«Fernando es un todoterreno de la Historia de España, un gigante político y nuestro mejor rey. A partir de ahí podemos hablar de fallos y defectos (…) No fue un rey perfecto, pero todos los demás han sido peores». Así arranca el escritor Fernando Martínez Laínez, un auténtico todoterreno que ha cultivado el periodismo, la divulgación histórica, la novela negra y la histórica, entre otros géneros, su libro Fernando el Católico. Crónica de un reinado (Edaf, 2016) que ha sido publicado recientemente coincidiendo con el quinto centenario de su muerte.
Aunque han salido varios libros sobre el tema (la Esfera ha publicado recientemente también un ensayo de Herny Kamen) me ha parecido interesante hablaros de éste por su carácter divulgativo -muy visual, como casi todos los de Edaf- y porque he tenido la oportunidad de charlar un rato con su autor. Ahora que está tan de moda la figura del rey Católico (por la efeméride, por la película La corona partida, en cines, o por el recuerdo de la serie Isabel) no es mal momento para echar un vistazo a su figura. Un monarca considerado por muchos, incluido Maquiavelo, como uno de los primeros líderes modernos de Europa, pero también con puntos muy oscuros como la expulsión de los judíos. Sea tan grande o no, haya sido bueno, malo o regular, lo mejor es leer y que cada uno se haga sus propias composiciones.
«España pasó (en su reinado) prácticamente de unos reinos de taifas a ser una monarquía unida y con peso en Europa, le pese a quien le pese», me dice el autor del libro al que se le intuye admiración por el personaje. Martínez Láinez ha preferido huir de suposiciones psicológicas «de dudosa comprobación» y se ha centrado en hacer, más que una biografía al uso, una crónica de su reinado. Una vida apasionante, desde su nacimiento hasta su muerte, casi en la pobreza, en Madrigalejo (Cáceres), llena de batallas, poder, intrigas… Una existencia que dejó huella, sin duda.
Se me antojan varias dudas con su figura. ¿La Historia no ha minusvalorado a Fernando frente a su esposa, Isabel de Castilla, a pesar del dicho del «tanto monta, Isabel como Fernando»? «Eso es una distorsión histórica. Ha pasado por filias y fobias de los historiadores o en épocas que buscaron acentuar el papel de uno o de la otra. Es difícil encontrar una pareja real que se entendiera tan bien políticamente como ellos, a pesar de que también tuvieron contradicciones», afirma. Y recuerda que Fernando sí reinó en Castilla, mientras que Isabel no pasó de consorte en Aragón.
¿Y su fama de intrigante en la sucesión de Castilla, con Carlos I y sus padres Juana la Loca y Felipe el Hermoso? «Hay que entender humanamente al personaje», dice el escritor. «Tiene un yerno que es una advenedizo que desprecia a Castilla y que tiene a su hija maltratada y la volvió tarumba. La nobleza, por sus propios intereses, se alinean con Felipe. Está acorralado. El azar le devolverá el poder, pero si Felipe hubiera vivido más, si no, la historia podría haber sido muy diferente».
¿Por qué los españoles del siglo XXI deberíamos leer sobre este personaje? «Les debe interesar porque es un puntal fundamental de nuestro pasado histórico, y es determinante para el presente. Ninguna nación seria se puede permitir una idea colectiva si su conocimiento del pasado«. No me aguanto y le pincho un poco más, ya que leo en su libro que «no exageran los que consideran a Fernando como el padre de la Nación española». «Fernando el Católico representa muchas cosas que van en contra de algunas visiones históricas y políticas que pretenden negar, por ejemplo, la existencia de España«.
Dicho eso, se esté o no de acuerdo, en lo que sí estoy plenamente de acuerdo es con otra frase del libro en la que dice que de estar viendo el presente, «el gran rey no descanse en paz, a pesar de llevar ya 500 años muerto».
¡Buenas lecturas!
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A ver cuanto tardan los del Institut Nova Historia en decir que Fernando el Católico nació en Sant Boi de Llobregat.
26 febrero 2016 | 18:20
Seguro que tendría que ser muy interesante…
Por otro lado, es curioso que me haga reflexionar en otra cosa: veo cierta analogía con el concepto de China: antes dela primera dinastía Qin, habían múltiples naciones pequeñas, con muchas cullturas distintas, e incluso con un distinto lenguaje escrito. Con la crueldad de la guerra, se crea el imperio chino, en todo su esplendor. Pero con los efectos colaterales de que se acabó con muchísimas culturas, 19 tipos de escrituras distintas se perdieron , y han quedado muy poco rasgos de ellos.
Esto viene a decir que muchas veces, el patrimonio de la humanidad, las lenguas, los escritos, y toda obra humana puede dejar de existir si se le obliga a sacrificarse por alienación y homogeneización de la sociedad para controlarlo todo… Claro que eso no se hizo sólo, si no que se creó un sistema a través del funcionariado basado en las enseñanzas de Confucio para tener a todo el vasto territorio controlado por impuestos, etc. en definitiva, la creación de un imperio centralizado, malvado, perverso, que esclavizaba alagente trabajando en la muralla china para autoproclamarse el mejor.
Parece como si la cultura estuviese cabreada con el poder y el imperialismo, es como ésa injusticia de decidir porqué salvar a una cltura en detrimento de las demás, cuando son todas equiparables…
09 marzo 2016 | 10:50