‘Enterrad a los muertos’: dejad en paz a los muertos de la Historia (al menos en Quebec)

Vista del centro histórico de Quebec (PIXABAY)

Hoy os traigo una novela negra que no es histórica ni por asomo. Y no, no he cambiado de rumbo este blog, ni voy a arrancar una cruzada para que leáis de todo (algo que debéis hacer, no seáis enfermizos; ni con lo histórico, por favor). Así que os traigo una novela negra, de ambientación contemporánea, pero en la que la Historia está muy presente. Mucho. Letalmente presente.

Enterrad a los muertos (Salamandra, 2016, traducción de Maia Figueroa), de la canadiense Louise Penny, es la sexta novela del inspector Gamache de la Surete de Quebec (hay doce escritas, solo cuatro en castellano). Es una historia policíaca de ritmo pausado, muy saboreable, que alterna tres tramas diferentes y que se lee y se entiende bien, a pesar de ser una serie y estar muy conectada con la anterior entrega. Como novela negra funciona muy bien, está muy bien escrita y construida para la media del género.

¿Y por qué lo histórico? En la novela, Gamache, tras sufrir un trágico revés profesional, se toma un descanso y se dedica a estudiar la historia de Quebec. En concreto, la batalla de las Llanuras de Abraham, en la que por cierto, en cada bando (británicos y franceses) había un gran navegante: Cook, entre los ingleses y Bougainville, entre los galos. Para ello, visita asiduamente la Sociedad Literaria e Histórica, un centro cultural de la minoría inglesa de la región. Y allí, precisamente se encuentra un cadáver: el de un arqueólogo aficionado, y algo alocado, que está obsesionado con encontrar la tumba del ‘padre’ histórico de Quebec, Samuel de Champlain. Personaje, el finado, que puede recordar a Stelios Komoutsos, el camarero que a mediados del siglo XX solicitó hasta 322 peticiones de excavación en Alejandría en pos de la tumba de Alejandro Magno.

La novela se divierte con el juego con la Historia: ¿puede un crimen en un lugar histórico levantar las susceptibilidades nacionalistas contemporáneas? ¿qué oscuros sentimientos puede despertar encontrar la tumba de un personaje muerto muchos siglos atrás?

Te inocula esta novela ganas de visitar Quebec (una de las ciudades amuralladas más antiguas del continente americano), te descubre su historia, sus conflictos sociales y políticos contemporáneos y se plantea algunas reflexiones interesantes sobre la Historia, los nacionalismos y sus peligros (y placeres). Y además entretiene, que no es poco.

Que nadie olvidase nunca las muertes y los sacrificios. Quién había muerto y a manos de quién. Aunque la ciudad se hubiese construido a base de fe y pieles, sobre carne y huesos, su combustible eran los símbolos. Y la memoria.

Quizá a los muertos de la Historia haya que dejarlos un poco tranquilos. O no.

Pd: Por cierto, acaba de salir el siguiente caso de Gamache  en español: El juego de la luz (traducción de Maia Figueroa, Salamandra Black, 2017)

¡Buenas lecturas!

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