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Rajoy relevará a la imputada Castedo y baraja sustituir a Fabra por Rita Barberá

Rajoy con Barberá

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, pasea junto a la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, por los jardines de La Moncloa el pasado viernes 12 de septiembre.

El alcalde de Valladolid, el lenguaraz Javier León de la Riva, ha abierto la caja de Pandora sobre las candidaturas del PP en la Comunidad Valenciana. De la Riva afirmó el lunes: «Habrá que ver si Rita Barberá es candidata a la Alcaldía o a otra cosa».

En el PP no pasó desapercibida la reunión que mantuvieron recientemente Rajoy y Barberá en la Moncloa. Muchos la interpretaron como la voluntad del presidente del Gobierno y líder del PP de postularla como candidata a presidenta del Gobierno valenciano.

Esto significaría, por tanto, el relevo del actual presidente de la Generalitat Valenciana, Alberto Fabra, a quien de momento las malas encuestas no ayudan a su intención de ser el candidato. Fuentes del PP de la sede de Génova sostienen que «Rajoy debería buscar acomodo a Alberto Fabra en caso de relevarlo». «Quizá el Senado», apuntan.

Desde el entorno de Alberto Fabra aseguran, no obstante, que «el President trabaja sin descanso para sacar adelante a la Comunidad Valenciana» y recuerdan que su intención es ser el candidato del PP a la presidencia de la Generalitat.

Pero en Madrid hay un runrún cada vez más intenso: Rajoy quiere de candidatos, dicen en Génova, al tándem Rita Barberá (Generalitat) y Esteban González Pons (Ayuntamiento de Valencia).

Pero González Pons prácticamente acaba de aterrizar en Bruselas, es el actual portavoz del PP en el Europarlamento, y preferiría seguir allí.

Rajoy, Cospedal y González Pons

La secretaria general del PP y presidenta de Castilla-La Mancha, María Dolores de Cospedal, junto al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. En primer plano, Esteban González Pons. Foto: Ángel Díaz/EFE

Por ello, es posible que Rajoy permitiera a Rita Barberá elegir a la persona que la sustituiría de candidata a alcaldesa:«Se habla incluso de presentar a un independiente, una persona de prestigio en la sociedad valenciana». Tal candidato, caso de que finalmente Rajoy aceptara esta opción, estaría ‘apadrinada’ por Rita Barberá, quien lideraría la campaña electoral, tanto en la Comunidad Valenciana como en la ciudad de Valencia, apoyando al ‘tapado’.

No obstante, fuentes del PP no descartan que, si no encuentran a un candidato independiente de garantías, presentar a un candidato del partido. Al respecto, creen que el actual portavoz del PP en Les Corts, Jorge Bellver; la actual concejal de Medio Ambiente, Mari Àngels Ramón-Llin, o el secretario general del PP de la provincia de Valencia, Vicente Betoret, (actual alcalde de Vilamarxant pero afincado en Valencia) pueden tener opciones.

No obstante, el deseo del presidente nacional del PP, sostienen fuentes de la dirección nacional, es presentar a Rita Barberá y a González Pons para tratar de salvar ambos gobiernos, el de la Generalitat y del Ayuntamiento de Valencia.

En cuanto a la Generalitat, las encuestas no pintan bien para la formación de la gaviota, que hoy en día, y según la práctica totalidad de los sondeos publicados, perdería la mayoría absoluta. No obstante, seguirían ganando con claridad a un PSPV-PSOE que también está a la baja.

De hecho, es probable que el Parlamento valenciano pase de tener cuatro fuerzas PP (con mayoría absoluta), PSPV, Compromís y Esquerra Unida, a estar mucho más fragmentado con la entrada de Podemos, que se perfila como tercera fuerza política, y de UPyD, que superaría no sin dificultades la barrera del 5% de los votos a nivel autonómico. Toni Cantó será seguramente su candidato. Eso sí, una eventual alianza con Ciudadanos les permitiría acceder a Les Corts con más fuerza en escaños.

La cúpula del PP cree que, con Rita Barberá de candidata a presidenta de la Generalitat, los populares lograrían una victoria muy clara respecto al PSOE, lo que dificultaría la conformación de un gobierno cuatripartito de izquierdas con Podemos, Compromís y Esquerra Unida. De hecho, el líder del PSOE, Pedro Sánchez, ya ha descartado públicamente ningún pacto de gobierno con Podemos, a quienes califica de «populistas» y equipara a la extrema derecha francesa.

En el PP consideran que Rita Barberá podría «salvar la Generalitat» gobernando en minoría, con pactos puntuales con el PSPV o UPyD.

¿Y en el Ayuntamiento de Valencia? En la actualidad el PP tiene 20 concejales (mayoría absoluta) por ocho ediles del PSOE, 3 de Compromís y 2 de Esquerra Unida. UPyD no logró entrar.

El el PP creen que podrán quedarse al borde de la mayoría absoluta, con entre 16-17 concejales de un total de 33. Si UPyD entrara esta vez en el Consistorio, dicen en el PP, sería más fácil asentar una mayoría de gobierno «sólida».

El PSOE está enfrascado en elecciones primarias entre el actual portavoz, Joan Calabuig (respaldado en la sombra por el líder del PSPV, Ximo Puig), y el concejal Pedro Sánchez, que está aglutinando a diversas corrientes críticas.

Por su parte, a la izquierda del PSOE se está impulsando una posible coalición electoral bajo el paraguas de Ganemos o Guanyem, que podría dar entrada a Compromís, Esquerra Unida y Podemos. No obstante, las posiciones a día de hoy están muy alejadas y es complicado que tal alianza, que podría incluso aspirar a superar al PSOE en votos, cuaje.

