‘Silencio’: un clásico que demuestra que la novela histórica sí puede trascender

Hay varias obras que los amantes del género podemos utilizar como ariete cuando algún amante del postureo nos pone por delante sus prejuicios acerca de los géneros y suelta eso de «la novela histórica no es buena literatura». Así, sin filtrar: todas las novelas históricas al cazo. El buque insignia que se suele contraponer es Memorias de Adriano, de Marguerite Yourcenar -hace un tiempo León Arsenal ya nos advertía que los posturetas dirían que esta es una «novela en clave histórica»-. Pero hay muchas más, muchas novelas que siendo sobresalientes obras de género, suponen además ejercicios literarios excelsos e historias que trascienden a su propio relato, comparables a cualquiera de las denominadas obras de ‘alta literatura’: de una de ellas os quería hablar hoy, de Silencio (traducción al castellano de Jaime Fernández, Edhasa), de Shûsaku Endô.

Desde que el año pasado se estrenó en España la adaptación cinematográfica realizada por Martin Scorsese (el historiador Jonathan López-Vera, autor de Historia de los Samuráis, analizó en su web las diferencias entre la versión fílmica y el original literario con un interesante artículo) tenía ganas de traeros por aquí las desventura de estos jesuitas portuguesas que embarcaban clandestinamente hacia Japón en busca de un compañero que ha apostatado. Sin embargo, en aquel momento, consideré más interesante dar la palabra a una autor que conocía en detalle la historia real que se escondía tras la narración de Endô, David B. Gil, que escribió este interesante texto: Silencio y el cristianismo en Japón: de las armas de fuego a la clandestinidad.

¿Por qué digo que Silencio es capaz de trascender su propia condición de excelente (y, oh cielos, breve) novela histórica? Porque la sensibilidad de Endô, católico japonés con grandes problemas para casar su fe con su identidad nacional y cultural, hace posible un juego literario fascinante: es capaz, a la vez, de recrear de modo fidedigno los conflictos identitarios y religiosos de jesuitas y japoneses del siglo XVII; a la vez, expone sus dudas y sensibilidades como japonés católico de mediados del siglo XX (la novela se publicó en 1966) y, para el lector de hoy, los conflictos de Rodrigues, Garpe y Ferreira nos sirven, no sólo para reflexionar sobre historia, fe y religión, sino sobre identidad, asimilación e imposición cultural y resistencia humana. Los temas de los novelas son tan intemporales y universales, que funcionan en sus tres tiempos: en del contexto argumental, en el tiempo del autor y en el del lector contemporáneo. Y eso, no debe resultar fácil.

Decía en este blog hace unas semanas la editora de Edhasa, Penélope Acero, que Silencio no era una novela «para todos los públicos. Tiene su complicación». Y tiene razón. Se leen bien argumentalmente, las peripecias y desventuras de sus protagonistas están narradas con brío -tiene pasajes realmente truculentos, terribles-, aun manteniendo un tono intimista y reflexivo. Es breve y su narrativa es accesible. Sin embargo, todo el subtexto, todas las reflexiones que están latentes en la novela, hacen que no sea recomendable leerlo a la velocidad de crucero best-seller y sí con cierta pausa, con pausas para reflexionar y adentrarse más en lo que plantea Endô. Que como decía más arriba, es mucho y abierto al pensamiento de cada uno. Se puede disfrutar como una novela de aventuras, sí, pero es como coger una manzana, comerse la piel y dejar la carne del fruto.

Quizá por todo esto, todavía hoy (un año después del estreno de la película en cines y estando ya disponible en plataformas de televisión) me resista a ver la adaptación de Scorsese, siendo admirador de este director. Veo tantas dificultades en esta adaptación, veo tantos obstáculos para que el cine salga triunfante de ese cometido, que, hoy por hoy, me sigo quedando con la novela.

Y vosotros, ¿habéis leído Silencio? ¿Qué os pareció?

¡Buenas lecturas!

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3 comentarios

  1. Dice ser David Gil

    Excelente defensa de una obra maestra de la literatura universal, David. Y me sucede lo mismo que a ti, aún no me he atrevido con la adaptación de Scorsese. Entre otras cosas, porque esos japoneses y esos jesuitas portugueses hablando en inglés me ponían en guardia ya desde el tráiler.

    08 febrero 2018 | 14:11

  2. xx-siglos

    Gracias David¡ Sí, algo tenía ese tráiler que a los que leímos (y amamos) la novela no nos convenció nada 😛

    09 febrero 2018 | 12:23

Los comentarios están cerrados.