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Bioshock Infinite Pleasure

¡Qué placer produce cuando algo que deseamos con ganas logra superar nuestras expectativas! Pues eso es lo que me ha sucedido hoy con Bioshock Infinite, el esperado juego de 2K Games que, para mí, a partir de ahora que he podido probarlo, se ha convertido en un anhelo que durará, al menos, hasta el próximo 26 de marzo, que es cuando verá la luz el juego.

3Infinite

Es tan parecido y al mismo tiempo tan diferente al Bioshock original que es capaz de atraer tanto por su regusto a manjar conocido como por sus llamativas novedades. Similitudes y diferencias se aprecian desde un primer momento. En esta ocasión nos enfrentamos a una nueva sociedad distópica ubicada en el pasado, pero ya no es la claustrofóbica Rapture bajo las aguas sino la luminosa ciudad flotante de Columbia, también repleta de elementos propios del steampunk. El visionario magnate Andrew Ryan deja su lugar de idolatrado líder al autoproclamado profeta Zachary Comstock.

El mismo inicio de Bioshock es un homenaje al primer título de la saga, con el héroe —Booker DeWitt— ascendiendo en un cohete a los cielos (en vez descendiendo a las profundidades) y descubriendo los supuestos logros de Comstock según se acerca a Columbia (del mismo modo que Jack descubría los de Ryan).

El primer contacto con la nueva urbe resulta abrumador. Es inmensa, está llena de vida, de personas de todas las edades que pasean, charlan y realizan actividades de lo más variado. La angustia de Rapture no existe, pero no importa, porque todo parece grande y maravilloso y despierta la curiosidad. Prometo que podría haber estado horas contemplando los mil y un detalles de los escenarios.

Según se avanza, aparecen otros elementos conocidos como, por supuesto, la acción en primera persona o las sustancias que otorgan poderes al protagonista. Habré jugado en torno a media hora, quizá más, pero me he quedado con ganas de descubrir muchas de las novedades que cimientan la jugabilidad de Bioshock Infinite, como el uso del gancho que permite desplazarse por los cables que recorren la inmensa Columbia o, sobre todo, el papel de la joven Elizabeth en el desarrollo de la aventura.

Esta misteriosa chica, poseedora de extraordinarios poderes, es el núcleo de la historia del juego, pero al parecer no nos topamos con ella hasta las tres horas de juego aproximadamente. Es a partir de ahí cuando el periplo toma un nuevo rumbo, tanto argumental como jugable. Los desarrolladores aseguran que Elizabeth es el gran pilar sobre el que se construye Bioshock Infinite. Yo estoy deseando descubrir el por qué de tal afirmación.

Bioshock Infinite, más que un espejismo

Tal vez me equivoque, tal vez muchos nos equivocamos, pero espero que no: Bioshock Infinite es uno de los videojuegos más prometedores que han pasado por el E3, quizá uno de los mejores títulos que están por llegar de aquí a un año. Corremos el riesgo de dejarnos llevar por las altas expectativas y acabar sufriendo una monumental decepción, como muchas otras veces (para muchos, la última gorda ha sido L.A. Noire),  pero algo me dice que esta vez el resultado va a ser bueno.

Yo sólo me puedo fiar de las capturas, los vídeos y los reportajes que he leído, pero son ya muchos los que han probado el juego en Los Ángeles y han quedado encantados con la experiencia. Supongo que una de las claves del éxito es que, pese a tratarse de la tercera parte de una saga, Bioshock Infinite desprende una imagen fresca. Es algo nuevo, no un refrito o una especie de expansión, tal y como era la segunda parte.

El juego comparte muchas rasgos con las entregas precedentes. Se trata de un shooter subjetivo, podemos utilizar poderes especiales y el escenario es una ciudad que aspira a ser utópica pero que es completamente hostil. Eso sí, mientras que Rapture era una urbe subacuática, Columbia es una hermosa construcción que flota entre las nubes. Este cambio afecta de lleno a toda la aventura, tanto en su estética y en su argumento como, por supuesto, en su desarrollo.

Los escenarios son amplísimos y luminosos, de diseños fantásticos. Por ellos debemos movernos tanto corriendo por tejados,  azoteas y terrazas como deslizándonos velozmente por unos raíles que recorren toda la ciudad. Otro de los cambios más significativos de este capítulo de Bioshock es la constante compañía de Elizabeth, una chica a la que tendremos que ayudar a escapar de Columbia.

La joven es el objetivo de dos facciones que pretenden emplear sus extraordinarios poderes para su propio beneficio. Mientras seamos los guardianes de Elizabeth, esas habilidades cuasi divinas estarán a nuestra disposición. Eso sí, su uso implicará un gran agotamiento para la muchacha, así que no podremos contar con ella hasta que se recupere. Por otro lado, no serán pocas las veces en las que deberemos tomar una decisión que determine el desarrollo de la aventura. Esto le añadirá aún más valor jugable (y rejugable) al título.

Si el nivel de diversión consigue igualar el nivel de espectáculo y la calidad gráfica y artística de lo visto hasta ahora, estamos sin duda ante una joya que no debemos perder de vista.