Cierto, la semana es eterna.
O se lo hace.
A la altura del jueViernes la lista de tareas disminuyAumenta.
El repechón de septiembre (enumerar marrones) llena la mochila de piedras y al filo del tercer tramo el mes parece un año.
Es que llevaba un añod estrás, o dentro, en la recámara. Dos o tres años cargando piedras sisíficas.
Hay que volvera a subir. El mito que mejor se ajusta al 22 postodos los dolores. Ay hum hem snif.
Nadie duerme. Campeones en ansiolíticos, suicidios, malaganismo residual.
Entusiasmo negativo, positivismo de Schrödinger (el del gato). Inflación cerebroide.
Agotamiento, la renuncia silenciosa, el pasotismo acaso, no funciona.
Y el fabuloso experimento de la semana de cuatro días…
Grandes esperanzas expectativismo total.
La conclusión definitiva/provisional es que todo es guay pero habrá que posponerlo unos años/décadas hasta que se empiece a ver la luz, fiat lux, leñe ya, lo que se traduce en que de momento la semana será de cien días, como corresponde a las guerras sean frías o calientes y a las posguerras, que a veces se confunden unas con otras.
La semana, de cien días.
Así que no quejarse hasta el day 99 por la tarde.
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Recoger alcohol de la fiesta
Lo más importante es escuchar a Manuel Pizarro en este brevísimo condensado esencial de ayer miércoles 21 de septiembre en el Campus FAES:
El artículo que cita Manuel Pizarro de Guy Sorman sobre la inflación y la energía.
Y este de Luis Fernández Galiano en Arquitectura Viva.
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El legado del inolvidable Manuel Sarasa (+2020): Araclon Biotech, homologa sus test sobre el Alzheimer a nivel Europeo.