La verdad es que el 15M está siendo una segundísima transición. Ya con minúsculas, poco a poco y sin rumbo, chocando con los grandes icebergs que se derriten, troceándolos un poco… es como la segunda venida, que de tanto esperarla a lo mejor decepciona un poco.

Es un reajuste íntimo del sistema, ya muy dañado en su imperturbabilidad. No se mueve ni un remache, pero.

El propio 15M ha devorado a sus hijos pero después de colocarlos ya en la zona segura del superaparato. Algunos se han inmolado un poquito, otros han resucitado y siguen en el organigrama esp.

Igual que la genuina y primera Transición, esta segunda trae sus amnistías e indultaciones, en fases y olas sucesivas.

El sistema del doble cerrojo pppsoe tiene muchas grietas. Desde las más obvias hasta Teruel Existe, una agrupación de electores que obtuvo un diputado en Madrid. El doble cerrojo le teme tanto a este invento que nunca más ha vuelto a saberse de él. Teruel Existe ha sacado un diputado pero el precio es no existir. ¡La sociedad civil!

Así que el invento 15M trae long tail por todos lados. El artilugio compacto funciona de otras mil maneras.

Está siendo una segundísima transición, con arañazos aquí y allá. Quieren tapar esa brecha como se sepulta un vertedero, echando tierra y escombros. Pero el zombi 15M sigue: un zombi hackeando legalmente a otro zombi –Esp78– que es su abuelo.

Lo que demuestra que el sistema, sea lo que sea, es muy sabio: suficiente para parchearse dentro de las leyes.

No sirve de casi nada porque la política tiene poco manejo del mundo, casi todo viene enlatado ya de fuera, de lejos. Pero.

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15M reajuste pacífico del sistema

Visita relámpago a la España vacía. ¿Qué tal?

Primer finde sin restricciones, excepto que los diversos jueces digan algo a últimas horas.

Fin de la España confinada en sus jugos y natas + fin del estado de alarma, miles de personas viajan a ver a sus familiares por primera vez en meses. Es un gran momento ya casi pospandémico.

Estamos en plena pre-post-pandemia.

Aunque el virus aun colea, y mucho, el peligro es despistarse.

Como dice el Tribunal Supremo: La mascarilla, bien prieta.

La España vacía se va a llenar este finde como en los viejos tiempos, con más amor retenido, cariño semioxidado, seres queridos ectoplasmizados en pantallas, esas nuevas vidas de este año larguísimo.

Ojo, que hay mucha gente que ha aprovechado las restricciones para disfrutar del espléndido aislamiento… y ahora no quieren visitas ni riesgos. La familia, por videollamada.

Los bares se animan, vuelve un poco la vida diversa, callejera, las cenas, las compras hiperrealistas.

Todo ha sido un poco hopperiano, y aun sigue, en parte, soledades por wifi, abrazos por datos. Vidas remotas.

Es también el primer finde con autovías amenazadas de pago. Se acaban los controles, los certificados de justificación de viaje… y presentimos ya las barreras, los peajes… ¡en las autovías!

El éxito de España –de Europa– en estas décadas, hasta el crack anteroposterior del año 8, eran las autovías, que bajaban directamente del cielo de la Unión.

Y los polideportivos vacíos de la España vacía. Catedrales sin fieles.

Estas semanas prepospandemia se ha roto aquel ensalmo de las autovías. Adopte usted este bache.

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El gob esp intentó que la Guardia Civil vigilara los mensajes contra el gob esp al principio de la pandemia (aquellas primeras comparecencias de militares y guardias uniformados con Simón).

El gob esp también propuso crear un organismo de censura y control de fake news, españolizados como bulos, ¡qué temporada con los bulos!

La próxima, es una idea, podría ser multar los chistes malos. Como hay tantos, sería una forma de recaudar a tope. ¡Por fin, algo a lo que hincarle el diente!

Bastaría con interceptar con IA (un programilla gratuito) los cientos de miles de tontadas que la ciudadanía súbdita reenvía sin parar.

Whatsapp se quedaría mudo. Facebook imploraría clemencia. ¡Hasta puede que pidiera pagar impuestos!

Sancionar los chistes malos, en general, es mala idea. Porque para que salga uno bueno han de consumirse millones de chistes malos, incluso peores. Pero eso, ante la urgancia de recaudar ALGO, es lo de menos. ¿Acaso no hemos eliminado la filosofía de los planes de estudios? Los chistes, a fin de cuentas, son filosofía básica.

Pero dado que poner peajes en los caminos y carreteras locales, así como en autovías, es muy costoso, el método de cobrar por tontadas y memes malos sería más rápido. La propia compañía de telecos podría descontar las multas automáticamente de la tarifa del usuario reenviador. La mayoría ni se enteraría.

Bastaría con promulgar una ley, o sea, un decretillo basado en la pandemia. ¡Y a repartir!