La leyenda de Peter Stuart Ney: el hombre que cuando se emborrachaba aseguraba ser el fusilado mariscal Ney

Tumba de Peter Steward Ney

Tumba de Peter Stuart Ney

Firma invitada de lujo hoy en XX Siglos. El escritor, profesor de Derecho Internacional Privado en la Universidad de Granada, y flamante ganador del Premio Internacional de Novela Histórica Ciudad de Úbeda con la estupenda La segunda vida del mariscal (Ediciones B, 2016) Sixto Sánchez Lorenzo pasa por este blog para hablar de Historia, leyenda y ficción. Con su novela galardonada, brillantemente escrita y estructurada como una precisa novela policíaca, Sánchez Lorenzo nos traslada a la vida, muerte y ¿resurrección? del célebre Mariscal Ney, el héroe de la retirada napoleónica de Rusia, el, según Napoleón, «el valiente entre los valientes».

El autor nos cuenta en este artículo la leyenda real en la que se basa su novela. La del hombre que en EE UU, fusilado Ney, afirmaba en plena borrachera que él era el héroe de Rusia. ¿Era en realidad el célebre militar o sólo un borracho lenguaraz?


La leyenda de Peter Stuart Ney

Por Sixto Sánchez Lorenzo | Escritor @SixtoSanchezLor

Lejos de los campos de batalla de toda Europa, asolados y sembrados de cadáveres tras la Revolución Francesa y el Imperio napoleónico, en el cementerio de una pequeña parroquia presbiteriana de Cleveland (Carolina del Norte), reposan los restos de Peter Stuart Ney, maestro de escuela fallecido el 15 de noviembre de 1846 a la edad de 77 años. Poco antes de morir, en su último delirio, confesó otra identidad. No era la primera vez que lo hacía, aunque fue la última. Aunque Peter era un maestro adusto, proclive a la disciplina y a la economía del verbo, en ocasiones se excedía en la ingesta de bebidas espirituosas, y era entonces cuando solía afirmar lo que negaba en su estado natural de sobriedad: en realidad, él era el mariscal Ney, duque de Elchingen, Príncipe del Moscova, héroe de las campañas napoleónicas, presuntamente fusilado el 7 de diciembre de 1815.

Muchos de sus contemporáneos sospechaban que aquella era su verdadera identidad. Philip Petrie, soldado reconvertido en marinero, juró haber reconocido el mariscal Ney a bordo del City of Philadelfia, y haberlo visto desembarcar a su llegada a Charleston a finales de enero de 1816. Parece ser que el coronel Jan Lehmanowsky, que escapó de su condena a muerte tras la batalla de Waterloo, y Pasqual Luciani, oficial corso emparentado con Bonaparte, fueron sus compañeros de travesía. Todos viajaron con nombre falso, y presuntamente Ney utilizó el de Peter Fox. Peter, Pierre, era el nombre del padre de Ney. Chapman Levy, discreto abogado de Camden de origen sefardí,  llevó a cabo indagaciones acerca de la verdadera identidad de Peter Stuart Ney, acaso originariamente Peter Fox, ya en los primeros años de su llegada a los Estados de la Unión, en su paso inicial por Carolina del Sur.

marechal_neyComo tantos compatriotas exiliados en el sur de los Estados Unidos tras la batalla de Waterloo, Peter Stuart Ney podía pasar desapercibido, salvo cuando estaba ebrio. Entonces se acaloraba y relataba de forma fidedigna las batallas en las que había tomado parte como soldado imperial. Si la curda era importante, podía acabar confesando sus muchos títulos. Uno de los testimonios afirma que, tras caerse del caballo en una intentona fallida por montar, algunos pretendieron ayudarle a montar de nuevo; muy digno, Peter Stuart Ney declinó la ayuda con un buen argumento: “¿Vais a ayudar a montar al mariscal Ney, al viejo húsar?”. Muchos de sus vecinos, incluso algunos alumnos, aseguraron tras su muerte que conocían su verdadera identidad y que habían mantenido el secreto por respeto a una de las personas más insignes de su pequeña sociedad.

