Si he de ser sincero, para mí esta es la primera vez que caigo en las redes de Lara Croft. Cuando el primer Tomb Raider vio la luz, en el ya lejano 1996, los nintenderos como yo estábamos demasiado cegados con Super Mario 64 como para ver más allá. Sin embargo, aunque yo sea una excepción, este es el sentir general: Lara Croft ha renacido para enamorarnos a todos.
Bajo el título de Tomb Raider, sin más, la legendaria aventurera deja a un lado su imagen de explosiva chica dura para convertirse en una joven sin experiencia que está a punto de iniciar su primer viaje, un periplo tan emocionante como doloroso y traumático. De hecho, es complicado no sufrir por Lara desde los primerísimos minutos del juego, donde, al más puro estilo Destino final, todo parece querer acabar con la vida de la chica.
El desarrollo oscila entre lo trepidante de la acción y lo hermoso de los entornos, uno de los muchos grandes aciertos de Eidos, a la que parece que ha sentado de maravilla la adquisición por parte de Square Enix. Los puzles son ingeniosos, los tiroteos están bien resueltos, hay un número adecuado de Quick Time Events que logran aportar espectacularidad sin resultar excesivos, se ha dejado hueco a la exploración… Mucho me ha gustado también la posibilidad de ir mejorando las habilidades de Lara a medida que esta va adquiriendo experiencia.
No nos engañemos, este Tomb Raider no es como los primeros. Es más, este Tomb Raider tiene poco que ver con aquellos que se hicieron en los 90 pero, ¿tiene eso algo de malo? En ocasiones, cuando un personaje está muy manido, solemos lamentarnos diciendo que ha perdido su esencia e imploramos un retorno a los orígenes. Esta nueva Lara demuestra que el recurso nostálgico no es siempre la mejor solución. Una modernización, un paso hacia adelante, puede dar lugar a un resultado brillante. He aquí la prueba.
Innovador tampoco es. Resulta imposible contemplar este Tomb Raider y no pensar en Uncharted, pero es una inspiración lógica. Además, Lara se inspira en Nathan Drake del mismo modo que antes este se inspiró en Lara y ambos en Indiana Jones, por lo que el círculo se cierra una vez más como ha sucedido en otras ocasiones (Alone in the Dark – Tomb Raider – Alone In the Dark).
Lo dicho, el nuevo Tomb Raider no inventa nada, pero eso no impide que sea un gran juego, hecho con muy buen gusto y con ganas de devolverle a Lara Croft el estatus que tuvo una vez hace mucho, mucho tiempo.