Sonia Castedo

La alcaldesa de Alicante, Sonia Castedo, en el pleno del Ayuntamiento.

Donde sí tiene claro el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, que habrá un relevo es en el Ayuntamiento de Alicante. Fuentes de la dirección nacional del PP señalan a la actual consellera de Bienestar Social, Asunción Sánchez-Zaplana, ex concejal en el Ayuntamiento, como sustituta de la actual alcaldesa, Sonia Castedo, quien se encuentra doblemente imputada en el caso Brugal.

El riesgo, temen en el PP, es que Castedo decida presentarse con un partido independiente a su medida y pueda lograr un buen resultado.

Por último, en el Ayuntamiento de Castellón el actual alcalde, Alfonso Bataller (que relevó a Alberto Fabra), se perfila de candidato, con el apoyo como número dos de la candidatura de Javier Moliner, actual presidente provincial del PP y de la Diputación Provincial de Castellón.

Montoro reparte el pastel … y la Comunidad Valenciana se come las miguitas

Rajoy saluda a Fabra

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, con el presidente de la Generalitat, Alberto Fabra.

No señor Monago, no. Los mochuelos y los yuppies sí se enteran. Es muy fácil. Tal como coinciden los principales periódicos nacionales de Madrid en sus portadas (20minutos, El País, El Mundo, ABC), la Comunidad Valenciana es la más perjudicada por el actual sistema de financiación autonómica. También Baleares sale trasquilada. Son las dos únicas regiones que sufren tajo gordo tanto en el déficit fiscal (aquí por debajo de Madrid y Cataluña, que es aún mayor, sobre todo Madrid) como en la financiación (en esto Madrid y Cataluña están en la media).

Apela usted, señor Monago, a la solidaridad y a no tocar nada de nada. Normal. Tal como certifica el informe de los expertos encargado por el Ministerio de Hacienda, Extremadura tuvo en 2011 una balanza fiscal (diferencia entre lo que recauda cada Comunidad y lo que acaba recibiendo del Estado) más que positiva. 2.991 millones de euros. La Comunidad Valenciana, en cambio, un déficit fiscal de 2.018 millones de euros. Se dice pronto. ¿Por qué merecen más solidaridad los extremeños que los valencianos, señor Monago?

Pero es que ahí no acaba la injusticia. La balanza fiscal es una injusticia para Valencia, pero la financiación autonómica lo es mucho más. De cada 100 euros que reparte el Estado en la financiación, la Comunidad Valenciana recibe 88,4 por habitante por 115,1 que recibe Extremadura. ¿Es justo eso, señor Monago? Cada riojano, 123, cada cántabro, 123… ¿Es justo?

No se trata de lloriquear como plañideras, ni de utilizarlo para sembrar la animadversión hacia el resto de españoles como hacen algunos nacionalistas. Se trata de reivindicar lo que es justo para corregir un sistema muy injusto.

En la Comunidad Valenciana empieza a haber una sensación de hartazgo que no sabemos cómo puede desembocar. El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, prometió que cambiaría el sistema de financiación autonómica cuando estaba en la oposición. Ganó en noviembre de 2011 por mayoría absoluta y, previsiblemente, no va a cambiar el sistema de finaciación, que el mismo reconocía que era injusto, antes de las elecciones, ni las autonómicas, ni las generales.

El Gobierno valenciano, todos los partidos políticos valencianos, los empresarios valencianos, los sindicatos y la práctica totalidad de entidades sociales valencianas exigen que se rectifique cuanto antes este discriminatorio sistema, que afecta de lleno al sostenimiento del Estado del Bienestar Social. Pero el ministro Cristóbal Montoro y su mano derecha, el secretario de Estado, Antonio Beteta, se dedican a dar largas y a desautorizar al presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, cuando reclama lo que es justo.

Obviamente, están cavando la fosa para la tumba del PP en la Comunidad Valenciana, pero no sé si se percatan de que, indirectamente, también están comenzando a cavar la tumba del propio PP nacional. Si se creen que manteniendo los graneros de votos de Extremadura, Castilla-La Mancha, Castilla y León, Cantabria y La Rioja, y hundiéndose en la Comunidad Valenciana y Madrid van a volver a ganar las elecciones generales con mayoría holgada, es que están fuera de la realidad.

Fabra con los empresarios valencianos

El presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, en un acto con empresarios valencianos.

De momento, en la Comunidad Valenciana se perfila un gobierno cuatripartito de izquierdas, capitaneado por un PSPV-PSOE a la baja, condicionado por los econacionalistas de Compromís (que se espera que acaparen gran parte del creciente malestar de los valencianos con el maltrato del Estado), más Esquerra Unida (IU) y Podemos.

Un cuatripartito que puede abrir otro frente por el ‘derecho a decidir’ (Compromís, EU y Podemos lo defienden), y el PSPV, aunque defiende un Estado federal unitario, podría alienarse con la posición del PSC (sus hermanos de Catalunya) a favor del ‘derecho a decidir’ si se ve forzado por sus previsibles tres socios de gobierno. La Comunidad Valenciana se convertiría a partir de mayo de 2015 en otro problema gordo para la cohesión territorial de España tal como la concibe el PP, que se sumaría al de Cataluña, el País Vasco y, probablemente, también Navarra. Galicia, de momento, la tiene controlada el PP con la mayoría absoluta de Alberto Núñez-Feijóo.

El PP valenciano podría pasar a la oposición no sólo por los casos de corrupción que le salpican (Carlos Fabra, Pedro Hernández, Gürtel…) y por algunos escándalos como el aeropuerto de Castellón o el cierre de Canal 9, sino, sobre todo, por la sensación de que si gobierna su partido en España la Comunidad Valenciana se lleva las migas del pastel que reparten Montoro y Rajoy, y que engullen Monago y otros. Y encima Alberto Fabra aparece como un mendigo ninguneado constantemente por el Gobierno central, por Génova… y despreciado por el beneficiado Monago, que le llama ‘yuppie’ y ‘mochuelo’ (como a Ignacio González).

