El sábado sin Jesucristo, ni muerto ni vivo, dónde está. Hoy podría atacar Putin con todo, nadie vería.
Está en el infierno, de turismo, a ver qué es eso, si existe.
Hoy pierde el Papa su infalibilidad, es un día en blanco, no existe. No se graban las afrentas.
El día sin control. Carnaval es un cambio controlado, ritual. Sábado sin Cristo es lo más incomprensible, donde hasta la energía y la materia oscuras se asombran de sí mismas.
Se comprende que hayamos comprimido tres días en uno: tres días ya normalizan cualquier cosa. Tres días sin Jesucristo, ni muerto ni resucitado, sellarían su ausencia definitiva. Si resucitara al tercer día nadie se acordaría de Él.
Aun así un día es muy largo, casi da tiempo a acostumbrarse, a entronizar la soledad.
Hay tantas cosas que hacer.
Casi tantas como cosas que no hacer.
Los muertos pueden salir hoy a dar una vuelta, pero no quieren. Temen no poder volver a su zona de confort. La vida existe en todos los formatos. Jesucristo dedica este día (tres en uno) a hablar con los muertos.
Les dice que, de momento, solo resucita Él pero que no se impacienten. Y ellos le dicen que están bien, que no hay ninguna prisa. La prisa quedó en la vida anterior, ya casi olvidada.
Un milenio es un segundo, y viceversa.
El olvido es lo único que comparten vivos y muertos recientes.
(Vivos solo hay recientes).
Jesús está fuera de nuestro alcance hoy, igual que los muertos ordinarios, es otra originalidad de Jesucristo, sacrificarse, venir a que lo maten para redimir de un pecado ancestral, heredado, difícil de admitir como propio, entonces ¿qué redención es esa? ¿Se pueden heredar los pecados, el pecado original? Va en el ADN, como todo lo demás. Pero aún no lo han encontrado.
Originalidad de morir y desaparecer tres días (tres en uno). Lo hace para que la resurrección tenga más efecto, impacto. Y por su madre y discípulos.
Resuminos tres días en uno, pero Él está muerto tres días realmente. Así que no volverá hasta el lunes. Mañana fingiremos pero en el fondo sabemos que persiste el abismo, las soledades.
También, fingir que ha vuelto es una forma de invitarle a que vuelva: podría tener la tentación de quedarse con todos y esperar.