La turba se equivocó de objetivo: en vez del Capitolio debería haber asaltado Facebook.
A lo mejor les confundió Google Maps, que a veces también se equivoca.
Facebook es donde está el poder. Por eso los representantes de Estados Unidos sentaron hace unos meses a Mark Zukerberg en esas mismas estancias…
El gob USA acusa a Facebook de monopolio y pretende trocearla, aunque antes le trocearán a él.
De hecho ya nadie habla del asalto al Capitolio ni de Trump: el tema es que Twitter y Facebook le han cerrado la boca, la cuenta.
Facebook es Whatsapp e Instagram. Ahí está el mundo publicándose en canal.
Facebook ha avisado que va a cruzar sus datos con los de Whatsapp… Y unos millones de personas se han ido a Telegram… a Signal.
Pero qué son unos millones.
La horda trumpiana fue a tomar un lugar en el que, como se vio, no queda nada: un atril.
–¡Hemos conquistado un atril!
El modesto mueble de la democracia analógica.
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Quizá el asalto al Capitolio no fue para vindicar a un Trump ya derrotado sino para desagraviar a Facebook. Y para reprochar a Zurkerberg, de paso, por no haber sabido ganar las elecciones para Trump, como quizá hizo la otra vez, y como pasó en el Brexit con Cambridge Analytica, etc.
Facebook ha decepcionado a los trumpers.