Sectores del PP valenciano temen que el runrún que empieza a correrse entre algunos alcaldes y empresarios hasta ahora afines a los populares llegue a concretarse: la creación de un partido autonomista valenciano de centro-derecha. El modelo sería un partido tipo Coalición Canaria o Unión del Pueblo Navarro. Con vocación de gobierno en la Comunidad Valenciana e influyentes en Madrid, reinvidicativos en cuanto a infraestructuras pero sin llegar a tener ningún tipo de aspiración secesionista.

La patronal valenciana está más que harta con Montoro… y empiezan a cansarse también del propio Rajoy. Y no estamos hablando del numeroso empresariado mediano valenciano, que también.

José Vicente González, máximo responsable de Cierval; José Vicente Morata, presidente del Consejo Superior de Cámaras de la Comunitat Valenciana; el presidente de la Asociación Valenciana de Empresarios (AVE), Vicente Boluda, especialmente crítico con Montoro; Federico Félix, presidente de Pro AVE; el presidente de la Confederación de Empresarios de Castellón, José Roca; Salvador Navarro, presidente de la Confederación Empresarial Valenciana (CEV), o el propio Juan Roig, dueño de Mercadona. Las ramas sindicales de UGT y CCOO apoyan también la reinvidicación y están al tanto de los movimientos.

Los pesos pesados empresariales se están organizando y en cualquier momento van a pegar un puñetazo en la mesa tan fuerte que le pueden saltar las gafas por los aires a Montoro. De momento, más le vale recibirlos pronto y no cabrearlos más.

Los contactos de la patronal valenciana con el poderoso (y de momento silencioso) empresariado madrileño han comenzado. Rajoy tiene que buscar una solución para Cataluña, pero al mismo tiempo debe dejar de asfixiar a la Comunidad Valenciana y a Madrid. El reparto del pastel debe cambiarse y debe ser justo. Si no lo es, habrá movimientos políticos de calado. En Valencia ya se están produciendo.

Bazofia en la paella valenciana: para chorizo ya tenemos a Carlos Fabra

Cocineros de 170 restaurantes de Valencia han querido dejar claro cuáles son los ingredientes de la auténtica paella valenciana. Hacen bien. Se debe evitar que por ahí vendan como paella lo que no lo es.

'Paella' con chorizo

Supuesta paella valenciana con chorizo y otros ingredientes que distorsionan la receta auténtica.

¿Qué valenciano no ha sentido cierta indignación al ver raciones de supuesta paella repletas de guisantes? ¿Ofrece algún restaurante cocido madrileño genuino con caracoles o crema catalana con trozos de manzana?

Pues en la presunta paella ponen de todo, y ahí ves a los alemanes, suecos o británicos, pero también a españoles de otras regiones, tan felices zampándose esa paella-bazofia a precios nada baratos.

Uno de los ingredientes que más me repele ver en la ‘paella’ es el chorizo. Ya tenemos bastante con Carlos Fabra o Pedro Hernández Mateo.

La paella valenciana es el plato más internacional de España, junto a la tortilla de patatas. No permitamos que a cualquier arroz de rancho le llamen paella valenciana.

La gran duda de Rita Barberá: retirarse u optar a la alcaldía de Valencia

Rita Barberá medita mucho sobre la posibilidad de optar a alcaldesa de Valencia en los comicios municipales de mayo de 2015. El reto la atrae, pese a que las encuestas auguran la posible pérdida de la mayoría absoluta del Partido Popular.

Rita Barberá, alcaldesa de Valencia

Rita Barberá, alcaldesa de Valencia. Foto Paco Llopis (20 minutos)

Barberá gobierna Valencia desde 1991 (entonces con un pacto con la hoy casi extinta Unió Valenciana) y ha logrado mayorías absolutas holgadas (en 1995, 1999, 2003, 2007 y 2011).

Ha cambiado la ciudad y la ha diseñado casi a su gusto: la zona portuaria, la Ciudad de las Artes y las Ciencias, el Parque de Cabecera (con el moderno zoológico Bioparc) son solo algunas de las grandes obras urbanísticas de Valencia bajo su Alcaldía.

Hay dos escollos (la prolongación de Blasco Ibáñez hacia el mar por el Cabanyal y el Parque Central, el llamado Hyde Park de Valencia) que Rita Barberá da por hecho que se pondrán en marcha antes de las elecciones.

Se ve capaz de salvar la mayoría absoluta del PP, o al menos salvar el Gobierno con un pacto con UPyD, pese a la pujanza de partidos a la izquierda del PSOE como Compromís y ahora Podemos.

Pero al mismo tiempo sabe que son tiempos de cambio. La proclamación de Felipe VI y la abdicación de Juan Carlos I ha hecho que Barberá medite, y mucho, si no es mejor retirarse a tiempo. Ya antes le impactó la retirada del Papa Benedicto XVI y el relevo por el Papa Francisco.

Barberá cuenta con el problema añadido de que, a sus 65 años (el próximo 16 de julio cumplirá 66 años) sabe que aunque salvara la mayoría absoluta (algo muy complicado) tendría difícil agotar toda la legislatura y plantarse en 2019 con 70 años.

Debería presentarse para tratar de ganar y, poco después, retirarse y ceder la alcaldía a algún sucesor, o sucesora, de su equipo más cercano. Eso sí, sería irse por todo lo alto con una nueva victoria electoral.

