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El big data del alma

Evolución del comisionismo patrio

El noble arte del comisionismo eleva sus expectativas a medida que se desvelan nuevos pelotazos.

Incluso podría cundir la ansiedad entre los que cumplen las condiciones para trincar pero no llegan al nivel Ferrari de Luis Medina y su compi Alberto Luceño.

Los nobles comisionistas, deportistas, familiares, primos, subprimos, cuñados, yernísimos… están pasando días de nervios al ver las comisiones que se lleva la élite.

Se ignora el porcentaje del PIB que supone el comisionismo, pero ante tanta visibilidad del sector pronto se sabrán las estimaciones. Y luego están lo que estimula indirectamente: coches de lujo, yates, pisos…

La última revelación es la de la RFEF: Rubiales y el negociante Piqué han levantado un dinerillo por organizar la Supercopa de España en Arabia Saudí con los equipos de luxe.

A la vez el idioma y la RAE se enriquecen (conceptualmente) con las vibrantes jergas del comisionismo: «hostía tío». «Pa la saca».

Tal como arguyen los beneficiarios al ver su hazaña publicada, el trinque es legal, aunque en el caso de RFEF salga el nombre de España (o precisamente por eso), todo es legal. En el nombre de la RFEF, Real Federación Española de Fútbol, aparecen la Patria y la Corona, aunque el chiringuito es un ente privado («es una entidad asociativa privada, si bien de utilidad pública»).

Esta revelación de comisionismo de Las mil y una noches deja pequeño al primo de Almeida, al hermano de Ayuso y al pack de las mascarillas y los guantes.

En esta trincada futbolera no hay –de momento– aristócratas. ¡Es una intermediación plebeya! Esto puede dañar la endeble legitimidad de la Rancia Prosapia.

La nueva ola de comisionistas deja en ridículo aquellos porcentajes que desveló en sede parlamentaria catalana Pascual Maragall y el escándalo que se armó… no por el trinque, ¡sino por por haberlo mencionado!

Ahí se ve la evolución, en todos los sentidos, del comisionismo patrio. La pandemia ha sido un acelerador de partículas también para el comisionismo, que se estudia en la filmografía de Berlanga y Azcona.

Con tantas grabaciones de comisiones se les ponen los dientes largos a los que estando en posiciones propicias para la mediación de luxe no llegan al nivel Ferrari.

 

 

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