempre ha sido uno más libre que el del resto: en aquel tiempo eran cabezas de cartel, ganaban lo mismo que los hombres, tenían compañías… Era un mudo liberal y progresista para la época, pero aún así, ella rompió moldes. Se divorció, emprendió una vida en solitario. Dejó el teatro para no perjudicar a sus compañeras; lo hizo con gran dolor, pero en cuanto pudo, regresó.


Creo que el papel de la monarquía es salir y darle a la gente un motivo de interés y de curiosidad, son como unos grandes relaciones públicas


El interés del público por la intimidad de los poderosos es igual entonces, como muestras en la novela, que ahora con las revistas o las redes sociales…

Creo que sí. Cuando me preguntan por la documentación respondo que tenemos la suerte de que la Biblioteca Nacional ha digitalizado sus fondos y están los periódicos y revistas de los últimos dos siglos. Y ahí ves, día a día, lo que hacía Carmen Moragas: si iba con sus amigas a merendar a no se dónde, o si estaba de gira en San Sebastián. Y cruzando eso con las noticias del rey, que también salía todos los días, descubres cuando estaban juntos. Había un interés enorme porque la prensa de sociedad, que por entonces se llamaba de salones. Durante la época de Franco, los príncipes despertaban un interés relativo porque a Franco le interesaba que no salieran demasiado. Creo que el papel de la monarquía es salir y darle a la gente un motivo de interés y de curiosidad, son como unos grandes relaciones públicas. Quizá la gente gente vea en ellos reflejados lo que les gustaría ser, sus sueños.

Y ¿es suficiente en el siglo XXI ese papel de relaciones públicas para mantener una monarquía?

Si tiene que haber monarquía o no, es una discusión que se tendría que decidir en un referéndum. Yo lo aceptaría y me gustaría que lo pudiéramos hacer. Creo que los reyes de hoy lo están haciendo bien, llevan una vida austera, sin escándalos, están educando bien a sus hijas y creo que hay debates más importantes ahora. Aún así, si se hiciera un referéndum, yo votaría que no: prefiero tener un jefe de Estado que se elija cada cuatro años a que mi hijo tenga a Leonor como reina algún día.


Me da mucha rabia que, no sé por qué, muchos periodistas y escritores «esnobs» abominen de la Wikipedia


Me ha llamado la atención, en la nota final del libro, la defensa que hace de la Wikipedia…

Me da mucha rabia que, no sé por qué, muchos periodistas y escritores «esnobs» abominen de ese instrumento. He contribuido con donaciones a la Wikipedia, porque sé el enorme caudal de información que me ha proporcionado en los últimos años. Cuando me dicen que tiene muchas equivocaciones, pienso que la enciclopedia Larousse que tengo en mi casa, que la uso ahora como apoyo de una estantería, también tenía errores garrafales y quedaba obsoleta fácilmente. En toda obra humana hay errores. Pero esa facilidad de poder hablar contigo de un personaje histórico, que te baile una fecha y puedas verlo a golpe de dedo… ¿Cuántas veces la utilizamos al día? Yo, muchas . Es un instrumento de trabajo muy importante. Por algo le dieron el premio Príncipe de Asturias.

En esta novela se ven elementos históricos no solo sobre la familia real, sino también sobre la sociedad, el mundo del teatro, el momento político… ¿Cree que este tipo de ficciones ayudan a la gente a aprender cosas que antes se aprendían en el colegio?

Me dice la gente que es una forma de aprender historia y a mí me encanta. A mí también me pasa con los libros de Almudena Grandes, Pérez-Reverte, o Eslava Galán. Con estos libros tenemos ahora una manera más amena de aprender historia. O incluso Ken Follet, que mucha gente ha aprendido de las guerras europeas a través de sus libros, del mismo modo que yo conocí el mundo rural inglés a través de las novelas de Agatha Christie.


Yo no tengo documentalistas, todo me lo busco yo porque es algo que me encanta. Das un caudal de datos impresionante al lector y siempre hay alguno, por mucho que lo repases y mires, que siempre se te escapa


¿Y eso no crea una sensación de especial responsabilidad para el escritor?

Claro. Yo no tengo documentalistas, todo me lo busco yo porque es algo que me encanta. Das un caudal de datos impresionante al lector y siempre hay alguno, por mucho que lo repases y mires, que siempre se te escapa. Y cuando alguien lo descubre casi se convierte en el leitmotiv de ese libro. Con La soledad de la reina, que vendió muchísimo, cometí un pequeño error cuando puse que cuando Don Juanito estaba en Portugal y la reina estaba en Grecia, cada uno salía con su barquito a navegar y escribí una frase poética que decía: «Aún sin conocerse, navegaban los dos por el mismo mar». Cada vez que iba a algún foro, a alguna conferencia, siempre me lo decían. Me maldecía y me decía: por qué se me ocurriría poner eso. Esto pasa siempre, seguro que a Herodoto también le pasó.

Cuando alguien visita y viaja aunque sea con su imaginación a una época del pasado…¿No acaba desarrollando una cierta (y peligrosa) nostalgia?

Sí, era una época bonita. A mí me atraía mucho el marco de este personaje. Ha sido poco retratado, pero era un mundo en plena efervescencia, con cierta moral relajada -el rey mismo fumaba hachís-, una época de grandes descubrimientos y avances. Pero también había mucho sufrimiento y desigualdades: el rey viajó a las Hurdes y era como ir a Tanzania. Estalló la Guerra Civil… Había dos Españas: una muy atrasada y otra urbana, más avanzada, que es la que relato en esta novela.

¡Buenas lecturas!

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