Y otro problema es que, aún ganando, lo más probable es que tuviera que entenderse con UPyD (a lo mejor con el actor Toni Cantó). Y Rita Barberá, acostumbrada a mandar ella sola, difícilmente llevaría bien eso de ‘cortejar’ a un partido recién llegado (en 2011 la formación de Rosa Díez no logró representación en el Consistorio de Valencia).

Souvenir de Barberá con falleras

Souvenir de Barberá con falleras

Y todo ello sin descartar un tercer supuesto, que sería el más terrorífico para la calificada por Mariano Rajoy como ‘la alcaldesa de España’, sería que la izquierda pudiera gobernar en coalición (un PSOE a la baja, una firme Esquerra Unida, un titubeante Compromís y la pujante Podemos de Pablo Iglesias).

Después de 24 años al frente de la alcaldía, Rita Barberá sabe que los valencianos, los mismos que le han dado gobiernos con más del 55% de los votos, podrían ‘jubilarla’ de forma deshonrosa si dan la mayoría a la izquierda.

¿Dará la cara y se la jugará aún a riesgo de salir por la puerta de atrás? Ella dijo que no es una rata que salta cuando el barco se hunde «porque no se va a hundir», recalcó… Pero Barberá tiene mucho olfato y sabe que el barco está haciendo aguas y hace falta achicar mucha para evitar que encalle en la playa de la Malvarrosa. La decisión es suya y la sabremos pronto. Quizá en septiembre, después de descansar unos días este verano en Jávea (Alicante) y meditar mucho: contrapondrá pros y contras y tomará la decisión final. En el Palacio de la Moncloa (Mariano Rajoy), en la calle Génova número 13 (Dolores de Cospedal) y en Presidencia de la Generalitat Valenciana (Alberto Fabra) están todos a la espera. ¿Qué decidirá?

La crisis despuebla Valencia: 30.000 vecinos menos en 5 años

Colas de inmigrantes en el Ayuntamiento de Valencia

Colas de inmigrantes ante la oficina del padrón del Ayuntamiento de Valencia. Foto: Rebeca Argudo

Valencia ha perdido casi 30.000 vecinos en cinco años. La durísima crisis económica ha provocado el éxodo, principalmente, de ciudadanos extranjeros, sobre todo latinoamericanos, que han decidido abandonar la capital del Turia para, la mayoría, regresar a sus países de origen.

Ecuatorianos y bolivianos son los que más se están yendo de Valencia (y por extensión de España), aunque siguen siendo la segunda y tercera nacionalidad en la ciudad, respectivamente. Los rumanos, que son la comunidad más numerosa en Valencia, también se van, pero menos.

Rumanos, bolivianos y ecuatorianos sufren mucho el paro al haber trabajado mayoritariamente en la construcción y en la industria tradicional, dos sectores muy destrozados en la Comunidad Valenciana.

No obstante, entre las tres comunidades suman más de 28.000 vecinos de Valencia, de un total de 787.301 personas a 1 de enero de 2014, según los datos del padrón municipal del Ayuntamento.

En cambio, los chinos siguen comprando o constituyendo nuevos negocios (tiendas, bares, peluquerías…) y cada vez tienen más (y más diversos) bajo su absoluto control. Los chinos crecen paulatinamente en Valencia y son ya la sexta nacionalidad más numerosa de la ciudad, con 5.545 vecinos.

Por algo son ya la primera potencia económica del mundo y por algo capean mejor que ninguna otra nacionalidad la crisis económica que sufre España. Otra cosa es a costa de cuántas horas de trabajo.

El terremoto Podemos sacude a la izquierda valenciana

La fuerte irrupción de Podemos, el partido de Pablo Iglesias, tras lograr cinco eurodiputados y algo más de un millón de votos en los pasados comicios europeos, ha sacudido la política nacional y, especialmente, la valenciana.

Pablo Iglesias

Pablo Iglesias, líder de Podemos.

El PSPV de Ximo Puig sufrió, como el PP valenciano, un descalabro absoluto (perdieron 331.176 votos).

Compromís se quedó en unos discretos 138.488 votos y sexta fuerza política, mientras que EU logró ser tercera fuerza, pero solo por 37.000 votos de ventaja sobre Podemos.

El partido de Pablo Iglesias y su mensaje contra la ‘casta’ logró en toda España un 8% de votos: dos sondeos ya le dan casi el doble, entre el 14 y el 15%. ¿A costa de quién? Los nervios afloran en los partidos tradicionales de la izquierda.

En Izquierda Unida, el diputado valenciano Ricardo Sixto ha dimitido por desavenencias con el coordinador general de la formación, Cayo Lara, (temen que el huracán Podemos se los lleve por delante).

Más enigmática es la posición de Mònica Oltra, referente de Compromís, que se ha dedicado a echar flores a Podemos y Pablo Iglesias. Sin duda, ella sería una candidata ideal a presidenta de la Generalitat por la formación del televisivo politólogo. Si así fuera, que no lo creo, Enric Morera y el Bloc (socios mayoritarios de Compromís) también podrían sufrir una bajada muy considerable.

El líder del PSPV, Ximo Puig

El secretario general de los socialistas valencianos, Ximo Puig, en rueda de prensa tras conocerse el resultado electoral de las elecciones europeas. EFE/Gustavo Grillo.

Por su parte, los socialistas valencianos de Ximo Puig no saben qué hacer para evitar que Podemos se les acerque y amenace su histórico liderazgo en la izquierda.

Las últimas discrepancias en el PSPV se han producido a raíz del debate entre Monarquía y República. Mientras Ximo Puig amagó con defender la consulta ciudadana sobre el modelo de Estado, pero va a acabar votando a favor de la Monarquía (sin referéndum), Francesc Romeu (el verso suelto del PSPV) defiende la III República abiertamente.

