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El big data del alma

La nube es nuestro cielo

La idea es reutilizar a los muertos como nuevo nicho de negocio. Hay universidades que mantienen las clases virtuales con los profes fallecidos hace más de un año. Y Microsoft ha patentado un sistema para recrear a un finado usando su huella digital, de todo hay antecedentes. Todos los enlaces en este artículo de Enrique Dans.

En una novela del año 97 salía un holograma de los difuntos que interactuaba con los familiares. Había incluso una versión opcional con tacto, o sea, con cuerpo compacto e impenetrable. Atravesar el holograma era un poco falta de respeto.

Lentamente a toda prisa llegamos a eso: cada selfi es archivo, cada vídeo es un yo futuro que ya está de alguna forma viviendo en el más allá y en el presente de sus deudos, si lo invocan o lo enchufan. Todos estamos en la nube. Todos estos métodos son un poco burdos, incluso ofensivos para la visión tradicional de la vida y la muerte, una visión que ya llega a su fin.

Son métodos de aproximación, que utilizan el material disponible. Pero pronto se podrá usar el mismo adn, que se podrá imprimir en una especie de resurrección integral. Está todo en marcha, si hay negocio, nicho, saldrá.

Y lo comprarán, los que puedan. Aunque lo más lógico es que lo alquilen, por minutos. Antepasados low cost.

Y que una vez revivido o proyectado el ser querido ni siquiera se le haga caso. Si no hacemos caso a los vivos cómo vamos a prestar atención a una persona de archivo.

También puede ocurrir que nos dediquemos a grabarnos ya para esas posteridades, dado que el presente está cada día un poco más muerto.

Lucharemos por la atención que no tuvimos en vida. Por mucha atención que se tenga nunca es suficiente. Etc.

Como debió decir Confucio aprovechad este minuto antes de que se lo coma un tigre.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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