Jesús Maeso de la Torre: «Quería escribir sobre Julio César para hablar de los políticos que no tenemos»

Julio César, en la serie Roma (HBO)

Jesús Maeso de la Torre (Úbeda, 1949) es uno de los autores más reputados del género histórico nacional, ganado con títulos como La cúpula del mundo, Al-Gazal o El auriga de Hispania y reconocimientos como ser el finalista del Ateneo o ganar el premio Caja Granada o el Ciudad de Cartagena. Tras sus dos últimas novelas ambientadas en China, Maeso fija su mirada ahora en un personaje habitual del género, Cayo Julio César. ¿El título? Las lágrimas de Julio César (Ediciones B, 2017)

¿Queda algo por aportar sobre el mítico dictador romano?, le pregunto. «Sí, yo le he puesto sentimiento al personaje», me explica este escritor, «en todo lo que leía sobre él, a excepción de Colleen McCullough​​, veía su estela de estadista, militar o literato, pero poco de su humanidad». «He hecho hincapié en su estancia en Hispania, con él celebre augurio de la sibila en Gades, con la que lloró, él que no creía en los dioses, pero sí en el destino, y he hecho aflorar sus relaciones con todas las mujeres que tuvo», añade.


El Marco Antonio del Julio César de Shakespare dice que lloraba al ver a la gente sin poder comer. Y creo que estaba bien visto: estoy convencido de que se hizo del partido popular porque no quería que el pueblo lo pasara mal


Maeso asegura convencido que Julio César fue «el gran genio completo del mundo romano; hubo grandes filósofos y grandes emperadores, pero completo en todo, sólo él». «Siempre» intuyó en el célebre estadista romano «una persona profundamente compasiva. El Marco Antonio del Julio César de Shakespare dice que lloraba al ver a la gente sin poder comer. Y creo que estaba bien visto: estoy convencido de que se hizo del partido popular porque no quería que el pueblo lo pasara mal». Y por ahí, dice, también va el título de la novela.

«Estoy seguro que a muchos lectores les sorprenderá, como a mí, este personaje: el gran orador, estadista, abogado, el general que come el rancho con sus hombres y que luego es capaz de componer versos tras yacer con su amante y se los corregía al poeta Lucrecio. Era hasta buen novelista, como nos mostró en La Guerra de las Galias«, afirma Maeso.

«Estaba como loco por escribir una novela sobre Julio César», me dice en un momento de la entrevista. ¿Por qué? «Porque quería hablar sobre los políticos que no tenemos ahora», asegura, «él veía más allá de la República en la que vivía; los de ahora no ven más allá de sus propias narices».


Se puede enseñar cualquier estupidez, cualquier error histórico en la escuela, pero lo peligroso es que se inculque el odio hacia los demás


Me hace fijarme en que los políticos españoles ni leen ni conocen la historia: «Podrían haber respondido a los independentistas catalanes desmontado falsedades históricas que usan. Los catalanes ya se han levantado así varias a veces a lo largo de la historia», asegura.

Ya que se arranca por estos lares y él es docente, le pregunto sobre si cree que en las escuelas catalanes se adoctrina. «Ya lo hicieron con mi generación, en los 50 y 60, con el nacionalcatolicismo. Ahora desde las escuelas, ikastolas o escolas se puede hacer un proselitismo brutal. Pero a algunos nos dio por leer después y todo aquello se evapora. Se puede enseñar cualquier estupidez, cualquier error histórico, pero lo peligroso es que se inculque el odio hacia los demás«, asegura. «Pero bueno», concluye, «con los nacionalistas, hagas lo que hagas, siempre te equivocas porque siempre estarán agraviados. Se creen el pueblo elegido».

Abandonamos el presente y volvemos a ir al pasado de su novela. Maeso ha contado la historia de Julio César a través de un personaje citado por la historia, pero del que «se ignora todo», como la sibila de Gades que le augura al romano su brillante futuro. César a través de los ojos de las mujeres, como decía él mismo antes. Este escritor asegura que Julio César llegó a la ciudad hispana con 38 años y desconocido, como cuestorun «Montoro en pequeño», explica jocoso Maeso- y la sibila le vaticina que «va a gobernar el mundo: y en cuatro años llegó a ser dictador».


No hubo caída del imperio romano: seguimos siendo ruidosos y nos gusta el buen vivir


La ciudad gaditana, en la que vive este escritor, es recreada en la novela con fascinación. «Era, en ese momento, más grande y suntuosa que la propia Roma, era cosmopolita», explica, «había tartesios, fenicios, cartagineses, norteafricanos, hispanos de otros lugares… Era una ciudad extraordinaria y comercial, con templos como el de Melkar, que sería como hoy el Vaticano o Fátima». «César amó Gades», afirma este historiador, «aunque la última vez que vino robó el tesoro del templo. Era un manirroto absoluto: se quedaba con el dinero de todos y no devolvía un duro».

También aparece una familia gaditana reconocida de la época, los Balbo, a los que Maeso reivindica: «Es inaudito que no sean muy conocidos hoy en día. Fue Balbo el que convenció a Julio César de que una República no podía dirigir un imperio».

Así que entre romanos y tartesios, Maeso se reconoce. «Soy muy prorromano», asegura y afirma que «somos romanos, porque es el imperio antiguo que más se acerca al mundo occidental actual. Vivimos y nos comportamos como ellos. No hubo caída del imperio romano: seguimos siendo ruidosos y nos gusta el buen vivir«.

¡Buenas lecturas!

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