Estas contradicciones son aprovechadas por Podemos para equiparar al PSOE con el PP. PPSOE, los llaman. Y así logran, entre la izquierda más indignada, debilitar a los socialistas poco a poco y recortarles distancia electoral.

La preocupación es gorda en el PSPV, en Esquerra Unida y en Compromís, menor en UPyD, e insignificante en el PP. En la formación que lidera Alberto Fabra la preocupación, y gorda, es recuperar y movilizar a una gran parte de sus votantes desencantados que se han quedado en casa (y muchos no volverán si no son capaces de ilusionarles) o han optado por partidos como Ciudadanos, VOX o UPyD. Ése es el reto de Alberto Fabra. La política valenciana está más apasionante, y abierta, que nunca.

¿Delegado del Gobierno? Fabra da calabazas a Cotino y Génova a Castellano

El presidente de las Cortes Valencianas, Juan Cotino, ha pedido al presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, que le apoye para ser el delegado del Gobierno en la Comunitat Valenciana. Y ha recibido calabazas.

Juan Cotino

El presidente de las Cortes Valencianas, Juan Cotino. EFE

Cotino fue director general de Policía en el Ministerio del Interior con Jaime Mayor Oreja de ministro y a finales de 2002 sustituyó a Francisco Camps como delegado del Gobierno, cuando éste pasó a centrarse en la campaña electoral para optar a presidente de la Generalitat, cargo que logró en mayo de 2003 tras lograr mayoría absoluta en las elecciones autonómicas.

Juan Cotino, miembro del sector democristiano del PP, ha pasado de ser muy influyente en el anterior Gobierno de Francisco Camps, con quien fue conseller de Agricultura, de Bienestar Social y de Medio Ambiente, y vicepresidente tercero, a quedar fuera del equipo de confianza del actual jefe del Consell, Alberto Fabra.

Camps reubicó a Cotino al frente de las Cortes Valencianas tras los comicios autonómicos de 2011, pero con la dimisión de éste a raíz de la apertura de juicio por el caso de los trajes de Gürtel, y tras la llegada de Fabra, el dirigente democristiano cayó en desgracia y fue apartado del núcleo influyente del presidente de la Generalitat.

En el congreso regional del PP valenciano celebrado en Alicante en mayo de 2012, que ratificó a Alberto Fabra como presidente regional, los democristianos fueron barridos por completo de la cúpula popular.

Ahora, tras la renuncia de Paula Sánchez de León a continuar al frente de la delegación del Gobierno en la Comunitat Valenciana, Juan Cotino ha pedido a Fabra que le apoye para ser su sustituto, según fuentes populares. Sin embargo, el presidente de la Generalitat ha rechazado la petición.

Fabra, Castellano y Font de Mora

Alberto Fabra, con Serafín Castellano (derecha) y Alejandro Font de Mora (izquierda)

De hecho, Alberto Fabra pretendía recolocar en dicho cargo a Serafín Castellano, hasta ahora secretario general del PP valenciano. Castellano, que ha dirigido el PP valenciano desde el congreso de 2012, ha sido señalado por la dirección nacional del PP como máximo responsable del fracaso electoral en las recientes elecciones europeas en las que el PPCV perdió 470.000 votos respecto a los anteriores comicios europeos de 2009.

En Génova achacan a Castellano la desunión del PP valenciano por sus «intromisiones constantes» en ámbitos de decisión de las direcciones provinciales de Alicante, Valencia y Castellón. «En lugar de centrarse en lograr un buen resultado electoral y puntos de encuentro con las cúpulas provinciales ha pretendido ganar poder orgánico a su costa, algo inadmisible», recalcan fuentes de la dirección nacional del PP.

Por ello, la cúpula que dirige Dolores de Cospedal ordenó a Fabra la destitución de Serafín Castellano, con el beneplácito de Mariano Rajoy. De hecho, fueron muchas las quejas que llegaron a Génova desde las direcciones del PP de Alicante, Valencia y Castellón. Y en concreto, la alcaldesa Rita Barberá se quejó en varias ocasiones a Rajoy, Cospedal y Soraya Sáenz de Santamaría de los desprecios auspiciados por el destituido Serafín Castellano.

Sáenz de Santamaría y Fabra

La vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, junto al presidente de la Generalitat, Alberto Fabra.

También el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, molesto con Fabra y Castellano por haber fulminado de la cúpula del PPCV a absolutamente todos los cargos del sector democristiano, trasladó a Rajoy la conveniencia de apartar para siempre a Castellano.

Alberto Fabra, consciente de que el presidente del Gobierno y del Partido Popular, Mariano Rajoy, exigía el relevo inmediato de Serafín Castellano, ha asumido que tampoco podrá ser delegado del Gobierno.

Además, la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría quiere seleccionar muy bien la persona que sustituirá a Sánchez de León, y por el momento sigue inclinándose por Fernando de Rosa, exvicepresidente del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) y ex conseller de Justicia. La opción de Luis Santamaría, subdelegado del Gobierno en Valencia y cercano a Serafín Castellano pierde opciones. «Ni en La Moncloa ni en Génova quieren saber nada de gente que sea vinculada claramente a Castellano, ni tampoco al aznarista Eduardo Zaplana«.

En la dirección nacional del PP apuestan por una progresiva regeneración del partido en la Comunidad Valenciana, con caras nuevas y jóvenes, y por ello aplauden el relevo de Castellano por la consellera Isabel Bonig y la incorporación de María José Catalá como portavoz del Gobierno valenciano. La cúpula del PP apuesta por relevar totalmente a «políticos del pasado muy quemados y problemáticos» en alusión a Castellano y Cotino. «El nuevo delegado del Gobierno debe ser alguien preparado, representativo y con una imagen limpia y moderna», aseguran. «La vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría decidirá tras pensárselo muy bien».

