A Boris Johnson lo han echado los de su partido no por lo que ha hecho sino por lo que podía llegar a hacer. Y también, por lo que ha podido hacer y no ha llegado a saberse.
Lo han echado cuando ya la contaminación les llegaba al cuello. El ambiente se palpa por toda Europa.
Todo es proBidencial. La OTAN va a dar un baile de puesta de largo de sí misma.
A Johnson lo echan pero no se acaba de ir. Dice que se va pero se queda un poco, aguanta hasta que nombren a otro, quizá ha pactado ese aplazamiento que le le alarga el poder, dice que se va pero sigue ahí.
La peli Brexit explica algo del personaje, de su ayudante e impulsor, Dominic Cummings, que hace años que lo abandonó, y de los tiempos terminales que nos viven/matan.
Johnson no se va, sólo retrocede.
Rusia va ganando pero poco a poco. Declara estado de guerra para poder imponer más sacrificios a su población. Ya no es una operación especial, ni una aventura senilísima, es una guerra, una invasión.
–
En España la pelea entra en su fase preletal. A ver quién implosiona antes. Podría ser que de tanto forzar el fakeado la polarización fuera irreversible. Quizá esto ya ha ocurrido. Y podría ser que alguien alguna vez se preguntara, en un ataque de lucidez improbable, si podría estar en un error.
–
El cambio climático se ha instalado en las bacterias que nos llevan, cada cual hace su propio cambio permanente, sólo que ahora va más rápido, e incluye el plástico y otras moléculas sintéticas.