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El big data del alma

Facebook-Instagram-Whatsapp, el imperio tóxico del que no podemos prescindir

Facebook tiene tan mala reputación y ha hecho tantas pifias que cuando una exempleada ha empezado a largar y a mostrar las pruebas el propio Amo ha decretado una caída de seis horas.

Es una hipótesis cualquiera, me la acabo de inventar. Pero puede ser. Todo puede ser.

La exempleada, que viene dando la exclusiva en WSJ sobre las malas prácticas de Facebook, ha dicho que prioriza el negocio sobre las personas.

Esa frase hubiera sido suficiente para hacer subir en bolsa.

¿Acaso no es eso lo que hacen casi todas y hacemos casi todos si pudiéramos?

¿Por qué el mundo es tan áspero?

Y eso que si se mira a largo plazo, a gran escala, vamos a mejor. Excepto quizá el CC, que se nos echa encima.

La práctica estándar es machacar al cliente, exprimir al proveedor y fundir al empleado hasta que por fin se puede prescindir de él. De todos ellos.

Y además: A) Monopolio o B) Pactar algorítmicamente con la presunta competencia.

La frase de la ex empleada Frances Haugen en la entrevista a CBS hubiera hecho subir en bolsa a Facebook:

“Había constantes conflictos de interés entre lo que es bueno para el público y lo que es bueno para Facebook. Facebook siempre escogía optimizar su propio interés, ganar más dinero”.

¿Acaso no es eso lo que espera el accionista o inversor?

Pero se cayó el trípode Facebook, Instagram y Whatsapp: nuestras vidas de cabo a rabo, nuestras publicaciones, nuestros contactos.

Si Zukerberg no lo ha hecho a posta (lo que ha perdido en bolsa lo puede asumir como marketing) el resultado es el mismo: un gran vacío en el mundo. Quizá el mensaje es que siendo medios tóxicos no podemos vivir sin ellos.

Quizá somos cómplices un poco forzosos.

Esta mujer ha dicho cosas mucho más terribles sobre el imperio Fb y su impacto en países subdesarrollados.

Nuestras vidas propician en estas redes el infierno. Lo podríamos abandonar, pero no podemos.

 

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