Blasco, del comunismo revolucionario a conseller del PSOE, del PP, y ahora al trullo

La historia personal de Rafael Blasco es, probablemente, una de las más peculiares entre los políticos españoles.

Rafael Blasco

Fotografía de archivo tomada el 08/03/2012, del exconseller de Solidaridad Rafael Blasco. EFE/Kai Försterling

Nacido en Alzira (Valencia) en 1945, militó en su juventud en varios partidos antifranquistas, primero en el Partido Comunista de España (PCE), luego en el Movimiento Comunista de España (MCE) y posteriormente en el extremista Frente Revolucionario Antifascista y Patriota (FRAP), que rechazaba la reconciliación nacional promovida por Santiago Carrillo y apostaba por forzar la caída de la dictadura franquista por métodos que no descartaban la lucha armada. Esta militancia, todavía bajo el franquismo, le llevó a situaciones de exilio.

Ya en democracia, Rafael Blasco se fue acercando al Partit Socialista del País Valencià-PSOE, partido en el que su hermano Francisco fue alcalde de Alzira. Tanto se fue acercando que acabó de conseller de Presidencia del primer gobierno autonómico de Joan Lerma en 1983. Su poder era inmenso en el gobierno socialista.

Blasco se casó con Consuelo Císcar, secretaria personal del ex president de la Generalitat Joan Lerma y hermana de Ciprià Císcar, que también fue conseller de Educación y llegó a ser el número tres del PSOE (secretario de Organización Federal) con Felipe González.

Rafael Blasco fue nombrado conseller de Obras Públicas y Urbanismo en 1985 y en 1989 fue destituido tras una denuncia por sobornos a funcionarios de la Conselleria a cambio de la recalificación de terrenos. El controvertido político se salvó de la cárcel: unas grabaciones telefónicas que le incriminaban supuestamente fueron invalidadas y Blasco resultó absuelto.

Tras su destitución, trató de impulsar un partido político valenciano de corte autonomista, en una operación en la que incluso intentó coaligar a otros dos partidos antagónicos, Unió Valenciana (que llegó a obtener más de 200.000 votos en la Comunitat Valenciana con un discurso anticatalanista) y a Unitat del Poble Valencià (germen del actual Compromís y cercano a tesis favorables al acercamiento político y cultural de Valencia con Cataluña). Blasco intentó ser el puente entre las dos orillas valencianistas para crear una coalición que  impidiera al PP o al PSOE lograr mayorías absolutas y que tuvieran que pasar por sus condiciones, pero fracasó.

Distanciado del PSOE tras su destitución, Blasco se fue aproximando al PP de Eduardo Zaplana, que acabó fichándolo en 1995 como subsecretario de Planificación de la Generalitat. En 1999 lo nombró consejero de Empleo y luego de Bienestar Social. Entre otras leyes, Blasco impulsó la ley de uniones de hecho, una norma que provocó duras críticas del sectro democristiano y más conservador del PP valenciano, pero que Zaplana avaló para tratar de ganar votos de centro a costa del PSOE.

Tras la marcha de Zaplana al Gobierno de Aznar, primero como ministro de Trabajo y luego como ministro portavoz, Blasco prosiguió su proceso camaleónico y se acercó a Francisco Camps, quien venció en las elecciones autonómicas valencianas en 2003. Blasco no tuvo problema en convertirse también en uno de los hombres fuertes de Camps, pese a que éste procedía del sector democristiano del PP valenciano. Del comunismo revolucionario al socialismo institucional y luego al Partido Popular, no tuvo dificultad alguna en pasar del sector ‘liberal’ del PP valenciano al sector ‘democristiano’.

Juicio del caso Cooperación

El juicio oral contra el conseller de Solidaridad y Ciudadanía Rafael Blasco (4i) y otras ocho personas por el supuesto fraude en las subvenciones de la Generalitat para cooperación internacional. EFE/Juan Carlos Cárdenas

Blasco fue nombrado conseller de Territorio, luego de Sanidad y finalmente de la conselleria de Solidaridad y Ciudadanía. Fue durante esta etapa donde fraguó el ‘caso Cooperación’ por el que hoy ha sido condenado a 8 años de prisión. También estalló el caso de los trajes de Gürtel por el que fue imputado Francisco Camps. Y Blasco fue uno de los políticos que más defendió al expresidente de la Generalitat.

Por ello, y tras ganar las elecciones autonómicas de 2011, Camps nombró a Blasco portavoz del PP en Les Corts, quizá también lo sacó de su Gobierno temiendo una posible imputación por el ‘caso Cooperación’, como finalmente ocurrió. Pero Camps tuvo que dimitir, forzado por Rajoy, tras la apertura de juicio oral.

Con la llegada de Alberto Fabra a la presidencia de la Generalitat, el futuro de Blasco en el PP se complicó mucho, especialmente tras su imputación. Fabra le negó el acceso a las reuniones de su gobierno, lo destituyó de portavoz y presionó para que dimitiera y dejara su escaño en Les Corts. Al negarse este, Fabra amenazó con forzar una votación del grupo popular para expulsarlo, pero Blasco accedió a abandonar éste, pero al no renunciar al escaño pasó al grupo de no adscritos.

Ahora, era un cadáver político pendiente de su condena o absolución. La sentencia ha sido contundente. El camaleón Blasco pasará ahora a estar enjaulado, entre las rejas de prisión.

Alberto Fabra (PP) y Ximo Puig (PSOE) quedan muy tocados en Valencia

Tanto el presidente de la Generalitat Valenciana, Alberto Fabra, como el líder del PSPV-PSOE, Ximo Puig, quedan tocados, muy tocados, tras el desplome del PP y del PSOE el domingo en las elecciones europeas.

