Ramón J Campo ha publicado en Heraldo de Aragón:
El líder del Frente Polisario llegó a la Base de Zaragoza en un avión de la Presidencia de Argelia
Brahim Gali llevaba pasaporte diplomático saharaui y tuvo escolta policial hasta el hospital de Logroño, donde ingresó con covid el pasado 18 de abril»
«Gali portaba un pasaporte diplomático saharaui como jefe de Estado de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), reconocida por buena parte de los países en la Unión Africana, pero no por España, aunque en realidad no se identificó en la aduana del aeropuerto de Zaragoza, como es obligatorio para todos los ciudadanos extranjeros que llegan a territorio nacional y cuyo servicio realiza la Policía Nacional. No lo hizo porque el Gobierno español ya había autorizado su traslado desde Argelia (…)
Brahim Gali viajó acompañado en el vuelo por elmédico argelino que lo atiende habitualmente (Mohamed Seghir Nekkache, del hospital central de L’Armée, en Argel) y por una mujer saharaui, un familiar del político saharaui que no facilitó su identidad a la Policía, según las mismas fuentes. Ellos le acompañaron en la ambulancia durante su traslado hasta la capital de La Rioja, que fue custodiada por efectivos de la Comisaría General de Información de la Policía Nacional, enviados especialmente para la operación. (…). (Enlace).
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El director de la agencia de prensa oficial de Marruecos, Khalil Hachimi Idrissi, ha publicado este artículo sobre el asunto (en francés). (El Confidencial traduce algunos fragmentos, distintos del que se incluye un poco más abajo). Estos artículos son la voz del régimen, del rey.
En otro artículo del mismo estilo y tambien destacado en portada Afaf Razouki, escribe:
«Ansioso por preservar de la implosión a su frágil coalición de gobierno, el socialista Pedro Sánchez prefirió cerrar los ojos en muchas ocasiones a los deslizamientos del exvicepresidente del Ejecutivo Pablo Iglesias conocido por su apoyo a los separatistas del Polisario y al Partido Republicano, opositores a la integridad territorial del Reino.»
y sigue:
«El jefe del gobierno español no se dignó a reencauzar a [Pablo] Iglesias, a pesar de sus posiciones hostiles hacia Marruecos, dejando que las tensiones entre Rabat y Madrid se fueran cociendo a fuego lento, antes de que el asunto del llamado Brahim Ghali echara más leña al fuego.»
[En vez de Pablo Iglesias, pone Pedro Iglesias, en lo que parece un error, lapsus en homenaje al extinto IgleSánchez].
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Tengo unas aprensiones muy malas sobre este asunto de Marruecos. Se basan en la mala cara del presidente Sánchez en su alocución del día de autos.
¿Qué llevaría al gobierno de España a admitir a Brahim Gali y recibirlo en un vuelo secreto tal como cuenta Ramón J Campo? (¿No recuerda este modus operandi al caso Delcy/Ábalos?, ¿cuántos vuelos secretos hay?).
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En el primer artículo enlazado, Hachimi se pregunta:
¿Merecen la pena los contratos de gas españoles con un régimen militar argelino moribundo para desestabilizar permanentemente el Mediterráneo occidental y lanzar a esta región a una incógnita explosiva?
Y este párrafo augura calamidades:
Las consecuencias de esta gran crisis política y diplomática serán sin duda múltiples y calamitosas. No sólo anulará efectivamente 15 años de progreso, entre los dos, en la construcción de una sólida asociación bilateral, sino que abrirá la caja de Pandora con todos sus viejos demonios, viejos rencores y viejos resentimientos (…)
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Juan Soto Ivars ha vivido cuatro años en Marruecos y escribe sobre esta crisis como un chantaje.
El chantaje, añado, sería múltiple: los servicios secretos marroquíes –según dicen sus homólogos españoles– controlan el terrorismo islámico en España.
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Los malos presagios (ojalá se queden en eso y todo se disipe) vienen, quizá. de estas aprensiones: estamos sobre una montaña de corrupción a la que en los últimos años solo se le ha raspado la pintura.
Ese hipotético iceberg de horror estructural (una de cuyas innumerables e inquietantes cabezas –si es una hidra– ha aflorado por Villarejo) se blinda e innova para chupar la sangre y el dinero a la ciudadanía. La Unión Europea acaba de decir que los impuestos al precio de la luz en España son los más altos, etc (El diario.es).