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La crisis despuebla Valencia: 30.000 vecinos menos en 5 años

Colas de inmigrantes en el Ayuntamiento de Valencia

Colas de inmigrantes ante la oficina del padrón del Ayuntamiento de Valencia. Foto: Rebeca Argudo

Valencia ha perdido casi 30.000 vecinos en cinco años. La durísima crisis económica ha provocado el éxodo, principalmente, de ciudadanos extranjeros, sobre todo latinoamericanos, que han decidido abandonar la capital del Turia para, la mayoría, regresar a sus países de origen.

Ecuatorianos y bolivianos son los que más se están yendo de Valencia (y por extensión de España), aunque siguen siendo la segunda y tercera nacionalidad en la ciudad, respectivamente. Los rumanos, que son la comunidad más numerosa en Valencia, también se van, pero menos.

Rumanos, bolivianos y ecuatorianos sufren mucho el paro al haber trabajado mayoritariamente en la construcción y en la industria tradicional, dos sectores muy destrozados en la Comunidad Valenciana.

No obstante, entre las tres comunidades suman más de 28.000 vecinos de Valencia, de un total de 787.301 personas a 1 de enero de 2014, según los datos del padrón municipal del Ayuntamento.

En cambio, los chinos siguen comprando o constituyendo nuevos negocios (tiendas, bares, peluquerías…) y cada vez tienen más (y más diversos) bajo su absoluto control. Los chinos crecen paulatinamente en Valencia y son ya la sexta nacionalidad más numerosa de la ciudad, con 5.545 vecinos.

Por algo son ya la primera potencia económica del mundo y por algo capean mejor que ninguna otra nacionalidad la crisis económica que sufre España. Otra cosa es a costa de cuántas horas de trabajo.

Alberto Fabra (PP) y Ximo Puig (PSOE) quedan muy tocados en Valencia

Tanto el presidente de la Generalitat Valenciana, Alberto Fabra, como el líder del PSPV-PSOE, Ximo Puig, quedan tocados, muy tocados, tras el desplome del PP y del PSOE el domingo en las elecciones europeas.

El Partido Popular ha bajado en la Comunitat Valenciana del 52,8% de 2009 al 29% del domingo, mientras que el PSPV ha caído del 37,4% al 21,6%. Dos bruscos descensos que, pese a todo, parece que no han hecho mella en ambos dirigentes políticos.

González Pons con Fabra

El eurodiputado del PP, Esteban González Pons, con el presidente de la Generalitat, Alberto Fabra

Fabra, de hecho, parece sentirse satisfecho tras haber ganado por 7,5 puntos al PSOE, pero su formación ha sufrido un castigo espectacular. Corrupción, recortes, deuda, aeropuerto sin aviones, cierre de Canal 9, sin reforma de la financiación autonómica… todo ello ha calado no sólo en los votantes críticos de centro-izquierda, sino también en el tradicional votante del PP.

Y Ximo Puig también parece estar contento por haber recortado bastante la abismal distancia con el PP y porque la formación de la gaviota perdería su mayoría absoluta de extrapolarse estos resultados a unas elecciones autonómicas. No obstante, Puig no puede obviar que los socialistas valencianos también se han pegado un batacazo descomunal, perdiendo 16 puntos y cosechando una nueva derrota electoral, pese a que habían difundido el rumor de que podían ganar en votos en la Comunitat Valenciana.

Sin duda, el electorado valenciano de izquierdas sigue viendo al PSOE como responsable, junto al PP, de los recortes de estos últimos años a nivel nacional, de los desahucios y del incremento del paro, así como de aplicar sin rechistar todas las órdenes de la ‘troika’, como ha recalcado hasta la saciedad Pablo Iglesias, líder de Podemos, y que tanto ha asumido parte de la ciudadanía.

¿Qué pasará ahora? Ambos, Fabra y Puig, se han debilitado (bastante más el presidente de la Generalitat) pero el partido no está sentenciado: en política un año es mucho (y poco). Los dos partidos cuentan con una militancia muy numerosa, experiencia en mil batallas políticas y un resorte institucional (sobre todo el PP que gobierna la Generalitat, las tres diputaciones provinciales y los cuatro grandes ayuntamientos de la Comunitat) que seguro que, pese a la fuerte caída del bipartidismo, les mantendrá al frente de las encuestas hasta 2015.