El Partido Popular ha bajado en la Comunitat Valenciana del 52,8% de 2009 al 29% del domingo, mientras que el PSPV ha caído del 37,4% al 21,6%. Dos bruscos descensos que, pese a todo, parece que no han hecho mella en ambos dirigentes políticos.

González Pons con Fabra

El eurodiputado del PP, Esteban González Pons, con el presidente de la Generalitat, Alberto Fabra

Fabra, de hecho, parece sentirse satisfecho tras haber ganado por 7,5 puntos al PSOE, pero su formación ha sufrido un castigo espectacular. Corrupción, recortes, deuda, aeropuerto sin aviones, cierre de Canal 9, sin reforma de la financiación autonómica… todo ello ha calado no sólo en los votantes críticos de centro-izquierda, sino también en el tradicional votante del PP.

Y Ximo Puig también parece estar contento por haber recortado bastante la abismal distancia con el PP y porque la formación de la gaviota perdería su mayoría absoluta de extrapolarse estos resultados a unas elecciones autonómicas. No obstante, Puig no puede obviar que los socialistas valencianos también se han pegado un batacazo descomunal, perdiendo 16 puntos y cosechando una nueva derrota electoral, pese a que habían difundido el rumor de que podían ganar en votos en la Comunitat Valenciana.

Sin duda, el electorado valenciano de izquierdas sigue viendo al PSOE como responsable, junto al PP, de los recortes de estos últimos años a nivel nacional, de los desahucios y del incremento del paro, así como de aplicar sin rechistar todas las órdenes de la ‘troika’, como ha recalcado hasta la saciedad Pablo Iglesias, líder de Podemos, y que tanto ha asumido parte de la ciudadanía.

¿Qué pasará ahora? Ambos, Fabra y Puig, se han debilitado (bastante más el presidente de la Generalitat) pero el partido no está sentenciado: en política un año es mucho (y poco). Los dos partidos cuentan con una militancia muy numerosa, experiencia en mil batallas políticas y un resorte institucional (sobre todo el PP que gobierna la Generalitat, las tres diputaciones provinciales y los cuatro grandes ayuntamientos de la Comunitat) que seguro que, pese a la fuerte caída del bipartidismo, les mantendrá al frente de las encuestas hasta 2015.

Ximo Puig tiene a favor que el PP sólo podría entenderse con UPyD, no con Podemos, EU ni Compromís. Unas Cortes fragmentadas le interesa para quebrar la mayoría popular, pero le complicaría gobernar a partir de 2015.

Alberto Fabra, por su parte, necesitará recuperar los 4,6 puntos que le han birlado Ciudadanos y Vox, movilizar a su electorado abstencionista (deberá presentar listas electorales limpias de corrupción, un proyecto ilusionante y, sobre todo, confiar en que la recuperación económica se traduzca en decenas de miles de puestos de trabajo). También tendrá que tener cohesionado el partido y eso significa no apoyarse sólo en unos pocos dirigentes.

Si no lo logra, perderá la mayoría absoluta y su carrera política se acabará. Y después de hacer todo esto, además, deberá tender puentes a UPyD para, en el caso de poder gobernar conjuntamente, no ver cómo en el último momento la formación magenta se entiende con el PSOE y EU. Una tarea, por tanto, nada fácil.

El líder del PSPV, Ximo Puig

El secretario general de los socialistas valencianos, Ximo Puig, en rueda de prensa tras conocerse el resultado electoral de las elecciones europeas. EFE/Gustavo Grillo.

Ximo Puig, por su parte, necesitará trasladar a la sociedad que va a liderar un proyecto del centro-izquierda valenciano que, por muy plural que sea, pasa por él. Deberá tratar de recuperar miles de votos que se han ido a Podemos, EU y Compromís para gobernar con la máxima independencia posible, y si es sólo con EU mejor.

El proceso de primarias (con sus pequeños problemas) fue positivo, un signo de regeneración y aperturismo. Pero Puig deberá seguir en la misma línea y tendrá que predicar con el ejemplo en asuntos como la corrupción y las imputaciones: no vale pedir que el PP prescinda de sus imputados y defender a los suyos (caso de Orengo, ex alcalde de Gandia y portavoz del PSPV en la Diputación de Valencia).

Y por último, ambos, Fabra y Puig, dependerán también de cómo lo hagan sus partidos a nivel nacional. Si el Gobierno de Rajoy recrudece sus recortes, endurece la reforma laboral y sigue exprimiendo el Estado del Bienestar Social para cumplir con el objetivo de déficit, Alberto Fabra puede despedirse de volver a presidir la Comunidad Valenciana. Necesitará el presidente de la Generalitat que la economía mejore, que se creen los 600.000 puestos de trabajo prometidos en España entre 2014 y 2015 (unos 60.000 en la Comunitat) y aún así el gobierno estaría en el aire.

Ximo Puig necesita que el PSOE supere la crisis interna tras la dimision de Rubalcaba y acertar al posicionarse en la elección del sucesor: en el Congreso de Sevilla apoyó a Carme Chacón, lo que le distanció de Rubalcaba. Si el PSOE se cohesiona en torno a un proyecto renovado, Puig se beneficiará, pero si el proceso se cierra en falso y hay crisis de liderazgo a nivel federal, el ex alcalde de Morella podría perder opciones de gobernar la Comunitat.

En definitiva, ambos quedan debilitados (Ximo Puig algo menos), pero son los que siguen teniendo más opciones que nadie (casi los únicos) de gobernar la Comunitat Valenciana a partir de las próximas autonómicas de mayo de 2015.

Podemos pone de los nervios a IU y Compromís

La encuesta del CIS de abril que otorga un eurodiputado a Podemos, el partido del controvertido politólogo Pablo Iglesias, ha desatado las alarmas en Izquierda Unida a nivel estatal, pero también en la coalición Primavera Europea, la conformada por Compromís y Equo como partidos principales.

