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El big data del alma

Las homilías son lo de menos, Santidad

El Papa ha dicho que las homilías son «un desastre en general«, y que son demasiado largas. Pero nadie le ha hecho caso. El Papa ya no interesa, ha perdido autoridad y apenas tiene eco. No es culpa de este papa, es la evolución del mundo, el demonio y la carne. Y de la propia Iglesia.

Y que los papas no pueden hablar de su propia organización, la Iglesia, que se queda sin fieles. Y no por falta de fe, que se va al horóscopo y a otros credos, sino por fatiga y por los abusos sexuales en su seno (en el de la Iglesia), que claman al Cielo (de momento, en vano).

Al no hablar de sus problemas gordos y flacos lo demás ya no es escuchable. Al no afrontar esos problemones, lo demás ya es suerfluo. El papa anterior llegó a dimitir porque no podía con la corrupción (también Zelenski la tiene) y los abusos.

Y Francisco tampoco puede. Estos gravísimos asuntos demasiado humanos solo se pueden resolver a fuerza de mucha oración, como dijo Jesucristo al hacer un milagro que a los discípulos no les salía. Mucho rezar, mucha fe. Estos demonios solo se pueden expulsar con la oración. Algo así.

Entonces se entiende que el gentío, ya muy machacado por el bimilenio corrupto y el maltrato del materialismo (cuyo monopolio es tan perjudicial como su opuesto), pase del Papa y de sus monsergas. El programa de Francisco era acabar con el celibato y que las mujeres pudieran ser ser curas, obispos, papas.

Y claro, ni una cosa ni otra. El anatema es total.

Lo de acabar con la corrupción interna ya exigía tanto rezo y tanta fe y tanta energía ejecutiva (ora et labora, a Dios rogando y con el Mazo dando, etc.) que en fin.

Y las homilías (sermones) son largas y aburridas, pero tienen su función porque nadie las escucha ni siquiera las oye, en general, el público, la grey, pasa de los ochenta tacos (aunque sigue conduciendo a tope) y la megafonía de las iglesias, en general, se oyen poco y mal.

La función de las homilías largas y abstrusas, que siemrpe citan al Papa y a alguno de sus antecesores (yo voy a misa), es recaudar a cambio de sondormir, un dulce sopor angelical. Lo cual es lo más cercano a la fe verdadera que se suele conseguir en la tierra (cuyo núcleo rula bien, gracias) y tiene murchísimo mérito. La fe por ósmosis del morgoneo es la clave de la liturgia. Antes tenía el áureo sopor del latín, ahora la pesadez inaudible.

Hay que tener una fe de hierro para ir a misa.

El mismo Papa Francisco que dice que las liturgias son pesadas y largas dijo hace años, cuando el CRACK nos mató y nos zombificó, que no estaba bien la colecta de la misa (pedir dinero), y que las iglesias deberían ser como hospitales de campaña, o algo así. Quiso decir que atendieran a los pobres y bienaventurados, o sea, el mensaje exótico de Jesucristo.

Naturalmente no le hicieron ni caso. Ni en lo esencial ni en lo superfluo (en la Iglesia es lo mismo) le hace caso su propio organigrama. Qué haría usted en esa situación:

A- Rezar

B- Dimitir

C- Disimular

(Se pueden combinar todas).

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