Angel Island es un bello y paradisíaco destino que destaca en todas las guías de viajes por su característica más llamativa: se trata de una gigantesca porción de tierra que permanece suspendida en el aire, de ahí que también sea conocida como Isla Flotante.

La isla rara vez reposa sobre la superficie del mar, por lo que el barco no suele ser una buena opción para llegar hasta ella. Lo ideal es conseguir algún medio de transporte aéreo, preferentemente pequeño y ligero, algo así como una avioneta.

Se dice que la energía que permite que la isla levite procede de la valiosa Master Emerald, una mística joya de gran tamaño aún más poderosa que las legendarias esmeraldas del caos. Ninguno de los turistas que han acudido a la isla en los últimos lustros ha logrado ver la Master Emerald con sus propios ojos. Tal vez sea mejor así, ya que, según narran los cronistas, el artefacto está protegido por un poderoso guardián de piel roja y afilados nudillos que no duda en hacer lo que sea necesario para defender los secretos de la isla.

La extensiones de Angel Island, aparte de ser vastísimas, ofrecen una variedad de entornos inusitada que harán las delicias de todo viajero ávido de nuevas experiencias, desde la contemplación de verdes praderas hasta el tránsito por regiones polares. Las ruinas de Marble Garden harán las delicias de los arqueólogos, los osados submarinistas pueden recorrer la ciudad submarina de Hidrocity (siempre con cuidado de tener alguna burbujeante fuente de oxígeno cerca), los aficionados a la micología se maravillarán con las colosales setas de Mushroom Hill…

Los más valientes pueden aventurarse en la zona del volcán de la isla, investigar los desiertos de Sandópolis (en los que descansan los restos de una civilización muy similar a la egipcia) y, si tiene suerte, descubrir algunos de los restos metálicos de las máquinas que en el pasado invadieron Angel Island durante el ataque del demente Doctor Robotnik.

Por supuesto, no todo son emciones fuertes. Para los que busquen algo de ocio un poco menos arriesgado está Carnival Night, una zona de recreo que alcanza su máximo esplendor en las cálidas noches isleñas.

Si finalmente deciden visitar Angel Island, recuerden cambiar unos cuantos euros por la moneda oficial del país: el anillo dorado.