El Estado español no sabe cuántos directivos tiene chupando de sí en empresas públicas y organismos varios, aunque a veces lo intenta, sin demasiado interés.
La economía sumergida empieza por el propio estado, que no sepan tus manos derechas lo que enchufan las izquierdas, etc.
Quizá porque son todos familias y amigos de amigos, del partido, etc. Allegados de diversos gobs que han ido esquilmando la credibilidad y los recursos del país. El duopolio expandido psoepp se ha encamado en el chollo público y la info no circula.
En tiempos de aparente transparencia algunos o muchos de estos organismos fantasmales no facilitan datos.
Si hay que arrancarlos con tenazas es que la corrupción estructural (sic) es endémica (shock) y el estado prefiere no saber cuántos enchufados mantiene desde Recesvinto.
Las genealogías se han adaptado a la democracia ideal y han encontrado y creado cados para casi todos sus vástagos. El Senado no es suficiente. De cada directivo camuflado deben de colgar decenas o cientos de allegados, densas clientelas del caciquismo oligárquico classic. ¿Qué hacen? ¿Cuántos hay? ¿Cuánto cobran? ¿Cómo saberlo?
Estaría bien tener la lista actualizada en alguna parte, pero es imposible. Porque los que deberían hacer esa lista están ocupados colocando a sus respectivos clientes, amigos, etc.
Es similar a lo de las eléctricas, procesos oscuros, esoterismos impenetrables que se han ido afantasmando con las décadas.
Lo que ocurrirá es lo que ha ocurrido siempre: para medir esta ineficiencias nepotímicas se creará una oficina que, a su vez, será ocupada por oscuros organigramas de enchufados tan opacos o más que aquellos a los que tratan en teoría de controlar. Doble opacidad kafkiana impenetrable.
O quizá esa oficina ya existe, ¿cómo saberlo?
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«Julio de 2021 fue oficialmente el mes más caluroso que jamás hayan registrado los humanos.» The Verge