Ximo Puig tiene a favor que el PP sólo podría entenderse con UPyD, no con Podemos, EU ni Compromís. Unas Cortes fragmentadas le interesa para quebrar la mayoría popular, pero le complicaría gobernar a partir de 2015.

Alberto Fabra, por su parte, necesitará recuperar los 4,6 puntos que le han birlado Ciudadanos y Vox, movilizar a su electorado abstencionista (deberá presentar listas electorales limpias de corrupción, un proyecto ilusionante y, sobre todo, confiar en que la recuperación económica se traduzca en decenas de miles de puestos de trabajo). También tendrá que tener cohesionado el partido y eso significa no apoyarse sólo en unos pocos dirigentes.

Si no lo logra, perderá la mayoría absoluta y su carrera política se acabará. Y después de hacer todo esto, además, deberá tender puentes a UPyD para, en el caso de poder gobernar conjuntamente, no ver cómo en el último momento la formación magenta se entiende con el PSOE y EU. Una tarea, por tanto, nada fácil.

El líder del PSPV, Ximo Puig

El secretario general de los socialistas valencianos, Ximo Puig, en rueda de prensa tras conocerse el resultado electoral de las elecciones europeas. EFE/Gustavo Grillo.

Ximo Puig, por su parte, necesitará trasladar a la sociedad que va a liderar un proyecto del centro-izquierda valenciano que, por muy plural que sea, pasa por él. Deberá tratar de recuperar miles de votos que se han ido a Podemos, EU y Compromís para gobernar con la máxima independencia posible, y si es sólo con EU mejor.

El proceso de primarias (con sus pequeños problemas) fue positivo, un signo de regeneración y aperturismo. Pero Puig deberá seguir en la misma línea y tendrá que predicar con el ejemplo en asuntos como la corrupción y las imputaciones: no vale pedir que el PP prescinda de sus imputados y defender a los suyos (caso de Orengo, ex alcalde de Gandia y portavoz del PSPV en la Diputación de Valencia).

Y por último, ambos, Fabra y Puig, dependerán también de cómo lo hagan sus partidos a nivel nacional. Si el Gobierno de Rajoy recrudece sus recortes, endurece la reforma laboral y sigue exprimiendo el Estado del Bienestar Social para cumplir con el objetivo de déficit, Alberto Fabra puede despedirse de volver a presidir la Comunidad Valenciana. Necesitará el presidente de la Generalitat que la economía mejore, que se creen los 600.000 puestos de trabajo prometidos en España entre 2014 y 2015 (unos 60.000 en la Comunitat) y aún así el gobierno estaría en el aire.

Ximo Puig necesita que el PSOE supere la crisis interna tras la dimision de Rubalcaba y acertar al posicionarse en la elección del sucesor: en el Congreso de Sevilla apoyó a Carme Chacón, lo que le distanció de Rubalcaba. Si el PSOE se cohesiona en torno a un proyecto renovado, Puig se beneficiará, pero si el proceso se cierra en falso y hay crisis de liderazgo a nivel federal, el ex alcalde de Morella podría perder opciones de gobernar la Comunitat.

En definitiva, ambos quedan debilitados (Ximo Puig algo menos), pero son los que siguen teniendo más opciones que nadie (casi los únicos) de gobernar la Comunitat Valenciana a partir de las próximas autonómicas de mayo de 2015.

¿Influye algo Valencia en Madrid?

Bauzá y Fabra

Los presidentes de Baleares,  Bauzá, y la Comunidad Valenciana, Fabra.

Un servidor, que trabaja y vive en Madrid, tiene la sensación de que la Comunitat Valenciana pinta poco, muy poco, en los ámbitos de decisión política y empresarial de España.

Aquí es donde se cuece casi todo lo gordo (grandes inversiones extranjeras, los contratos millonarios de obra pública estatal, incluso las grandes campañas mediáticas o publicitarias, que pueden catapultar a una región o castigarla…).

