Subiendo los tipos… de interés. La Eurozonía, en su life opípara, se aprieta el cincho. El Banco Central Europeo BCE vuelve a existir como ente mitológico o semiDivino.
Suben los comisionistas, profesión en auge.
Reaparece aquel Luis de Guindos, personaje del elenco innombrable. Vuelve el crack del 2008, aquel ambientillo.
Sale off Guindos en Bloomberg y suben los bonos.
La idea es que se vuelva a hablar de dinero, solo de dinero, o sea, de crédito e inversiones y deuda y bonos bla bla. Y se deje de hablar de la invasión/guerra, que no produce más que desgracias y desastres. El puro financierismo no admite rivales, el mainstream es suyo, los cerebros le pertenecen al 90%.
El dinero, ya muy empoderado con la ola financiarizatoria, no deja que otras noticias ni azares se interpongan en sus caminos. El dinero en abstracto es el mundo, no hay más.
Así, la invasión semifallida de Putin se reduce y resume en un par de números (aun por decidir, pero ya los están afinando los expertos, o sea, los algoritmos), lo demás es retórica.
Con que piense la IA, sobra.
Que para eso la hemos adiestrado. El mundo podría ir tan bien solo… la mano invisible del algoritmo financiero… y sale un tarado Putin a alterar el orden ya natural de las cosas.
Alemania podría cortar el grifo de euros a Rusia y comprar el gas por ahí, algo más caro. Pero no lo hace. Así que la guerra sucia empantanada seguirá y Putin cobra cada día su billón, mil millones de euros casi. Con eso va tirando… misiles.
En la peli Licorize pizza de Paul Thomas Anderson sale la crisis del petróleo del año 73, que recuerda un poco a esta de ahora. Esta similitud la menciona el historiador Niall Ferguson.
Alemania va a lo suyo. USA también, así que el desastre es probable. En su egotrip las potencias se miran y no se encuentran. El holograma está dañado.
Cada cual a lo suyo, que es lo de todos.
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Jaime Gómez Obregón sigue abriendo melones: sobre el acceso a bases de datos públicas…
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