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El big data del alma

Microvidas

Vidas mínimas o vidas al mínimo, es la ecuación que nos deja el covid. incluso a los pobres youtubers millonarios, que tienen que irse a Andorra. No la de Teruel, la otra.

Vidas micro que no se ven ni con el TAC.

Las microvidas que nos deja la covid solo se pueden ver con simulaciones, con lo caras que son.

Son vidas mínimas (Historias mínimas de Javier Tomeo) totalmente reinventables. Vivir del aire, de Antón Castro.

Las microvidas van asumiendo que todavía tendrán que hacerse más mínimas. Somos reductores de cabezas, nuestras propias cabezas. Lo posible se ha ampliado al revés.

Queda el mundo de la imaginación, que ya es inalcanzable: hemos perdido práctica. No sabemos imaginar. Igual que perdimos la cola o las aletas, así hemos perdido la imaginación.

Todo nos llega por el móvil, para qué imaginar.

La facultad de imaginar solo se podría resucitar si se reconociera que no sirve para nada. Es un requisito duro en estos micromomentos. Y si se resucitara no valdría.

El mundo se iba confinando antes de este hachazo covídeo, la oclusión ya viene de lejos.

En el 2008 las vidas se jibarizaron bastante, o quizá demasiado. Según el sector y el nivel. Pero todo acaba por afectar a todos. Si el mundo entero se degrada algo te cae.

Vidas micro deben reiniciarse cada cinco minutos, pues todo se comprime y se expande a espasmos raros. El toque se queda.

Hasta la imaginación ha de ser nueva. La versión anterior no se puede restaurar. Shok.

O que nos inserten ya el chip de IA. Cuanto antes reconozcamos que hemos llegado a un tope, antes podremos superarlo.

Gracias.

A la vez que ponen la vacuna podrían insertar el chip IA. Aunque lleve anuncios y cookies.

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