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Cerrando webs de videojuegos

No pensaba escribir nada sobre este tema, más que nada porque he hablado mucho sobre piratería y creo que mi opinión al respecto ya ha quedado clara, pero varios lectores me han pedido expresamente que le dedique un post al cierre de las páginas web Espalzone, Espalpsp, Espalnds y Espalwii. Pues bien, deseo cumplido.

Por si alguno no sabe de lo que hablo, hago un pequeño resumen: hace una semana, fruto de una demanda interpuesta  por aDeSe (Asociación Española de Distribuidores y Editores de Software de Entretenimiento) en 2009, se ordenó el cierre de las citadas páginas. Además, la Guardia Civil detuvo a cuatro personas.

Los portales ‘Espal’ se dedicaban a proporcionar enlaces P2P a descargas de videojuegos de diversas consolas. Como apuntan en los comentarios (gracias por la corrección) el asunto no puede compararse con las ocho sentencias en las que se decía que el papel de intermediario no constituye ningún delito (hace unos días, un auto judicial desestimaba un caso contra la web de enlaces P2P Cvcdgo.com) mientras no exista ánimo de lucro de forma directa. Sin embargo, «el software es la excepción al derecho de copia privada» y compartirlo es ilegal.

Me cuesta comprender la actitud de muchos internautas. Mientras que recurrir a argumentos judiciales me parece algo perfectamente lícito, no entiendo que se hable de ataque a la libertad de expresión y al derecho de reunión. Es absurdo y es hipócrita, muy hipócrita. ¿Me están diciendo que la gente visita una página web de descarga de videojuegos sólo para charlar en los foros? Si somos piratas, somos piratas… y punto.

Aunque a veces lo parezca, os juro que no satanizo las descargas de Internet, pero soy muy consciente del problema que suponen para toda la industria del entretenimiento. Y no, no entiendo por qué existen entidades como la SGAE ni estoy de acuerdo con la dichosa y mal planteada Ley Sinde. Estamos en el siglo XXI, la solución no está en criminalizar a los usuarios, la solución no está en tratar de perpetuar modelos de negocio claramente obsoletos, lo que hay que hacer es buscar un nuevo panorama ecónomico-cultural adaptado a la realidad de Internet. Pero eso no significa que nosotros estemos exentos de toda responsabilidad.

Si yo me descargo un juego, una película o un disco que jamás me compraría, no pasa nada. Me parece injusto que me digan que estoy perjudicando a la industria por hacer eso. Nadie pierde nada puesto que yo jamás habría invertido en esos productos. Además, cuando algo me interesa de verdad, cuando algo me gusta, me lo compro. Invierto en las cosas que me interesan para que las personas que las crean puedan seguir haciéndolo.

El problema es la gente que se jacta de no comprar nunca nada, personas que llevan años sin adquirir una película o un videojuego porque en Internet lo encuentran todo gratis, internautas que piensan cosas como «Cualquiera puede hacer canciones, libros o películas», «Todos los artistas son millonarios» o «La cultura debe ser gratis porque no tiene valor, no es tan importante» (reflexiones todas ellas sacadas de La Fragua, el blog de un genial ex compañero de trabajo).

Lo cierto es que la mayoría de los argumentos a favor de la piratería masiva son tan ingenuos que no merece la pena ni rebatirlos. La cuestión es que los repetimos tan a menudo que acabamos hasta creyéndolos. Incluso la Justicia se atreve a comparar el P2P con el préstamo.

No lo entiendo. Dicen que es una práctica que se ha llevado a cabo desde siempre -eso es verdad-, pero si yo te presto algo, ese algo pasa de mis manos a las tuyas y, mientras lo tengas tú, no lo tengo yo. Con Internet no pasa eso, con Internet no se presta, se duplica, se triplica, se multiplica por mil o por mil millones. Pero paso, ya he dicho que no merece la pena rebatir los argumentos, ni éste ni los trescientos que vais a escribir en los comentarios.

Queda la veda abierta para despotricar (con educación, por favor).