¿Pinta algo la Comunitat Valenciana? En mi opinión, Valencia, Alicante y Castellón son vistas en Madrid como zonas de buenas playas, donde se come bien y se roba mucho.

En la capital del reino, lo que importa ahora es si llega de una vez (y cómo) la recuperación económica en España, cómo se resuelve el ‘problema’ catalán o saber si el Real Madrid o el Atlético ganan la Liga y la Champions.

Monago y Floriano

El presidente de Extremadura, Monago, con el número 3 del PP, Floriano.

Por ello, el presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, puede olvidarse de que su órdago por lograr que se cambie la financiación autonómica en esta legislatura le salga bien. No es una prioridad para Rajoy y sí un engorro (como suele dejar claro Montoro).

Ni Monago (presidente de Extremadura), ni Cospedal (presidenta de Castilla-La Mancha y secretaria general del PP) ni Núñez-Feijoo (presidente de Galicia y persona muy influyente en Rajoy) quieren saber nada de perder dinero en un nuevo sistema de financiación autonómica (ni Aragón, Cantabria, Asturias…). Si ha de ser, que acabará siendo, será durante la próxima legislatura y dependiendo de cómo vaya el tema catalán y de qué partido y con qué fuerza gobierne en España.

Madrid (Ignacio González) y Baleares (Bauzá) son dos buenos aliados de Alberto Fabra, pero insuficientes aún para dar la vuelta a la tortilla. Así que el tema de la financiación no será más que un espejismo que, por mucho que se  insista desde Valencia, no va a ninguna parte ahora. Es más, sólo sirve para evidenciar que la Comunitat Valenciana hoy en día pinta poco… porque Rajoy no va a abrir ese melón antes de las elecciones europeas, ni tampoco de las municipales y autonómicas ni de las generales. Como mucho habrá reuniones para aparentar que se avanza, pero poco más.

Fabra con Bataller

El presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, con el alcalde de Castellón, Alfonso Bataller, imputado en Gürtel.

¿Y la corrupción? Por mucho que Alberto Fabra fulmine a presuntos corruptos de su partido, en Madrid queda como eso, como que en el PP valenciano está repleto de ladrones. A la ciudadanía sí le gusta que los dirigentes políticos sean contundentes contra los corruptos, pero sus ‘adversarios’ internos en el PP nacional (Monago entre ellos) pueden aprovechar la corrupción en Valencia (que inevitablemente acaba aireando Fabra con su contundencia) para debilitar las pretensiones de modificación del sistema de financiación autonómica del presidente valenciano.

¿Y el PSOE valenciano? De momento ni está ni se le espera… Ximo Puig es casi desconocido en el resto de España y, aunque se está moviendo (se ha dejado ver con Susana Díaz o Pere Navarro), su influencia en Madrid es casi nula. Las encuestas dicen que, a día de hoy, el socialista Puig podría llegar a gobernar en la Comunitat Valenciana (aunque sería en un gobierno tripartito y desde una posición de debilidad, condicionado por Compromis (partidarios de plantar cara a Madrid sin contemplaciones y reorientarse hacia Cataluña) y, en menor medida, Esquerra Unida.

Ximo Puig con Rubalcaba

El líder del PSPV, Ximo Puig, con el secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba.

¿Y los empresarios valencianos, influyen? ¿Hay un lobby que presione y logre inversiones? Hoy por hoy, nada de nada. En Madrid conocen a «Roig, el de Mercadona». Y poco más.  La Confederación Empresarial Valenciana (CEV) o la patronal Cierval deberían tratar de articular un grupo influyente en Madrid, promocionar la Comunitat Valenciana, explicar y tratar de convencer al empresariado madrileño, y a los políticos gubernamentales, de que construir el Corredor Ferroviario Mediterráneo es bueno para ellos, es bueno para España. Convencerles de que Valencia y Barcelona deben también estar conectados por AVE. En definitiva, pintar algo.

El llamado ‘poder valenciano’ que acuñó el expresidente de la Generalitat y ex ministro de Trabajo, Eduardo Zaplana, (este sí, bien enraizado en los círculos de influencia de la sociedad madrileña) no es real. No existe.