Daniel Wolf: «Cuando los escritores quieren educar a los lectores, no suelen salir buenas novelas»

El escritor alemán Daniel Wolf, en Madrid (FOTO: DAVID YAGÜE)

A Daniel Wolf hay quien le llama el «Ken Follet alemán» tras el éxito de su serie de novelas ambientadas en la ficticia ciudad medieval de Varennes, en la Alta Lorena y una familia de comerciantes, los Fleury. Es un apodo que sale fácil, por las comparaciones obvias entre su La sal de la Tierra (Grijalbo, 2015) y Varennes Saint Jacques de uno y Los pilares de la Tierra y el Knigthsbridge del otro. Así que aprovecho que Wolf está en Madrid promocionando la segunda novela de este serie de historias independientes –La luz de la Tierra (traducción de Carlos Fortea, Grijalbo, 2017)-  para conocerle.

Y de primeras, en lo personal, Wolf está lejos de parecerse a Follet. Frente al elegante best seller galés de pelo blanco me encuentro a un joven (nacido en 1977) y alto alemán vestido de sport. Cuyo nombre real, por cierto, es Christoph Lode.

¿Por qué entonces el seudónimo de Daniel Wolf? «No significa nada para mí», explica. «Había escrito novelas de fantasía para adolescentes y con esta saga, apostaba por otro género y me dirigía a otro público; así que decidí marcar el cambio con un nuevo nombre. Mi editora y yo teníamos una lista de 21 nombres. El que más me gustaba coincidía con el de un ejecutivo muy conocido en Alemania que está en la cárcel por evasión de impuestos… Así que no pudo ser. Daniel Wolf también me pareció bonito».

En La luz de la tierra, ambientada en el siglo XIII, Wolf nos presenta al hijo de Michael, protagonista de la primera novela, Rémy que nos introduce en nuevas problemáticas de la Edad Media que apasiona a este autor respecto a la primera novela. «Varennes ya es una ciudad libre, pero tiene nuevos conflictos y nuevos enemigos», explica el autor. «Una rivalidad con una poderosa ciudad como Metz y, además, el protagonista quiere abrir la primera escuela secular» y añade que «la educación es uno de los grandes temas de esta novela».

¿Al apostar por ese tema has querido trazar algún paralelismo con el presente o mandar un mensaje al lector? «Esa es una buena pregunta y por lo tanto difícil». Lo piensa. «En todo caso, he lanzado un mensaje muy sutil», responde, «porque creo que la educación y el conocimiento son fundamentales y eso se ve en la novela». Pero rechaza que él como autor quiera mandar mensajes a sus lectores. «Cuando los escritores quieren educar o dar lecciones a los lectores, la mayoría de veces no salen novelas buenas«, sentencia.

Y en una novela en la que se habla de clases medias y bajas que se levantan contra los poderosos, de la lucha por la educación, del comercio… ¿De verdad, cree Wolf que sus lectores no van a interpretar esta historia como un mensaje sobre el mundo en el que viven? «Seguramente muchos lectores lo interpreten así, pero ya está fuera de mi control», responde y recuerda que el capitalismo en el que vivimos y el concepto marxista de lucha de clases nacen en el siglo XIX. «En la Edad Media se luchaba contra las injusticias, pero todo, la economía incluida, era muy diferente», concluye.

En sus novelas, las ciudades son espacio de libertad y de acogida. ¿Es histórico o mito? «No eran todas así, pero en Alemania había ciudades como Colonia, Frankfurt o Lübeck que eran ciudades muy progresistas. Cuando alguien llegaba como siervo, después de un año y un día, se convertía en hombre o mujer libre. Y en esas ciudades se inspira la de mis novelas».

¿No le gustaría que Alemania (y Europa y el mundo) tomara ese ejemplo? «Claro que me gustaría, pero hay que ser realistas y es algo que me supera» responde con convicción. «En Alemania, seguro que lo has visto, hemos acogido muchos inmigrantes y refugiados pero no todos han sido bienvenidos y, por desgracia, las fuerzas xenófobas están creciendo. Como escritor abogo por las libertades, por proteger y mantenerlas, pero mis opciones son limitadas».

La conversación nos adentra en la relación entre ficción e historia que hay en sus obras. «Siempre tengo una visión de mi relato cuando empiezo y, con ella, empiezo a estudiar el trasfondo histórico. De esa interacción entre mi idea y los datos históricos surge mi novela. Diría que en mis obras hay 50% de historia y 50% de ficción. Si no encuentro datos históricos que sustenten una de mis ideas, no la voy a perseguir. Quiero que mis novelas sean creíbles y tengan una base histórica«, resume su forma de trabajar.

¿Cuáles son sus modelos literarios? «No tengo modelos», explica,»pero sí influencias de muchos escritores: Stephen King, el español Carlos Ruiz Zafón (que reconoce que le encanta), Erich Maria Remarque, Terry Pratchett…» ¿Ninguno de novela histórica? «Sí, Ken Follet. Cuando era adolescente me inspiró muchísimo», responde. Y vuelvo al principio, ¿es consciente que le comparan con él? Se ríe y asiente. No parece molestarle en absoluto.

Comparto con él, que en los últimos meses he contado varias novelas históricas alemanas que han llegado a España (El ladrón de café, Un elefante para Carlomagno, la suya y en pocas semanas, Los asesinos de Cartago, de Haefs). Le sorprende: «Cuando empecé a escribir La sal de la tierra, en 2011-2012, el momento álgido de la novela histórica había pasado hacía ya diez o quince años, el género estaba muerto. Así que corrí un gran riesgo con ella porque no era nada popular en Alemania».

La tercera novela de la serie de los Fleury ya está publicada en Alemania (salió en verano) y él ya ha confirmado que está trabajando en la cuarta entrega que llegará hasta el siglo XIV. ¿Hasta cuándo seguirá con esta serie?. «Sinceramente, no lo sé», responde con un ejemplo de cholismo literario: «Voy novela a novela, así que el próximo libro me sorprenderá tanto como a los lectores».

Ya que es un autor tan interesado en la historia, ¿no tendrá en la manga alguna ambientada en España? «Me fascinan dos momentos de la historia española: la Reconquista, con la relación entre Islam y cristianismo (ya en su primera novela demostró su interés por las Cruzadas); y la Segunda República, porque durante un periodo muy breve de tiempo, España fue el país más progresista del mundo, estaba avanzado décadas respecto a otras naciones», explica.

Así que lo próximo, ¿quizá tenga aire español? Insiste en que no lo sabe, pero concede un «quizás».

¿Habéis leído las novelas de Wolf? ¿Qué os parecen?

¡Buenas lecturas!

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