‘La sangre helada’: asesino psicópata en el ballenero

Fotograma de la película 'El corazón del mar'.

Fotograma de la película ‘El corazón del mar’.

Siempre me han gustado las historias de balleneros. Desde aquel fastuoso arranque de «llamadme Ismael» de Moby Dick, pasando por Los balleneros del Danebrog de Salgari, o el fascinante relato de no ficción que rescata la historia en la que se basó Melville, En el corazón del mar, de Nathaniel Philbrick (Seix-Barral, 2015, traducción de Jordi Beltrán), o las historias de balleneros vascos que han salido en la última década… Si hasta Ned Land es, junto con Nemo, mi personaje favorito de 20.000 leguas de viaje submarino de Verne. Y es que, aunque a uno personalmente le pueda provocar rechazo la caza de estos cetáceos, literaria y simbólicamente tienen un poder fascinador innegable.

¿Os habéis situado ya, oh, arponeros literarios míos? Ahora os arrastro hasta una novedad que ha hecho poco ruido y, personalmente, no comprendo por qué. La sangre helada (Roca Editorial, 2016, traducción de Santiago del Rey), de Ian McGuire, una de las novelas seleccionada para el Man Booker de este año (que no ha ganado) coge todo ese universo de los balleneros y se lo pone por montera.

McGuire nos traslada a un ballenero, el Volunteer, que parte, a mediados del siglo XIX, de Yorkshire en busca de ballenas en el Círculo Polar Ártico. En él, como médico, va Patrick Summer, un irlandés lleno de secretos enrolado tras regresar del ejército y de una salvaje campaña en la India de la rebelión de los cipayos. Quiere huir, permanecer oculto. No sabe que en ese barco también viaja un sádico asesino. Un hombre para el que matar es un simple impulso que debe seguir.

2374La sangre helada es una historia brutal, sangrienta, triste y dolorosa. Es un viaje a la peor cara del ser humano, la más animal, la que lucha por sobrevivir. La comparan en la publicidad con Cormac McCarthy y me parece acertado.

Es esta novela una especie de novela de balleneros crepuscular, donde todo lo que tenemos en mente (Moby Dick, los balleneros de Salgari) son los viejos buenos tiempos que ya pasaron, si es que alguna vez existieron. Ahora sólo hay decadencia, hombres que huyen y que luchan, salvajes, capitanes gafados, patrones ambiciosos… En La sangre helada lo que menos aterra son los grandes cetáceos.

Una historia de muerte y supervivencia, seca, precisa y llena de frases lapidarias y de calado. Un cuento de aventuras oscuro y tenebroso. McGuire es capaz de trasladarnos al infierno helado del Ártico, a la hedionda bodega de un ballenero o al sangriento asedio de Delhi con igual precisión. Lo ves, lo sientes. Y se lee a tragos, como si fuera un aguardiente, que quema, pero en el fondo se agradece.

Yo no la dejaría pasar.

La vida no se descifra, no se sojuzga a base de cháchara; hay que vivirla, hay que sobrevivirla.

¡Buenas lecturas!

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