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El big data del alma

La quinta ola

La quinta ola, vaya plan.

Volvemos poco a poco a la pandémica hiperrealidad. Sin Carrà. Aquí hay un artículo de Barbara Celis sobre Carrá y la vergüenza de donde venimos.

Y en la que estamos. En la nueva postnormalidad coronavírica ya no se habla del virus, lo hemos interiorizado tanto: se habla de la variante delta.

Que se contagia en cuatro segundos. Estamos temblando. Casi más que el primer año, año largo, de pandemia.

Las mascarillas, una vez liberadas por el gob, no caen. La quinta ola ataca por la juventud. Llueven escrivás sobre el baby boom, aun a medio vacunar. Nuestra directora, Encarna Samitier, escribe sobre los seiscientos mil baby boomers y el susto de las pensiones.

Todo dentro de la quinta ola que se nos lleva. Las nuevas anormalidades vienen por olas, mutaciones, presagios, epitafios.

Antón Castro tiene un título sensacional para uno de sus libros de poemas inconmensurables: Vivir del aire (Olifante). Aquí, crónica de la presentación.

Lo miro y es de 2010, pero yo lo tengo siempre presente, cada vez que hago cuentas o veo a los ministros hacerlas.

Es el mejor título de la década, de la docena de años, los felices diez y los felices veinte: la quinta ola.

La Gene, el gov cat, va a destinar diez millones de euros para un fondo de rescate a los encausados por el Tribunal de Cuentas (al que habría que abreviar TCu para no confundirlo con el TC), que exige 5,4 M€ por los gastos del procés.

Estos manejos pertenecen también a la quinta ola, que se caracteriza porque todo, igual que el virus, muta a gran velocidad y se contagia más rápido.

El odio vuela.

El odio es peor que la variante delta.

La quinta ola se nos lleva, y el gob, como todo, cambia cada día de ministros, aunque ell@s no lo sepan.

 

 

 

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