Y por eso está Putin tan contento, porque ha venido a verle su amigo Xi, el rey de la China Comunista, que acaba de renovar su mandato. Entre los dos dictadores podrían fusilar a media Tartaria y a toda Siberia sin despeinarse.
Mientras Putin alaba a su invitado a Xi se le va un poco la mano derecha, juguetea con ella en el brazo del sillón papal. Detrás de los reyes del mambo hay unos medallones de oro o de latón. Ellos se alaban y sonríen un poco, como hacen los viejos amigos antes de lanzar todos los misiles y reventar el planeta.
Xi nunca ha enseñado en público los ojos, solo las ranuras. Por eso ha llegado tan alto, quizá es el presi más poderoso de la tierra media, mientras que Biden está pillado por los cientos de delitos y trapalas que cometió su hijo. Y Trump convoca a sus huestes de cascos de bisonte a tomar las calles.
Ahí están los dos capos dictadores supremos de sus vastaos imperios, Putin y Xi, Rusia y China: un imperio ya desfallecido, el otro en plena euforia de asalto a la cima pelada.
Segundo día de paripé.
No sabemos si estos tres días de gira es solo postureo o saldrá algo. No se sabe qué es peor.
Entretanto el mundo antiguo sigue progresando en sus tradiciones: Francia en llamas, Grecia se cae a trozos, España en Semana Santa y playas…
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Vuelan misiles Kalibr en un tren ruso en Crimea
Miles de voluntarios de Wagner se licencian tras seis meses en guerra, salieron de las cárceles y vuelven a Rusia libres… y vivos!