Veinte Segundos Veinte Segundos

El big data del alma

Mutaciones al caer la tarde

Como muta el virus así cambian las frases al caer la tarde.

Las frases de un discurso, un suponer, significan mil millones de cosas, según quién las mute y que máquina las interprete. Todo en lenguaje informático, que es el único capaz de hacer poemas con el sí o el no.

El algoritmo del virus, el mismo que el de los humanos, muta para escapar de la muerte sin saberlo, por intuición o mera ansia.

El virus huye de sí mismo y de su destino, que no sabe bien en qué consiste o si existe.

Reproducirse no es suficiente.

El virus y los mensajes codifican de forma similar, comparten la confusa analogía del cosmos, desde el año 13.700 millones en adelante (o hacia atrás, según la flecha).

Las cuatro letras se parsean por el peine del tiempo, que va o viene y va y viene, al albur de las fuerzas ciegas, más o menos predeterminadas por una fórmula que aun se nos escapa a los sencillos humanos básicos. Quizá el virus, en su ignorancia, sepa algo que hemos olvidado.

Quizá hay otros entes más listos o más espabilados que han descifrado esta jerga bailable y por eso nos llegan señales de radio de Proxima Centauri, bip bip blimp.

Las frases significan otras cosas cuando cae la tarde por aquellos campos, hondos precipicios de Manhattan, la arduas clamores, el barranco que baja del Pirineo/perineo, el poblado ibérico por donde salen los fantasmas al último sol.

Ya se ha hecho de noche, el día alarga su minuto, ya veo las luces del tractor.

 

Síntesis antítesis tesis

Y tan diferentes pensamos lo mismo a la vez

 

O yo os pienso a vosotros a la vez

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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