Antonio Barceló, mucho más que un olvidado corsario del siglo XVIII

Antonio BarcelóEste lunes nos visita en XXSiglos Agustín Ramón Rodríguez González, doctor en Historia y miembro de la Real Academia de la Historia, un reconocido especialista en Historia naval, con más de treinta libros publicados. Con su última obra, que está llegando a las librerías, Antonio Barceló. Mucho más que un gran corsario (Edaf, 2016), el autor ha logrado el XIV premio Algaba de Biografía, Autobiografía, Memorias e Investigaciones Históricas que convoca ‘Ámbito Cultural’ de El Corte Inglés.

He pedido a Agustín que nos haga un bosquejo de Antonio Barceló, este desconocido para el gran público marino del siglo XVIII y que nos hiciera un pequeño adelanto de lo que cuenta en su premiada biografía. Espero que os resulte interesante.


Antonio Barceló, mucho más que un olvidado corsario

Por Agustín Ramón Rodríguez González | doctor en Historia y miembro de la Real Academia de la Historia

Agustín Rodríguez González (Foto: EDAF)

Agustín Rodríguez González (Foto: EDAF)

Con frecuencia la Historia se centra en personajes de primera línea, que por una razón u otra han acaparado casi en exclusiva la atención de los investigadores y del público, pero en numerosas ocasiones hay otros personajes, poco o mal conocidos, que a menudo nos dan una visión tan sugerente como inédita de la vida en esa época, de sus problemas y de sus realizaciones.

Un buen ejemplo puede ser el estudio de las contiendas navales del siglo XVIII, que se ha centrado tradicionalmente en el escenario atlántico y en los adversarios europeos, relegando a un segundo plano otros escenarios y otros enemigos, tal vez menos decisivos en la lucha por la hegemonía mundial, pero muy importantes, especialmente para el Levante español, que inició a raíz de ello un importante despegue en el siglo siguiente.

Protagonista de esa lucha fue un muy popular, pero bastante desconocido en los detalles concretos de sus realizaciones, repitiendo noticias poco informadas y a menudo subvalorado, don Antonio Barceló. Nacido en Mallorca, poco después de la Guerra de Sucesión, e hijo  de un modesto patrón mercante, siguió los pasos de su padre al mando del jabeque-correo que unía las islas con Barcelona. En tal ocupación aún como civil y en su defensa, consiguió tales éxitos sobre los corsarios berberiscos que lo atacaban, que consiguió entrar como oficial en la Armada, pese a que entonces se les exigían amplios estudios, formación específica como guardiamarinas y un estatus nobiliario.

Así empezó una carrera llena de éxitos que lo condujo finalmente, ascenso tras ascenso por méritos de guerra al vencer siempre en continuos combates, al alto grado de teniente general de la Armada, pese a sus modestos orígenes y padecer una seria discapacidad: la sordera. Y bien pudo haber llegado más alto aún, pero se interpusieron prejuicios, incomprensión y envidias.

Aunque conocidos estos hechos, pocas veces se les ha dedicado la investigación y el detalle que merece un personaje tan especial, idea que inspiró este libro. En este ameno y completo estudio se subrayan aspectos  como su liderazgo, al formarse bajo su mando y patrocinio algunos de los mejores marinos de entonces, como Federico Gravina, Antonio Escaño o Santiago  Liniers, y la reclamación insistente, incluso ante los mismos reyes, de que la única manera  de  formar buenos oficiales es  recompensar  sus méritos en campaña, sin atención a su influencia en la Corte o a su origen más menos noble. Ello por no hablar de su papel al “reciclar” convenientemente a oficiales y marineros que habían dejado que desear en combate, tarea para la que aunaba su experiencia de bravo marino y el saber tratar a “su gente”.

Creemos que por primera vez se detallan y analizan, en lo posible, sus continuas victorias por la mar o en los bombardeos de Argel, que sirvieron para poner fin a una pesadilla de siglos en nuestras costas de Levante, comparándolos con otras operaciones similares realizadas por potencias como Francia y Gran Bretaña para su mejor evaluación.

En un largo capítulo dedicado al último asedio de Gibraltar, se estudia la participación de Barceló en las operaciones, sus éxitos, su momentánea y totalmente injusta postergación y el reconocimiento final y ascenso, pero con la amargura de haber sido desoídos sus sensatos proyectos, causa fundamental del desfavorable resultado de la operación, la única derrota en la guerra en que España prestó todo su apoyo a la independencia de los Estados Unidos.

En otros capítulos se analizan sus logros en el diseño de los jabeques, unos buques muy especiales, que resultaron decisivos para perseguir a sus homólogos berberiscos, y a los que Barceló aportó sus ideas nacidas de su experiencia en múltiples combates. También su invento de las cañoneras, un arma decisiva en esa época, tanto en combate naval como en defensa de costas y convoyes costeros como  para ser utilizada en operaciones ofensivas, como el bombardeo de plazas, que proporcionó a la Armada muchas de las victorias conseguidas en una época muy difícil. Y eso hasta bastantes años después de su muerte, pues fueron protagonistas en la defensa del Cádiz de las Cortes, cuna de la primera Constitución española ante el ataque del ejército napoleónico.

También su figura destaca en asuntos muy diversos, como su desinterés al financiar de su propio bolsillo las obras de construcción de los buques de la Armada en los arsenales, pues los dineros oficiales siempre se retrasaban, con graves repercusiones para las necesidades y proyectos defensivos, y para evitar el  paro de las maestranzas o su papel en la promoción de otros establecimientos industriales. Aparte de su modesta pero señalada actividad como constructor de jabeques y hasta de naviero mercante.

Por no citar finalmente su acendraba religiosidad, muy presente en su familia, donde abundaron las vocaciones religiosas de ascendientes y descendientes, al ser el primer promotor de la Virgen del Carmen como patrona de la Armada y en general de todos los que se dedican al mar, más de un siglo antes de que fuera reconocida como tal.

En suma, un personaje complejo y hasta aparentemente contradictorio, pero realmente proteico, que aúna en su vida y obra perfiles que uno esperaría de un español del “Siglo de Oro”, de la “Ilustración” y hasta de la posterior Revolución Industrial y Liberal. Y es que la realidad histórica, cuando se la examina con alguna atención, supera en mucho los esquemas, por más que estos sean imprescindibles para un primer acercamiento y comprensión del pasado.

*Las negritas son del bloguero y no del autor del texto.

 

 

1 comentario

  1. Dice ser Casandra

    Su fama de extraordinario guerrero se extendió por toda España, e incluso se cantaron coplas a él dedicadas:

    «Si el rey de España tuviera
    cuatro como Barceló
    Gibraltar sería de España,
    que de los ingleses no».

    Incluso circularon versos comparándole con otros conocidos marinos de su época, destacando su más alta cuna y menor valía:

    “Ulloa, gran escritor.
    Córdoba, gran santulario.
    Castejón, gran perdulario.
    Gastón, gran pompa exterior.
    Arce, muy grande orador.
    Ponce, grande presumido.
    Casteny, grande en el vestido.
    Todos grandes en hablar,
    pero para pelear
    ni lo serán ni lo han sido.
    Barceló no es escritor
    ni finge ser santulario
    ni traza de perdulario
    ni lleva pompa exterior;
    Persuade y no es orador,
    su aseo no es presumido,
    va como debe ir vestido,
    fía poco en el hablar,
    mas si llega a pelear
    siempre será lo que ha sido”.

    17 octubre 2016 | 14:48

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