Pablo Iglesias

Pablo Iglesias, líder de Podemos. Foto: D. Fernández

Estos últimos daban por hecho que serían ellos quienes lograrían un europarlamentario. Equo, la formación ecologista que lidera Juan López de Uralde (ex director de Greenpeace en España), confiaba en que su pacto con Compromis y otros pequeños partidos de centro-izquierda, unido al desgaste del PSOE, les garantizaría un escaño en Bruselas. Lo mismo pensaban en Compromis, la coalición valenciana que lideran los mediáticos Mònica Oltra y Joan Baldoví… y Enric Morera, desconocido en el resto de España pero hombre fuerte de la coalición, como secretario general del Bloc Nacionalista Valencià (el partido con más militantes de los que conforman Compromís).

Diferentes y recientes sondeos dan casi por seguro que Podemos, con Pablo Iglesias de cabeza de lista, obtendrá representación en el Europarlamento. Ello supone que restará votos a IU, quizá los necesarios para que la formación que lidera Cayo Lara logre el sexto escaño (los sondeos le otorgan entre 5 y 6) y, sobre todo, supone que Primavera Europea, la coalición que lideran Equo y Compromís, podría naufragar y quedar sin representación en Bruselas.

Lara con Llamazares y Garzón

El líder de IU, Cayo Lara. acompañado por los diputados Joan Coscubiela (ICV) , Chesus Yuste (CHA) y Gaspar Llamazares (IU), entre otros. Foto: EFE

Izquierda Unida es un partido convencional dentro del arco parlamentario, pero con un discurso muy crítico con la troika, las multinacionales y el desmantelamiento del Estado del Bienestar.

En una época de recortes, con unos 5 millones de parados y con un PSOE a la baja que aún paga la gestión de los primeros años de la crisis bajo Gobierno Zapatero, IU sabe que crecerá significativamente en votos. No obstante, tienen muchos rivales en la izquierda, que podrían frenar su  fuerte crecimiento previsto: el pujante Podemos de Pablo Iglesias, la propia Primavera Europea y otros de corte nacionalista-independentista de izquierdas, como ‘Los pueblos deciden’ (la coalición de Bildu y el BNG) o Esquerra Republicana de Catalunya.

Tienen un discurso estatal y lo fían todo a la campaña de Cayo Lara, Gaspar Llamazares y, en menor medida, el joven diputado Alberto Garzón.

El candidato de IU es Willy Meyer, un político de pasado comunista de corte tradicional: ha sido concejal, diputado provincial, diputado nacional, miembro del Consejo de Administración de la Radiotelevisión andaluza y actualmente eurodiputado. Con experiencia política, está pasando completamente desapercibido en la campaña electoral.

¿A qué se debe el éxito de Podemos?

Sin ninguna duda, a su líder e impulsor, Pablo Iglesias. Experto polemista que acude a numerosos programas televisivos, sabe realizar críticas ácidas, dar titulares, buscar la polémica y arremeter, con una mezcla de virulencia y datos contundentes contra el Gobierno del Partido Popular. Es tal la dependencia de Podemos de Pablo Iglesias que es el único partido que ha estampado la cara de su líder en las papeletas, en lugar del logo del partido (bastante desconocido aún).

Su discurso, con una mezcla de brillantez y populismo, está calando en sectores de izquierda indignados con el status quo. «Merkel quiere que seamos los camareros de los alemanes». Frases sencillas pero demoledoras que son la clave del éxito electoral que pronostican las encuestas.

López Uralde

Juan López Uralde, líder de Equo.

¿Y Compromís-Equo? ¿Por qué no despegan?

A diferencia de Podemos, que tiene un candidato muy carismático que está realizando una campaña atrevida y con presencia en medios de comunicación nacionales (televisiones, radios, periódicos, webs…), el candidato de Primavera Europea, Jordi Sebastià, es un perfecto desconocido fuera de Burjassot (municipio de Valencia donde es alcalde). Profesor y periodista, se ha centrado casi en exclusividad en asuntos locales. La labor de campaña más ‘estatal’ la está realizando López Uralde, el líder de Equo. Uralde, muy activo en las redes sociales, no logra ni la décima parte de presencia en televisiones que consigue Pablo Iglesias. Y su discurso, más ecologista que económico, no cala con la fuerza de su ‘adversario’ Podemos.

Mónica Oltra

La diputada de Compromis, Mònica Oltra, con el líder del Bloc, Enric Morera

Para que Compromís-Equo hubiera amarrado el escaño en Bruselas debía haber presentado a Mònica Oltra, una Pablo Iglesias a la valenciana. O al menos promocionarla sin cesar por toda España. Pero eso ya no es posible. El error de estategia ya está cometido.

Sin ella, con el desconocido Jordi Sebastiá y con el poco incisivo Uralde, Primavera Europea se puede quedar en fiasco primaveral… ya lo dice el refrán, la Primavera, o te adormece o te altera. Y en Izquierda Unida y Compromis y Equo (sobre todo estos dos últimos) están de los nervios, alterados… No saben qué hacer para frenar el avance imparable de Pablo Iglesias y Podemos, que está pescando en sus mismos caladeros. No sacar el europarlamentario podría ser el inicio del fin de Equo y del debilitamiento de Compromís.

Pablo Iglesias no se va a conformar con Bruselas, usará esa plataforma para promocionarse más y optar a presidente del Gobierno en las próximas elecciones generales. Cual Rosa Díez y UPyD,  tratará de acceder al Congreso de los Diputados para seguir creciendo y aspirar a ser decisivo… pero antes hay ver qué ocurre el 25 de mayo en las europeas.