Estamos out kaput finish destroy. Se acabó el game over acaba de empezar el fin. La fin.
No hay resquicio que no se vea afectado –y mucho– por esta invasión de locos. O sea, es una guerra mundial desde el primer minuto. Guerra mundial o guerramundi. Que se va expandiendo como manchurrón de aceite.
Por la propia (o impropia) naturaleza global del planeta una invasión como esta de Rusia sobre Ucrania es global, o sea, mundial. Nadie se va a librar de los coletazos.
En el vecindario próximo ya los estamos notando, zarpazos violentísimos. Emocionales urbi et orbe, supraemocionales en los precios.
Somos los segundos proxies. Ya se acerca la raya.
El caso es que la guerra war es ya mundial o guerramundi. Más valdría que nos reclutaran ahora mismo. Antes que esta espera angustiosa a morir de frío o hambre o asco o todo a la vez. Que nos lancen en paracaídas sobre la misma muerte para podernos librar de la angustia y de esas colas de refugiados que avanzan a duras penas sobre tablones en medio de lodo y cadáveres y tanques retorcidos. ¡Y sin mascarilla!
Quizá habría que rendirse quien pueda, si es que se puede o dejan. Rusia apenas avanza pero mata desde lejos a bulto y a saco.
Según todos los expertos Putin –que ha reaparecido en formato jpg con pellejos en la cara, lo que lo hacía muy verosímil– ha perdido la guerra varias veces. Esta derrota va miles o millones de muertos bajo los escombros y un país o dos o más destrozados. Y la economía del mundo hundida.