La leyenda podría ser una más de las tantas que adornan el destino deseado de héroes maltratados por la tragedia, máxime cuando su muerte pesa como una losa de oprobio y vergüenza en la propia memoria de quienes lo ajusticiaron. El mariscal Claude Victor, camarada en tantas batallas, testigo de las hazañas de Ney durante la retirada de Rusia, votó por la muerte de Ney bajo el cargo de traición, como la mayoría de los miembros de la Cámara de los Pares que lo juzgó. La fecha del fusilamiento de Ney coincidió, por un capricho del destino, con la del cumpleaños de Victor. Victor confesó que su arrepentimiento lo llevó a hacer penitencia cada día 7 de diciembre, después de aquella fatídica fecha de 1815.

Peter Stuart Ney tenía la misma edad de Michel Ney. Los retratos del personaje presentan una similitud notable con la imagen del mariscal. Su caligrafía coincide. Algunos de quienes le conocieron testimoniaban cicatrices similares a las que Michel Ney había incorporado a su anatomía tras su incesante batallar. Quienes investigaron sobre él  (James A. Weston, J.E. Smoot, L. Blythe, M. Dansel…) sugieren la firmeza de algunas evidencias acerca de su egregia identidad. Los poemas, encontrados tras su muerte entre sus efectos personales, son más que elocuentes. En “Gone with their glories, gone”, un poema compuesto en 1835, puede leerse en los primeros versos del primer cuarteto esta afirmación: “aunque yo fui el bravo entre los bravos, mi pluma y mi bastón se fueron”. La pluma y el bastón son los signos de su grado de mariscal. Y de todos es sabido que el propio Napoleón, tras las hazañas de Ney cubriendo la retaguardia de la Grande Armée en Rusia, lo había apodado como “el valiente entre los valientes”, “le brave entre les braves”.

La leyenda de Peter Stuart Ney se acrecienta si se tiene en cuenta que la tumba del mariscal Ney en el cementerio del Père Lachaise está vacía. Ney fue enterrado en ese camposanto, por entonces conocido como cementerio de Charonne, tras su fusilamiento. Para evitar la profanación de la tumba, fue inhumado junto a su suegro en una tumba discreta, pero perfectamente localizada. Pasado casi un siglo, en 1903, el cuerpo fue exhumado para ser trasladado a su ubicación actual, pero se presentó, al parecer, un pequeño inconveniente: el ataúd que debía contener el cuerpo del mariscal estaba vacío

Sobre las tesis de quién ayudó a Ney a escapar de su ejecución se han formulado las más variopintas teorías. Las más recurrentes apuntan a Wellington y a agentes secretos ingleses, que ya por entonces emulaban a la inteligencia, al menos cinematográfica, del MI6. Otros, más románticos, sugieren la intervención de la francmasonería. El propio rey de España José I, Pepe “Botella”, fue el líder de los masones borbónicos en su exilio estadounidense, donde se procuró una cómoda estancia gracias a la venta de las joyas de la Corona española, que en parte invirtió en ayudar a refugiados bonapartistas, hasta que regresó a Europa en 1841. De hecho, tras la Restauración, una ingente corriente de refugiados franceses se instaló en tierras de Carolina del Norte, Carolina del Sur y Alabama, y también más al norte, en Pensilvania, Ohio, Indiana… En el sur, estos colonos fundaron ciudades como Aigleville, en Alabama, hoy desaparecida, aunque no así el condado de Marengo, que aún conserva su nombre en memoria de la famosa batalla ganada por las tropas de Bonaparte. En Aigleville un lugarteniente de Ney, el general Lefebvre-Desnouettes fundó la Vine and Olive Colony¸ unos años antes de perder su vida en un naufragio, cuando trataba de regresar al continente. En ella se dieron cita muchos bonapartistas ilustres. ¿Era uno de ellos el mariscal Ney?

La leyenda de la segunda vida del mariscal Ney en América sigue abierta, al menos hasta que, como han propuesto algunos, se exhumen los retos de Peter Stuart Ney para hacer un estudio genético que contraste los datos con los descendientes del mariscal. Hasta que llegue tan incierto momento, podemos preguntarnos legítimamente si hay algo de verdad en semejante leyenda. Y también podemos permitirnos fabular en torno a esta hipótesis y proponer una tesis acerca de “la segunda vida del mariscal”. Lo de menos, quizás, es que sea verdad. Basta con que sea verosímil. Este es el único requerimiento del género de la novela histórica.

*Las negritas son del bloguero y no del autor del texto.

Os recuerdo que estamos eligiendo la mejor novela histórica del 2016. ¡Votad!

¡Buenas lecturas!

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