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Retiran el Champix pero no retiran el tabaco

Como les pasó a los enigmáticos helados cancerígenos –aún no han dado la lista– ahora retiran el Champix, un remedio para quitarse del tabaco.

Al Champix, de la farmacéutica Pfizer, famosa en el mundo entero por Viagra, le han visto una partícula algo dudosa. Es el mejor márketing para darle vuelo a una marca. Enseguida sospechamos que las pérfidas tabacaleras han intoxicado el elixir.

El Champix ha sido la sensación de la temporada nicotinal: un 23% de los que siguieron el tratamiento, pagado por Sanidad, no habían vuelto a fumar a los 12 meses.

El tabaco es el culpable de las grandes películas de los años 30-50, en las que los actores y actrices se encendían un cigarrillo antes de decir su frase. Si no fumaban la escena era increíble y para darle verosimilitud había que hacer que lloviera, lo que era mucho más caro. El cine y el tabaco fueron simétricos. En las carreras de F1 de los 80 y 90 marcas de tabaco como Marlboro y Rothmans salen por todas partes, más grandes que los coches. Los documentales de Netflix sobre Schumacher, Senna, etc. llevan así, por defecto, grandes anuncios de tabaco que ahora están prohibidos.

A todo lo que triunfa le sale su negacionismo. Al Champix le han encontrado una partícula presuntamente cancerígena.

Todo conspira a favor del malvado tabaco: la temporada de los volcanes (el Etna incluido) con sus enormes fumarolas tóxicas, la retirada del Champix, el caos genérico de los años veinte…

Con lo cancerígeno que es el tabaco y el éxito del Champix podrían haber esperado un poco a retirarlo. Esa partícula no es nada comparada con los helados, con cientos de artículos tóxicos, con nuestros queridos microplásticos celulares… y con el propio tabaco.

Tabaco y cariño es un disco de Joaquín Carbonell, al que ayer se le rindió un homenaje en el Auditorio de Zaragoza.

La prueba de que algo triunfa es que le salen negacionistas. Hasta el volcán de La Palma tiene los suyos.

Puede ocurrir que un negacionismo tenga tanto éxito que, a su vez, le salgan sus propios negacionistas. El negacionismo del negacionismo sería el doble cierre categorial de Gustavo Bueno.

 

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