Sin hacer tanto ruido como Bioshock Infinite o The Last of Us, sin campañas publicitarias tan ambiciosas como la de Animal Crossing: New Leaf y sin la seguridad que ofrecen nombres tan populares como Masacre o Wario, Metro: Last Light ha demostrado que, sin ser una obra maestra, tiene virtudes sobradas para destacar entre los lanzamientos veraniegos, una opción muy a tener en cuenta de cara a los días de ocio y calor.

A diferencia de la primera parte, Metro: Last Light no se basa en ninguna novela sino que hace las veces de enlace entre lo acontecido en Metro 2033 y los hechos de Metro 2034. Por fortuna, esto no afecta al guión, que sigue siendo uno de los puntos fuertes del título. El desarrollo y los giros argumentales son los elementos que a menudo hacen que el jugador no se desenganche. Al menos, una vez que se han superado los primeros lentos y algo tediosos primeros compases de la aventura.

Como shooter en primera persona no es sobresaliente, pero tampoco es uno más del montón. Los desarrolladores han sabido darle un toque de personalidad gracias a la fantástica atmósfera postapocalíptica heredada de 2033 y una mecánica que ofrece alternativas al «dispara a todo lo que se mueve». Nada te impide abrirte paso a tiros nivel tras nivel, salvo quizás ciertos momentos con muchos enemigos y no tantas balas, pero conviene darle una oportunidad al sigilo y la ocultación. Este aspecto está tan desarrollado que es posible incluso completar el juego sin matar a un solo enemigo o eliminando a la mayoría sin ser descubiertos.

El desarrollo, pese a ser bastante lineal, goza de una variedad que es muy de agradecer: momentos de acción en la superficie, tensión en la oscuridad de túneles subterráneos, desplazamientos en vehículos sobre raíles, enfrentamientos contra jefes finales y algún ligero toque de exploración por escenarios no demasiado grandes.

Su punto más negativo, el que todo el mundo critica, también es herencia de la entrega predecesora. Se trata de la mala inteligencia artificial de los enemigos, que empaña en buena medida algunas partes del desarrollo. Sin embargo, estamos tan acostumbrados a fallos en la IA que, aunque resulten molestos, salen beneficiados por la comparación. Ya sabéis, «mal de muchos…».

Sin duda, un título que, sin haber tenido esa ayuda de doble filo que es el hype, merece una oportunidad.