Veinte Segundos Veinte Segundos

El big data del alma

Llega el 5G y sin nada que ponernos

La atención, que valía tanto esta mañana, ha bajado de precio.

Y más que bajará. Se desconocen las causas, pero podría ser un asunto digno de investigación, siempre que sea breve.

Quizá ya no hay atención de verdad o nunca la hubo. Pero la que valía comercialmente hasta hace un rato era la atención basura, la mera presencia tictoqueante.

Un estar y no estar. Posibilidad de quedarse siempre sofronizado ante un algo, dentro de una plataforma idealizante.

Digamos la caverna de Platón abreviada o comprimida.

Pero esa atención mala, pasiva, casi televisiva (en jerga anterior), ha perdido valor en los convulsos mercados de… la atención.

Hasta ahora valían los datos de esas presencias tiktoqueante$, la permanencia, hacer vida en una plataforma de publico cautivo y datos para revender.

Pero quizá no es suficiente. Todo exige más. Las grandes majors tech pugnan ya por otras influencias, quizá el alma.

Que es donde se guardan las contraseñas, la visa, los bitcoins, etc.

Los anhelos insospechados

Capaces de hacer que un zombi pase a la acción.

O compre una acción. Un lote.

La atención cara a cara se ha ido, igual que el ordenar por archivos y carpetas.

Se puede monetizar el vacío humano y dejar solo los datos confrontados a sí mismos, siempre que haya muchos o más.

La conversación, por suerte, es inviable.

Nos lamentamos cuando no nos atienden los seres queridos pero no les hacemos ni caso.

El género de la subépoca es el monólogo, más o menos amplificado.

El eco cerebral. EgoEco.

Este deterioro cognitivo de la atención obliga a las plataformas a los mundos virtuales. El fallo es que requieren demasiados artilugios, gafas, cascos, visores, guantes.

Todo se retrasa por el FAIL de los microchips.

Casi mejor.

Llega el 5G y no tendremos nada que ponernos.

 

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