La ‘Pesadilla’ de Hans Fallada tras la Segunda Guerra Mundial

Berlín arrasada por la guerra (WIKIPEDIA)

El domingo, 5 de febrero, se cumplían 70 años de la muerte del escritor alemán Hans Fallada. La editorial Maeva publica en España, en sintonía con la efeméride, el penúltimo libro del autor, entre otras, de Solo en Berlín y El bebedor, Pesadilla (Traducción de Rosa Pilar Blanco, Maeva, 2017).

Fallada, seudónimo de Rudolf Wilhelm Friedrich Ditzen, fue un escritor muy popular en la Alemania de los años 30, que fue molestado en ocasiones por el régimen nazi y que tuvo diversos problemas mentales relacionados con el alcoholismo y las drogas. Su éxito internacional está siendo tardío, pero bastante importante: en su edición inglesa, Solo en Berlín, seguramente también su novela de más éxito en español, vendió 300.000 copias. En España, sus obras han sido publicadas por Maeva, a excepción de El bebedor y En mi país desconocido (ambas en Seix Barral).

En Pesadilla, el escritor recurría a su propia historia personal (un «informe fiel a la verdad» lo llama Fallada) para narrar la Alemania de los meses inmediatamente posteriores a la contienda. Como lo escribió en aquel año, no es una novela propiamente histórica, pero para nosotros, lectores del siglo XXI, este valor es innegable.

Fallada nos presenta a los Doll (un matrimonio muy similar al del autor), críticos con el régimen nazi y bastante mal vistos por sus vecinos, que están deseando dar la bienvenida a los rusos libertadores. Sin embargo, su ansiado final de la guerra no será tal y como ellos esperaban. Los soviéticos nombrarán a él alcalde de su ciudad y le encargarán, además, limpiar la ciudad de antiguos nazis. Pero la titánica labor le conducirá a marchar, decepcionado y derrotado, a Berlín y allí, con su esposa, caer en brazos de la enfermedad y la adicción a la morfina.

¿Por qué hablaba antes de su valor histórico (además de ser una novela entretenida y ciertamente poderosa)? Por la descripción que hace de la Alemania vencida, sus traumas y sus heridas. Es una gran tragedia la narrada, aunque Fallada no necesita recurrir a sangrientas brutalidades, tan habituales en obras ambientadas en estos momentos. Sus protagonistas son gente acomodada, a los que el nazismo molestó pero no eliminó, porque lo que se sienten también culpables de las fechorías del régimen, porque no fueron lo suficientemente combativos (sino, no habría sobrevivido, probablemente). Odian lo que supone ser en ese momento alemanes, pero saben que ellos lo son.

Había sido un engaño que el mundo solo esperase ayudar al pueblo alemán a salir del barro, de ese enorme cráter causado por una bomba al que la guerra los había lanzado a todos, Por otra parte, también había sido un engaño que él, el alcalde Doll, mereciera una consideración distinta a la del resto de sus compatriotas: al igual que todos ellos, él nuera más que un animalito malvado.

Las descripciones, las historias anexas (los varios suicidas que aparecen en la obra, los nazis oportunistas y buitres), la caída de la moralidad merced al único objetivo de la supervivencia, la tristeza y el dolor dan buena prueba de una Alemania pesadillesca, da igual que uno sea nazi que contrario.

Él tenía muchas veces la sensación de que, sometidos la presión de las privaciones, se volvían más nazis todavía. «!Cuando estaba el Führer había mucho más de esto y de aquello!»

Y el intentar huir de ese dolor, los empuja en brazos de los narcóticos. Los Doll, en su caída y recuperación, se convierten en un símbolo de todo el pueblo alemán. Incluida la recuperación de la esperanza final.

Seguramente no sea la obra más accesible de Fallada, aunque puede que sea la más honesta con el autor, como asegura la editorial. Sin embargo, resulta una novela disfrutable, tanto en lo literario como en lo histórico. Una pequeña y dolorosa inmersión en la deprimente Alemania de la derrota.

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