En la época de los 16 bits, los gustos eran muy bipolares: o eras de Nintendo o eras de Sega, o eras de la Super o eras de la Mega Drive. Que si una tenía mejores gráficos, que si la otra disponía de mejor catálogo, que si aquella era muy infantil…
Todo era discutible, todo menos lo referente al color. La paleta de colores de Super Nintendo era muy superior a la de Mega Drive, 32.768 colores de la primera frente a los 512 de la segunda. Y el caso es que se notaba, se notaba mucho. La mayoría de los juegos de Mega Drive tenían un aspecto apagado, oscuro y poco nítido.
Por eso resultaba tan impactante encontrarse con juegazos como The Story of Thor, todo un derroche de luminosidad y color sólo comparable con maravillas del calibre de Sonic 3 o del genial Aladdin de Virgin y Disney. Además, el juego tiene unas intros ligeramente animadas que en aquella época dejaban con la boca abierta.
Pero The Story of Thor era un juegazo no sólo por sus gráficos, tenía virtudes más que de sobra para convertirse en un éxito tanto de crítica como entre los usuarios.
Recuerdo que cuando salió, las revistas lo vendían como un action RPG. En realidad, no tenía mucho de RPG: sólo hay un pueblo (que además no tenía un papel muy destacado en la historia), las conversaciones son anecdóticas, el argumento poco complejo, no hay menús de estadísticas, ni se suben niveles, ni se cambiaba el equipo (sólo había unas pocas armas e ítems)… Pero es que no hace falta todo eso, The Story of Thor es una aventura de acción, no un juego de rol.
En cuanto al desarrollo, hay dos elementos destacables: los combates a espadazos, mejores que los de muchos beat’em up, y los espíritus elementales. Estos genios no sólo ayudaban en las luchas sino que eran la clave para resolver casi todos los puzles.
La aventura no es demasiado larga y tampoco excesivamente difícil pero deja muy buen sabor de boca, especialmente en una consola como la Mega Drive, que contaba con muy pocos exponentes de este género.
The Story of Thor tuvo una segunda parte que vio la luz para Sega Saturn. Nunca llegué a jugarla, así que no puedo decir qué tal estaba, pero el caso es que pasó sin pena ni gloria. De hecho, muchos de los que jugaron la primera parte ni siquiera conocen la existencia de esta secuela.
¿Quién sabe? Con el recurrente rollo revival que lleva Sega (Nights, Alien Syndrome, Sega Superstar Tennis…) quizá no tardemos en volver a saber del olvidado príncipe Alí y su brazalete mágico.